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El PP que rema contra España


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Estamos empezando a salir de un mar de corrientes y tormentas en forma de virus pandémico que ha arrasado con todo y con demasiadas personas. Tal es así que se resiente la demografía y aun la esperanza de vida. Y, por supuesto, los ánimos de la población. La economía ha capeado el temporal gracias a las ayudas públicas y al buen hacer de un Gobierno que ha tenido claro desde el principio que lo primordial era la salud pero que había que proteger a las personas más vulnerables y arrimar el hombro para que la caída no fuera sin red.

Ahora que, tras casi año y medio de nubarrones, se empieza a ver un horizonte que promete esperanza, hay un elemento discordante en la política española, que es Pablo Casado. El PP, junto con la derecha ultra de Vox y junto con Ciudadanos, que incomprensiblemente sigue empeñado en caer rodando por la pendiente, son la cara amarga de este momento de esperanza.

La vacunación avanza a buen ritmo, disminuyen los contagios y el número de personas hospitalizadas y se minimizan las muertes por COVID, a la vez que se anuncia el fin de la obligatoriedad del uso de la mascarilla en espacios al aire libre. Pero Casado aparece como un personaje cenizo, malhumorado y contrariado porque las cosas en España no vayan tan mal como hubieran deseado. La máxima de “cuanto peor, mejor” que lanzó sin ruborizarse desde la tribuna del Congreso el expresidente Mariano Rajoy parece ser la hoja de ruta de la derecha española. Su patriotismo trasnochado, de banderas y manifestaciones en Colón, choca con su empecinamiento en buscar el mal fario para España. Hasta Von der Leyen apeló, al anunciar la concesión al país de los fondos europeos, a la necesidad de unidad de todas las fuerzas políticas para que su aprovechamiento sea óptimo.

El Partido Popular se halla envuelto en un marasmo de corrupción que se está evidenciando tanto en sede parlamentaria, con la comisión de la Kitchen, como en el juicio que se sigue por este caso. Las revelaciones son cada día más impactantes, desde borrado de grabaciones de cámaras en la sede de Génova hasta la intromisión del entonces ministro del Interior, Fernández Díaz, para apartar a inspectores de policía del caso.

Seguramente para tapar tanto escándalo, aunque no solo por eso, Casado sigue instalado en una cruzada en la que está cada día más solo. Intentó evitar que los fondos europeos llegaran, lo probó de todas las maneras posibles, pero ganó el presidente Sánchez. Y en breve llegarán a España los primeros 9.500 millones de euros.

Organizó una fallida operación de recogida de firmas contra la concesión de indultos a los políticos presos independentistas y se apuntó a la manifestación que montó la indescriptible Rosa Díez, aunque luego se retractó de hacerse la segunda edición de la foto de Colón. La estocada fue la buena cara con la que el mundo empresarial, incluida la CEOE, recibió la noticia de la inminencia de los indultos. En medio de tanto desvarío, Ayuso le metió de manera reiterada en tremendo lío al cuestionar si el rey, que no tiene margen constitucional de maniobra, debía o no sancionarlos.

Auguraban una catástrofe tras el fin del estado de alarma, ese que anteriormente habían denostado, y no ha sido así porque la vacunación está haciendo sus efectos. Intentaron evitar que llegaran los fondos europeos y ya están casi aquí. Y la liaron con los indultos porque no les interesa políticamente que la situación en Catalunya se reconduzca. Porque el PP bebe del conflicto, se alimenta de él, cual ave carroñera. Es un partido que no aporta ningún activo a este país, es una oposición yerma de propuestas y destructiva en sus formas. Si a eso añadimos el lastre de corrupción que arrastra, el panorama es desolador. Porque todo Gobierno necesita una oposición que ejerza democráticamente su tarea pero ningún país se merece que nadie lo torpedee políticamente.

Ahora que se acercan los Juegos Olímpicos, veremos de nuevo regatas en las que los remeros actúan de manera sincronizada para impeler a la embarcación con la propulsión suficiente para llegar a meta, a poder ser la primera. Lo que seguro no veremos es a ningún deportista remar a contracorriente para que su equipo pierda. A menos que Casado se apunte a Tokio.

Diputada en el Congreso. Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en la Comisión de Evaluación y Seguimiento del Pacto de Estado contra la Violencia de Género.

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