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Tribunal Constitucional, ninguneo de Feijóo


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Pese a la incontinencia favorable de las encuestas en la cita electoral de Andalucía del próximo 19 de junio, el Partido Popular no concede tregua a la ruptura de su historial de utilización de ventajas nada sutiles.

He ahí el ejemplo de la gestión de las crisis sucesivas desencadenadas por los retrasos en la renovación de órganos judiciales. La aparición estelar de Núñez Feijó, según criterio mediático desestabilizador y desmedido no menos usado con la llegada de Pablo Casado, no mengua la conexión con la trampa en los procedimientos. Va para cuatro años la necesidad de renovación del Tribunal Constitucional y el torpedeo sistemático del PP para el ejercicio de su mutación de nombres y apellidos conforme a las cuotas de naturaleza política emanadas de diferentes elecciones y sus resultados.

La sustitución de personas en la dirección del partido de la calle Génova no ha supuesto novedad alguna a propósito de la imagen de higiene pública requerida. La última instancia judicial en materia constitucional, la que interpreta la superficie más neuronal de las libertades y derechos, necesita por imperativo regenerador de su relevo de miembros, y la respuesta del "nuevo" PP de Feijóo es el recurso saduceo del calendario político, que pasa innecesariamente por un parón que residencia en que "hay elecciones en Andalucía". Como sentencia Witold Gombrowicz, en sus Diarios (Seix Barral, 2005), "las palabras vuelan hacia el silencio", una forma de desmentir lo proclamado, lo manifestado como identidad de transformación de modos y maneras al producirse el recambio de habitante en la presidencia del partido.

De Casado se suponía el cultivo, de la añagaza, el principio del todo vale para la negación del oxígeno al contendiente político. De tal modo que iban sumándose meses a los meses anteriores en la necesidad de reconversión de los órganos judiciales, que dispensan el amparo que necesitan los justiciables. Con Feijóo ha llegado la artimaña repensada, recocinada. Con Cuca Gamarra, la secretaria general del PP, la declaración insólita de la enajenación culposa del ejecutivo en esta interminable crisis. La actual secretaria general procede de la dirección parlamentaria de la etapa de Casado, en los miércoles gloriosos de combustión y toxicidad en las sesiones de control al gobierno. Los mecanismos alimentados para el acuerdo entre partidos aherrojados por el capricho sonrojante de un veto de una formación que representa a una minoría, si bien es cierto que es el principal partido de la oposición.

Los institutos internacionales que matizan y puntúan los síntomas de salud democrática se precipitan al suspenso en actitudes como la presente, donde el PP ralentiza el proceso de sanación democrática e imagen de un país. El político italiano Francesco Cossiga, según Antonio Tabucchi, en "El juego de la oca" (Anagrama, 2002), reaccionaba frente a su potencial imputación: "me la sudan sus teoremas". Feijóo ofrece palabra envuelta en códigos marcados por el diálogo, el entendimiento y la bondad para España, pero el baño de realidad ampara su defensa del desahogo de Cossiga. Las elecciones andaluzas primero, después el Tribunal Constitucional.

Periodista (Ciencias de la Información, Univ. Complutense de Madrid), colaborador en distintas cabeceras (Diario 16, El País, Época, El Independiente, Diario de Alcalá), miembro del Patronato de la Fundación Diario Madrid.

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