El Partido Popular siempre da por agotadas las legislaturas... cuando no gobierna
- Escrito por Javier García Fernández
- Publicado en Opinión
Alberto Núñez Feijoo no quedó contento con las respuestas del Presidente del Gobierno a la Secretaria General de su partido, Cuca Gamarra, en la última sesión de control del Gobierno. No gustó a Núñez Feijoo que el Presidente Sánchez no se amilanase ante el tono agresivo de la Diputada Gamarra, que sigue tratando al Gobierno y a su Presidente con el mismo tono agresivo y descalificador que utilizaba cuando era la Portavoz del Grupo Parlamentario de Pablo Casado. Quedose Núñez Feijoo tan molesto por la respuesta firme del presidente Sánchez a su agresiva Secretaria General, que improvisó una comparecencia ante los medios para leerles un breve comunicado, sin preguntas ni respuestas.
En el comunicado leído, el Presidente del Partido Popular hizo una crítica implacable al Gobierno y a su Presidente y afirmó que la legislatura está agotada. Las mismas ideas repitió la Secretaria General, Gamarra, en entrevista en El Periódico de España el 16 de mayo donde insistió en el tema de la bajada de impuestos. Días más tarde, esta vez en entrevista en El Mundo el 18 de mayo, el nuevo coordinador general del Partido, Elías Bendodo, prosiguió la descalificación al Gobierno, repitió el argumento estrella de Núñez Feijoo que es una supuesta oferta de negociación (de la que hablaremos más abajo) pero al menos reconoció que la decisión de disolución de las Cortes corresponde al Presidente del Gobierno. Y mientras tanto, el nuevo líder conservador se toma con tranquilidad la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que no es un tema prioritario.
Esta actitud del Partido Popular se explica por varias causas que convergen sobre Núñez Feijoo. Una primera causa es de origen histórico. En la legislatura 1993-1996 José María Aznar inventó la fórmula del “¡Váyase, señor González!”. Fue la primera vez en la nueva democracia española que un partido de la oposición quiso imponer al Presidente del Gobierno sus decisiones políticas, precisamente en el ámbito que la Constitución reserva al Presidente. Tanto insistió que Julio Anguita, cómplice de Aznar con la mediación de Pedro J. Ramírez, llegó a presentar en el Congreso una proposición no de ley donde se pedía al Presidente que convocara elecciones. Al final, lo que no consiguieron Aznar, Anguita y Ramírez lo consiguió Pujol al negar sorpresivamente su apoyo al proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para 1996. Pero en el imaginario del Partido Popular ha quedado el recuerdo de pedir que se adelanten las elecciones arrebatando al Presidente del Gobierno una atribución personalísima. Y todavía lo repetirá más veces el partido conservador.
La segunda razón que mueve a Núñez Feijoo a seguir en guerra dura con el Gobierno es otra constante, esta vez ideológica, de la derecha española. A la altura de 2022 la derecha española y el sustrato social en que se apoya, no han aceptado todavía que la izquierda pueda gobernar. Siguen viendo a la izquierda como un grupo de parvenus, que no debería tocar el Estado y no digamos si en el Gobierno está la extrema izquierda de Unidas Podemos. Como no pueden digerir la afrenta, como siguen pensando que gobernar es un derecho natural de la derecha y de las clases que ésta representa, se pasan la vida maquinando como desplazar a la izquierda en lugar de establecer cauces de colaboración en políticas de Estado.
La tercera razón es que esa resistencia a aceptar que hay Gobiernos de izquierda lleva al Partido Popular y a su Presidente a no entender en qué consiste el papel de la oposición ni cómo se realiza la negociación entre el Gobierno y la oposición. Para el Partido Popular, negociar oposición y Gobierno consiste en que el Gobierno acepte la agenda de la oposición y los puntos más significativos de su programa. Dicho de otra manera, para el Partido Popular la negociación con el Gobierno consiste en que éste acepte el programa de la oposición. El Partido Popular olvida que el Presidente del Gobierno ha accedido al cargo ofreciendo un programa de gobierno al Congreso, programa que esta Cámara ha asumido al votar la investidura. El Gobierno no puede hacer lo contrario de su programa de investidura ni, menos aún, lo contrario del programa electoral que ofreció a los ciudadanos. Por pactar con la oposición el Gobierno no puede traicionar a sus electores. Y eso es lo que pretende el partido de Núñez Feijoo. La negociación Gobierno – oposición es lo contrario de lo que pretende el partido conservador: asumir la agenda del Gobierno y ofrecer a éste puntos que enriquezcan el programa gubernamental, sin pedir que el Gobierno traicione a sus votantes.
Un caso muy claro de cómo no se puede llegar a acuerdos es el tema de la elección del Consejo General del Poder Judicial. Para satisfacer a la derecha judicial que quiere copar el Consejo, Núñez Feijoo y su partido siguen empeñados en que se cambie la forma de elección de este órgano constitucional a fin de convertirlo en un recinto dominado por la derecha judicial y por el propio Partido Popular. Da lo mismo que por activa y por pasiva se les diga que un órgano constitucional está al servicio de todos los ciudadanos, que no es la cámara sindical de las asociaciones judiciales para mejor repartirse el pastel. Da lo mismo porque el Partido Popular se debe a la derecha judicial la cual, a cambio, le brinda impunidad también judicial.
Lo mismo podemos decir de la imposibilidad de bajar los impuestos que el Partido Popular repite cansinamente, como una letanía. Una bajada de impuestos, tal como pide Núñez Feijoo, no sólo contradice el programa electoral que los partidos de la coalición ofrecieron a sus electores sino que es una barbaridad porque es pan para hoy y hambre para mañana. No es posible que Núñez Feijoo lo ignore porque ha gobernado Galicia y algo de economía práctica debe saber pero vende una mercancía averiada que se empeña en que se la compre el Gobierno a toda costa.
La cuarta razón es que el Partido Popular, al igual que Esquerra Republicana, ya no es un partido valiente. Un partido valiente es aquel que diseña sus políticas y adopta sus decisiones políticas conforme a sus convicciones, sin temor a las críticas de su entorno. Al igual que Esquerra Republicana vive siempre atemorizada por Junts y por la CUP, el Partido Popular vive desde la época de Casado con el temor de ser considera tibio tanto por Vox y la Presidenta de la Comunidad Madrid, Díaz Ayuso, como por la oposición mediática (ABC, El Mundo, La Razón, etc.) que vigila al partido, le señala las sendas que debe recorrer y le prohíbe que adopte ciertas medidas que considera contemporizadoras. Por ejemplo, Isabel San Sebastián en ABC de 14 de mayo con un artículo titulado, nada menos, “Salvar a un traidor” (traidor que, naturalmente, es Pedro Sánchez) pero podemos citar muchos más artículos que advierten a Núñez Feijoo que no pacte la renovación del Consejo General del Poder Judicial, que no dé oxígeno al Gobierno o que pacte con Vox allí donde pueda. Y los partidos cobardes no comprenden que al ceder ante los extremistas ceden a éstos su propio campo y a la larga les acaban desplazando. Y no parece que a Núñez Feijoo le preocupe abandonar el centro para recluirse en la derecha extrema.
Por todas estas cuatro razones es difícil que Núñez Feijoo se separe de la línea que llevó Pablo Casado. Pero, como máxima impotencia, insinúa que la legislatura está agotada. Quizá sería bueno que la agotara él mismo, es decir, que presentara una moción de censura que es la forma que todas las Constituciones del mundo utilizan para cambiar de Gobierno sin necesidad de acudir a elecciones.
Javier García Fernández
Subsecretario de Cultura y Deporte, Director general de Reclutamiento y Enseñanza Militar en el Ministerio de Defensa, Subdelegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Secretario General Técnico de los Ministerios de Vivienda, Presidencia y Relaciones con las Cortes, Delegado de España en la primera reunión Intergubernamental de expertos sobre el anteproyecto de convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial, organizada por la UNESCO, en los años 2002 y 2003.
Fue fundador y director del anuario Patrimonio Cultural y Derecho desde 1997. Hasta la fecha ha sido también vicepresidente de Hispania Nostra, Asociación para la defensa y promoción del Patrimonio Histórico.