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Mirar un espejismo roto


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Hay dos formas de pensar la guerra ajena. La primera de ellas es la de uso generalizado en los medios de comunicación y vive de los adjetivos. Lo adjetivo es emocional y muestra un punto de vista, una mirada sobre el dolor. Los adjetivos remueven por dentro y mueven a mover el mundo dando forma a la opinión pública. La otra forma de pensar la guerra requiere de verbos y sustantivos y debe dar palabras a la gramática de los dirigentes políticos. Los adjetivos difícilmente conducen a la paz, lo segundo sí. A veces hay que hablar con adjetivos, otras con verbos y sustantivos. Depende de dónde, depende de para qué. Ojala no lo olviden para así no tener que adjetivar sustantivamente sus verbos. Por lo demás, hay una sola forma de vivir para tantas de morir en una guerra. Cualquier guerra. Y son muchas y están siempre.

Poco a poco avanzamos por el escenario de islas que establecía el informe Global Trends. Primero el Brexit y después la pandemia frenó la movilidad internacional. Ahora la guerra fragmenta los espacios financieros y comerciales, reforzando una nueva “glocalización supranacional” en la que la globalización económica adopta otra configuración. No hace falta un máster de tertuliano para saber las consecuencias de la contracción de los mercados por las nuevas dinámicas de importación, exportación y restricción de la circulación de capitales y personas.

Alemania anuncia una inversión masiva en defensa que muchos celebran, pero el rearme de los Estados de forma autónoma, sin establecer una defensa común bien definida orgánicamente en el marco de la Unión Europea hace preguntarse lo mismo que hacía Bruce Willis en Die Hard 2 cuando llegan los refuerzos militares: “Dígame Lorenzo ¿la cosa mejora o empeora?”. En el pasado, los fondos de pensiones alemanes y escandinavos ya dieron su respuesta “solidaria” al sur de Europa tras la crisis económica de 2008; solo el reforzamiento de la UE tiene sentido en el nuevo mundo que viene o será un regreso al futuro de la política fractal.

En España más de lo mismo por los mismos ocupados en sus cosas de casa: “Ni el infierno conoce furia como la de una mujer despreciada” es la tarea en el PP. Y tienen dos. La segunda gobernar su desgobierno ideológico para poder ser otra vez opción de gobierno. Urge, dado que están a punto de levantarle la Vox en la segunda posición de intención de voto. Los absurdos verbales de Casado dieron en acarreo de electores hacia Vox. Pero no solo eso. Los electores de Vox, sobre todo los propios y los ya apropiados, desprecian la derecha que representa Casado. Un profundo desprecio alimentado por fuentes emocionales aún por reflexionar: ¿será verdad que solo se odia lo querido?

Catedrático de Sociología Matemática.