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Tras el 21 de diciembre


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Aunque los análisis de urgencia corren el riesgo de simplificar en exceso realidades complejas, allá va el mío. La victoria de Inés Arrimadas y de Ciudadanos en votos y escaños no desvirtúa el hecho de que el independentismo revalide su mayoría parlamentaria aunque pierda dos escaños. Junts per Catalunya adelanta a ERC, desmintiendo las encuestas. El PSC gana unos 80.000 votos y un diputado, por debajo de nuestras expectativas, aunque rompiendo la dinámica de descenso iniciada tras las elecciones de 1999. Catalunya en Comú Podem pierde tres diputados, mientras la CUP y el PP pierden respectivamente seis y ocho escaños. Todo ello en unas elecciones que han registrado un máximo histórico de participación.

La convocatoria por parte de Mariano Rajoy de estas elecciones, el recuerdo de las aciagas jornadas parlamentarias de inicios de septiembre y finales de octubre, el terrible impacto del nefasto primero de octubre, el encarcelamiento de algunos dirigentes independentistas y la presencia en Bruselas de Puigdemont y de algunos miembros de su gobierno, han marcado la excepcionalidad de estas elecciones. La polarización ha favorecido a los extremos y el voto útil no independentista ha impulsado a Ciudadanos. Así como los independentistas superan por poco los dos millones de votos, los no independentistas se sitúan por encima de los dos millones doscientos mil. De algún modo, el voto de afirmación se ha impuesto claramente sobre el voto de conciliación.

La división social y la fractura política que hemos denunciado se ponen claramente en evidencia en estos resultados. Y también parece confirmarse nuestra tesis que afirma que al independentismo no se le derrota simplemente negando su pretensión, sino que hay que ofrecer una alternativa que pueda atraer a una parte significativa de sus votantes.

Corresponde a la mayoría parlamentaria independentista tomar la iniciativa en el inicio de la legislatura. Espero que no se repita la deriva unilateral e ilegal de la anterior legislatura que fracasó rotundamente y ha tenido costes exorbitantes, y que nadie olvide que las instituciones son de todos y que quien las gobierna debe hacerlo para todos. Los socialistas seguiremos defendiendo la búsqueda de soluciones acordadas y que obtengan un apoyo mayoritario y transversal. Cataluña debe avanzar en autogobierno, mejorar su financiación, recuperar estabilidad y prestigio, y asegurar un progreso económico y social que recibió un duro golpe en el último cuatrimestre del año y que hay que revertir cuanto antes. Seguiremos defendiendo la necesidad de la reconciliación entre los catalanes, la reconciliación con el resto de los españoles, con las instituciones europeas y el mundo económico. Necesitamos un pacto por el crecimiento y la creación de empleo, un acuerdo por la igualdad que contenga un plan de choque para activar las políticas sociales y el impulso de un Pacto de Estado para Cataluña.

Desde el respeto a las decisiones judiciales, que incidirán en el devenir político, debemos insistir en la naturaleza política del problema de relación entre Cataluña y el resto de España, que debe encontrar una respuesta política. Los gobiernos de Cataluña y España deben negociar y pactar, encontrando soluciones concretas a los problemas acumulados tras seis años de ausencia de diálogo. Los socialistas estamos dispuestos a contribuir a ese diálogo con propuestas concretas. El presidente Rajoy debe abandonar el inmovilismo y los independentistas reconocer que la mayoría de catalanes no comparte su proyecto secesionista. Solo así podremos explorar a fondo una solución acordada. Los socialistas catalanes, pase lo que pase, seguiremos trabajando en esa dirección, comprometidos con la unidad civil y la cohesión social de nuestro pueblo, y decididos a superar el actual bloqueo de la política catalana.

Primer secretario del Partit dels Socialistes de Catalunya.