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El atraso de la derecha española


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Alberto Núñez Feijóo en una foto del Partido Popular. Alberto Núñez Feijóo en una foto del Partido Popular.

La economía mundial se encuentra en una gran encrucijada y tiene ante sí enormes desafíos, a los que habría que tratar de dar respuesta desde los gobiernos, organismos multilaterales, partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales, científicos y empresas. El contexto ante el que estamos es resultado de las dos recientes crisis y ahora la guerra de Ucrania. Estos hechos han agravado problemas estructurales ya existentes con anterioridad y han creado otros nuevos, lo que está generando incertidumbre, miedo, inseguridad y un creciente malestar social.

La derecha conservadora que ahora representa Feijóo no sólo abre las puertas a la ultraderecha, sino que además recoge parte de su discurso. Una derecha que no ha planteado ningún proyecto

La situación es de suma gravedad y no sabemos lo que sucederá como consecuencia de las repercusiones que el conflicto bélico tendrá, lo que dependerá de su duración y de su posible extensión. En una entrevista el 22 de mayo en El País, Alain Badiou dice: «Las situaciones de gran desorientación terminan en guerra mundial». La desorientación, señala, son aquellos momentos de la historia en los que a la población no se le propone ninguna elección clara. De acuerdo que vivimos en la desorientación, pero para evitar males mayores y que no se cumpla el pronóstico de Badiou es por lo que resulta más urgente que nunca hacer propuestas que traten de avanzar hacia la resolución de los graves problemas.

La desorientación, pienso, es una de las razones que explican el avance de la ultraderecha, que se basa en demagogia, mentiras y respuestas equivocadas, pero que tienen un caldo de cultivo en este contexto, alentado por si fuera poco por varios medios de comunicación y redes sociales. El abrir las puertas a la ultraderecha en los gobiernos, sean nacionales, regionales o locales, es un grave error que se pagará caro. Para salir del atolladero hay que combatir en varios frentes: por un lado, contra la ultraderecha desmontando su ideología; por otro lado, respondiendo a los retos que tenemos por delante. Tarea nada sencilla, pues si no resulta fácil dar respuestas a los problemas planteados, que son muchos y complejos, todo se dificulta más con la presencia institucional de la extrema derecha.

La derecha conservadora no sólo le abre las puertas, sino que además recoge parte de su discurso. Una derecha que no ha planteado ningún proyecto. Joaquín Estefanía, en un artículo publicado en El País, en el mismo día que la entrevista mencionada, «Derribando diques ideológicos», escribe con acierto que las grandes transformaciones en apenas una docena de años hace imprescindible actualizar la forma de pensar y de actuar. Ante este panorama no resulta extraño que se estén multiplicando los laboratorios de ideas que tratan de influir en las formaciones políticas y la sociedad. En este contexto, afirma, el ámbito de la derecha conservadora se encuentra atrasada. Sobre esto ya he incidido en otros artículos y he hablado de una derecha indocumentada e incapaz de extraer enseñanzas de las malas experiencias vividas.

Se nota cuando hablan que no están al día, como resultado de que no leen, ignoran lo que sucede fuera de España, y de qué forma están cambiando las posiciones que mantuvieron con anterioridad como dogma de fe, los organismos multilaterales (FMI y Banco Mundial), Unión Europea, y parte de los economistas convencionales. También surgen publicaciones en las que se plantea la necesidad de establecer un nuevo contrato social. En esta línea me ha resultado muy llamativo el libro de Minouche Shafik Lo que nos debemos unos a otros (Paidós, 2022). Esta autora, nacida en Egipto, es la actual directora de la London School of Economics (LSE). Ha sido vicepresidenta del Banco Mundial, subdirectora gerente del FMI, vicegobernadora del Banco de Inglaterra y secretaria permanente del Departamento de Desarrollo Internacional del Reino Unido. Vamos, que no estamos ante una izquierdista peligrosa. En otro artículo expondré sus principales ideas. A ver si aprenden los del PP y no siguen anclados en los años 80 del siglo pasado.

Catedrático emérito Universidad Complutense.

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