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Biblia y aborto: Se cree más en lo que menos se conoce


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El caso Roe contra Wade fue un litigio judicial que concluyó en 1973 cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó que la Constitución protege la libertad de una mujer embarazada para elegir abortar sin restricciones gubernamentales.

El dictamen fue anulado el 24 de junio de 2022. El Tribunal decidió, por una mayoría de seis a tres, mantener la prohibición del aborto en Misisipi después de las quince semanas de embarazo. Al hacerlo, además de la sentencia de 1973, los jueces anularon otra sentencia que protegía el acceso al aborto: y Planned Parenthood contra Casey, de 1992, y con ello, después de medio siglo, ha anulado el derecho constitucional de las estadounidenses a decidir sobre su embarazo.

En los días transcurridos desde que se anuló la sentencia, los integristas cristianos a uno y otro lado del Atlántico han citado a la Biblia para argumentar por qué esta decisión debe celebrarse. Una prueba más, de lo que escribió Montaigne: «Se cree con la mayor firmeza en lo que menos se conoce». Y es que la Biblia no dice ni una palabra sobre el aborto.

Los abortos eran conocidos y practicados desde muy antiguo, aunque los métodos diferían significativamente de los modernos. Aristóteles decía que el aborto es apropiado como medio para controlar el tamaño de una familia, pero debe realizarse temprano, «antes de que haya sensación de vida». En el siglo II el médico griego Sorano de Éfeso (98-138 d. C.), uno de los principales representantes de la escuela metódica y autor de la primera biografía conocida de Hipócrates, recomendaba en su Tratado de Ginecología el ayuno, las sangrías, los saltos potentes y cargar objetos pesados como formas de interrumpir un embarazo.

El tratado de Sorano recogía una controversia que hoy sigue en vigor: había diferentes escuelas de pensamiento sobre el tema. Algunos médicos prohibían el uso de cualquier método abortivo. Otros los permitían, pero no en los casos en que pretendían encubrir una relación adúltera o simplemente para preservar la honradez de la embarazada.

En otras palabras, la Biblia fue escrita en un tiempo en el que el aborto se practicaba y se contemplaba con matices. Sin embargo, los equivalentes hebreo y griego de la palabra “aborto” no aparecen ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. Es decir, el tema no se menciona directamente. Sin embargo, la ausencia de una referencia explícita al aborto no ha impedido que sus oponentes o defensores busquen en la Biblia apoyo para sus posiciones.

Quienes se oponen al aborto recurren a varios textos bíblicos que, en conjunto, sugieren vagamente que la vida humana tiene valor antes del nacimiento. Por ejemplo, la Biblia comienza describiendo la creación de los humanos «a imagen de Dios», una forma de argumentar el valor de la vida humana, presumiblemente incluso antes del nacimiento. Asimismo, el texto bíblico describe que varios personajes bíblicos importantes, incluidos los profetas Jeremías e Isaías y el apóstol Pablo, estaban como llamados a sus tareas sagradas desde antes de su nacimiento.

Los activistas citan, por ejemplo, a Jeremías 1.5: «Antes que te formarse en el vientre, te conocí; y antes que nacieses, te santifiqué», o al Salmo 139 cuando el rey David afirma que Dios «me tejió en el vientre de mi madre».

El predicador antiabortista Alan Hoyle en una manifestación ante el Capitolio de Mississippi. Foto de Ashton Pittman.

Pero los opositores al aborto no son los únicos que, agarrando el rábano por las hojas, pueden apelar a la Biblia para argumentar. Los partidarios pueden señalar otros textos bíblicos que parecen estar a su favor. El Éxodo 21, por ejemplo, sugiere que la vida de una mujer embarazada es más valiosa que la del feto. Este texto describe un supuesto en el que unos hombres que pelean golpean a una mujer embarazada y le provocan un aborto espontáneo. Se impone una multa monetaria si la mujer no sufre ningún otro daño más allá del aborto. Sin embargo, si la mujer sufre cualquier daño adicional, el castigo para el culpable es la aplicación de la ley del Talión: sufrir un daño idéntico, incluida la pena de muerte.

Hay otros textos bíblicos que parecen apoyar las decisiones que las mujeres toman sobre sus cuerpos incluso en contextos en los que esas decisiones eran socialmente rechazadas. El quinto capítulo del Evangelio de Marcos, por ejemplo, describe a una mujer con una dolencia ginecológica que la hacía sangrar continuamente y ponía en peligro su vida. La mujer extiende la mano para tocar la túnica de Jesucristo con la esperanza de que la cure, aunque el toque de una mujer que menstruaba se creía que causaba contaminación ritual. Sin embargo, Jesús elogia su elección y alaba su fe.

En definitiva, que en respuesta a la decisión del Tribunal Supremo los cristianos de ambos lados han apelado a una gran cantidad de textos para afirmar que su posición política particular está respaldada por la Biblia. Sin embargo, si afirman que la Biblia condena o aprueba el aborto, es importante reconocer que, aunque el libro de los libros fue escrito en una época en que se practicaba el aborto, nunca se ocupa directamente del asunto.

El fallo dictado el pasado 24 de junio pone fin a 50 años de derechos reproductivos en Estados Unidos, pero se produce después de un período prolongado en el que esos derechos habían ido mermando a nivel estatal y contrasta con una clara tendencia mundial. Desde el año 2000 treinta países han cambiado sus leyes para permitir o facilitar el aborto.

La novela de la canadiense Margaret Atwood The Handmaid’s Tale, llevada a la pantalla en la serie de televisión de HBO España (El cuento de la criada), se centra en el papel de sometimiento de las mujeres bajo el régimen dictatorial y fundamentalista de República de Gilead. Atwood, dice que su libro se inspiró en los acontecimientos sociales y políticos regresivos de principios de la década de 1980 que llegaron de la mano de Ronald Reagan.

En la novela no se detalla explícitamente cómo Estados Unidos se convirtió en un régimen represivo, inquisitorial y misógino. Pero a través de los recuerdos de June, la protagonista, el lector conoce cómo esa república teocrática y patriarcal comenzó con un meticuloso golpe de Estado ideado y ejecutado por un grupo de inspiración fundamentalista cristiana que orquestó la transformación de Estados Unidos en una república teocrática. Infiltrados entre las sombras políticas y judiciales, se organizaron para provocar la caída de la democracia.

Roe era un bastión de los derechos de las mujeres, pero con el nuevo fallo me temo que los viejos enemigos están de nuevo a las puertas. Me doy cuenta de por qué muchos creen que puede llevarnos a todos un paso más cerca de una nueva realidad que es paralela al sombrío futuro retratado en la República de Gilead. La caída de Roe crea una sensación de distopía que atraviesa nuestra sociedad y que nadie parece saber hasta dónde nos arrastrará.

Catedrático de Universidad de Biología Vegetal de la Universidad de Alcalá. Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Granada y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid.

En la Universidad de Alcalá ha sido Secretario General, Secretario del Consejo Social, Vicerrector de Investigación y Director del Departamento de Biología Vegetal.

Actualmente es Director del Real Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá. Fue alcalde de Alcalá de Henares (1999-2003).

En el PSOE federal es actualmente miembro del Consejo Asesor para la Transición Ecológica de la Economía y responsable del Grupo de Biodiversidad.

En relación con la energía, sus libros más conocidos son El fracking ¡vaya timo! y Fracking, el espectro que sobrevuela Europa. En relación con las ciudades, Tratado de Ecología Urbana.