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Estrategia y táctica en torno a la Comunidad de Madrid


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La sucesión de acontecimientos que han ocurrido en la Comunidad de Madrid tras la (probablemente) fracasada moción de censura contra el Presidente de la Región de Murcia, están dejando una sensación decepcionante, porque está calando la idea de que un hecho ajeno a Madrid (la moción de censura murciana) ha sido capturado por la Presidenta Díaz Ayuso en una operación estratégica de gran calado.

Y mientras tanto, en Madrid estamos contemplando una operación táctica, de menos vuelo, que es la renuncia de Iglesias Turrión a la Vicepresidencia del Gobierno, para concurrir a las más que probables elecciones autonómicas.

Igualmente táctica fue la presentación de la moción de censura de Más Madrid que obligó a presentar otra similar al PSOE. En medio de tanta maniobra, el problema jurídico de la licitud de la presentación de las mociones de censura sigue sin dilucidarse, aunque el auto del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid parece inclinarse hacia un criterio material, que olvida los rotundos términos de la legislación electoral madrileña.

La operación de Díaz Ayuso ha sido una operación estratégica arriesgada, pero con posible beneficios a la larga. Con un pretexto incierto (que Ciudadanos de Madrid estaba pensando plantear una moción de censura contra el Gobierno regional), Díaz Ayuso ha disuelto la asamblea regional y ha cesado a los Consejeros de Ciudadanos.

Ha sido un acto poco ético, porque no había indicios de que Ciudadanos de Madrid (tanto o más de derechas que el Partido Popular) quisiera unirse a la izquierda para derribar a Díaz Ayuso.

Pero la presidenta de Madrid, con sorprendente visión estratégica, ha comprendido que un triunfo en Madrid la situará casi en el mismo plano que el presidente de su partido, Pablo Casado, y de paso se libraría de un socio incómodo. Ha sido un acierto estratégico, pero arriesgado, porque un triunfo electoral de la izquierda trituraría a Díaz Ayuso como dirigente en ascenso.

En todo caso, no le falta a la presidenta madrileña (o a su asesor principal, Miguel Ángel Rodríguez) visión a largo plazo, porque si esta jugada le sale bien puede enfrentarse a Casado con ciertas posibilidades de éxito. Lo contrario que la visión muy cortoplacista de Iglesias Turrión. Éste sabe que Unidas Podemos no va a ser el primer partido de la izquierda madrileña e incluso puede ser el tercero, tras Más Madrid.

Y para evitar la derrota bastante segura de Unidas Podemos, los cañonazos que va a emplear Iglesias Turrión son monumentales para la mosca que pretende matar. Si se quiere hacer política, si se tiene vocación de política transformadora, no se puede renunciar nunca a una vicepresidencia del Gobierno.

¿Por qué lo abandona todo Iglesias Turrión? Pensar que la figura de Iglesias Turrión va a arrastrar al votante de izquierdas por encima del PSOE y de Más Madrid no parece muy seguro, porque el liderazgo del todavía vicepresidente es más interno que externo, y va a ser difícil que arranque votos a los otros dos partidos de la izquierda.

Para salvar a Unidas Podemos de un fracaso y, de paso, intentar doblegar a Más Madrid, el precio de Iglesias Turrión es muy alto, pues es prácticamente seguro que Unidas Podemos no va ser el primer partido en Madrid y, por ello, a lo más a lo que puede aspirar el vicepresidente Iglesias Turrión es llegar a ser vicepresidente de Gabilondo.

¿Cuánto tiempo aguantaría Iglesias Turrión en la oposición en el parlamento de Vallecas? Parece que ha predominado el tacticismo (salvar a Unidas Podemos de una derrota que puede ser muy sonada, también poner en un compromiso a Errejón), salvo que Iglesias Turrión haya comprendido que una vicepresidencia segunda en un Gobierno de coalición no comporta el ejercicio del poder como debía creer antes, desde fuera del Gobierno.

Igual tacticismo encontramos en la iniciativa de Más Madrid de presentar una moción de censura a la presidenta Díaz Ayuso cuando ésta ya lo había debatido (¿o sólo anunciado?) a su Consejo de Gobierno.

La moción de censura obligó a hacerlo al PSOE y llevó el debate al tema jurídico de la disolución, cuando era obligado un debate mucho más político, sobre el fin espurio de la propia disolución, sobre los candidatos más adecuados en Más Madrid y demás partidos de la izquierda y sobre la forma más adecuada de parar el giro derechista (y hasta ultraderechista) que supone el gesto de Díaz Ayuso.

Pero alguien en Más Madrid (¿Errejón?) se dejó llevar por el tacticismo (debe de ser marca de fábrica de Podemos) y quemó un debate interesante que se dirigió hacia una cierta confusión.

Subsecretario de Cultura y Deporte, Director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar en el Ministerio de Defensa, Subdelegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Secretario General Técnico de los Ministerios de Vivienda, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Delegado de España en la primera reunión Intergubernamental de expertos sobre el anteproyecto de convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, organizada por la UNESCO, en los años 2002 y 2003.

Fue fundador y director del anuario Patrimonio Cultural y Derecho desde 1997. Hasta la fecha ha sido también vicepresidente de Hispania Nostra, Asociación para la defensa y promoción del Patrimonio Histórico.

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