Caravana Abriendo Fronteras: una caravana feminista cargada de esperanza
- Escrito por Luz Modroño
- Publicado en Opinión
Domingo 24 de julio. El cansancio acumulado tras recorrer casi dos mil kilómetros se refleja en las ojeras, la voz sale ronca ya desde las primeras horas de la mañana y los pies dejan sentir las largas horas de marcha de manifestación en manifestación reclamando derechos para todas. Y, sin embargo, a pesar del calor sufrido, de las largas horas de autobús, de las noches en las que el suelo ha sido la cama sobre la que extender una esterilla o un colchón inflable, la alegría reina en los corazones, la risa sale fácil, liberadora. Aún queda tiempo para los abrazos y las despedidas interminables al pie del autobús, que cierran como broche de oro el recorrido de este año. Hemos llegado a la meta de este camino que comenzó en Irún y ha terminado en Barcelona. Que hemos llenado con píldoras de esperanza. Es la Caravana Abriendo Fronteras de 2022.
Hay ocasiones en las que el tiempo parece haberse detenido, no haber transcurrido con la necesaria pausa para convertir en sabiduría ese intervalo que media entre el ayer y el hoy. Ese intervalo que debería haber sido fuente de aprendizaje, pero cuya Memoria aún está incompleta. Y sin Memoria el ayer corre el riesgo de repetirse en el hoy.
La Caravana Abriendo Fronteras de este año ha cubierto un recorrido de diez días en los que el ayer de las fronteras por las que pasaron miles de personas huyendo de la violencia, el hambre y la muerte que produjo la Guerra Civil en España, primero, y la Segunda Guerra Mundial en toda Europa, poco después, se une con el hoy de las fronteras por las que, nuevamente, miles de personas tratan de alcanzar un lugar donde vivir lejos de la muerte, el hambre o la violencia que produce un mundo desigual, injusto, carente de derechos. Carencia que hoy extiende sus tentáculos al conjunto de seres que habitan el planeta.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, y sobre el papel, el mundo occidental reconocía y firmaba por primera vez la universalidad de los derechos humanos. Pero solo sobre el papel. Las fronteras mataron entonces tanto como matan hoy. Los derechos humanos siguen siendo privativos de unos cuantos afortunados.
La evocación de aquellos hechos ocurridos hace más de ochenta años sigue despertando oleadas de rechazo, indignación y repulsa ¿Cómo es posible que hoy hechos semejantes no los produzcan? ¿Habrá que esperar a que el tiempo ponga distancia en la Memoria para que las conciencias vuelvan a sentirse sacudidas por el horror y el rechazo de lo que hoy está ocurriendo en nuestras fronteras? ¿Olvidamos a las miles de mujeres y sus hijos que dejaron sus fuerzas y su vida un camino sin retorno? Desde hace siete años, y con la única excepción de 2020 por causa de la pandemia de Covid-19, Caravana Abriendo Fronteras recorre cada verano fronteras y países europeos en los que las acciones contra personas refugiadas y migrantes se traducen en rechazo, persecución y negación. Y, en muchos casos, la muerte.
Grecia, Italia, Sicilia, el Sur de España o la Islas Canarias han sido recorridas por esta Caravana de dignidad y solidaridad. Una Caravana transversal en el tiempo, en la edad de sus componentes, en su género y en sus lugares de precedencia -españolas de todas las Comunidades autónomas, franceses e italianos y latino americanos - en la que las personas integrantes unen su voz en un solo grito de conciencia y humanidad: ningún ser humano es ilegal. Y unen sus sueños de un mundo mejor, más justo y habitable para todas: papeles para todas o todas sin papeles. Una caravana feminista en la que se comparten valores, metas y objetivos.
Este año hemos cruzado los Pirineos y los Alpes, fronteras naturales entre España y Francia y entre esta e Italia. Moles montañosas que fueron ayer y son hoy difíciles y prohibidas barreras para miles de personas que, humilladas, perseguidas, vencidas, persiguen un sueño: encontrar un lugar bajo el sol donde vivir en paz. Fronteras convertidas en amenazas reales vulnerando los más elementales principios de la Declaración Universal.
De Irún a Bayona cruzando el Bidasoa, en cuyas aguas han muerto ya nueve personas y en cuyo puente un cartel homenajea a los republicanos españoles. De allí, a Bielsa -pequeño pueblo pirinaico protagonista de un intento de resistencia republicano contra el ejército rebelde- y de allí, a Perpignan. De Perpignan a Elna, de Elna a Turín. Los autobuses que forman esta caravana rebosante de solidaridad siguen incansables su camino.
Vamos pasando por campos de concentración – Gurs, Rivesaltes, Argèles- levantados deprisa y corriendo para encerrar a las republicanas que cruzaron las fronteras hacia Francia para encontrar allí más sufrimiento, hambre, enfermedad o la propia muerte; la Maternidad de Elna, creada por una enfermera suiza, que habiendo conocido el horror del golpe militar en Madrid fue consciente de lo que esperaba a las mujeres y sus hijos e hijas tras atravesar la frontera, para acoger a madres republicanas huidas de la barbarie franquista.
Entre parada y parada, reuniones con otras organizaciones humanitarias con las que, mientras narran qué y cómo hacen, se tejen redes de solidaridad y apoyos mutuos, pues larga es la travesía que nos queda hasta lograr que Europa sea fiel a sus propios principios; manifestaciones compartidas en las que todas las gargantas convertidas en una gritan que las fronteras matan, que todas las vidas tienen el mismo valor y es un valor que deriva del simple hecho de ser humano, no del lugar de la cuna, y que por ello, las fronteras van a caer y Derechos van a triunfar. Al final del día se comparten espacios para comer y dormir, para cantar y recuperar fuerzas. Hay que seguir.
En Turín, bajo una temperatura cercana a los 40 grados, nos dirigimos a un CPR, espacio de internamientos semejante a los CIES españoles, donde el trato inhumano dado a los internos ha acabado con la muerte de uno de ellos. Días atrás, y como respuesta a las constantes denuncias, se obligó a los internos a entregar los teléfonos móviles. Medidas de represión que son el más claro exponente de la inhumanidad y de la sinrazón que subyacen bajo estas leyes que anteponen el miedo, el rechazo, la exclusión a la vida, la paz, la justicia y la fraternidad. Y se ceban con más represión en vez de buscar soluciones humanitarias inspiradas en el respeto a la vida y el reconocimiento universal de los derechos.
Movimientos humanitarios como el de Caravana Abriendo Fronteras evidencian que los grandes desplazamientos humanos provocados por la pobreza, la guerra o el terrorismo siguen marcando las agendas de muchos países. Y evidencian igualmente la urgencia en la elaboración de leyes humanitarias que no añadan más sufrimiento y muerte sino que, por el contrario, den protección y asistencia a estos miles de personas víctimas inocentes de la barbarie que aún nos caracteriza. Es urgente sustituir los centros de internamiento, que no cesan de aparecer y que no son sino nuevos campos de concentración, por acogidas dignas y respetuosas con los derechos humanos; es urgente cambiar las partidas presupuestarias dedicadas a las adopción de medidas represivas y persecución por desarrollo e inversión en medidas de Paz y protección hacia las personas que huyen de sus lugares de nacimiento; es urgente terminar con vallas, barreras, campos de refugiados que son auténticas cárceles inhumanas y crueles, centros de internamiento, devoluciones en caliente, persecuciones, violaciones de acuerdos internacionales. Es urgente sustituir las políticas de terror hacia las que se ven obligadas a huir de sus países por políticas de brazos abiertos y seguridad. Es urgente terminar con los pasos clandestinos y su corolario de armas y perros entrenados para matar por corredores humanitarios que garanticen la vida de las personas que huyen en busca de un lugar donde vivir sin miedo. Es urgente, en definitiva, construir una Memoria digna para el siglo XXI diferente a la Memoria Histórica que ha marcado el siglo XX. Una Memoria que no produzca vergüenza.
Mientras no sea así, Caravana Abriendo Fronteras seguirá en la carretera.
Luz Modroño
Luz Modroño es doctora en psicóloga y profesora de Historia en Secundaria. Pero es, sobre todo, feminista y activista social. Desde la presidencia del Centro Unesco Madrid y antes miembro de diversas organizaciones feministas, de Derechos Humanos y ecologistas (Amigos de la Tierras, Greenpeace) se ha posicionado siempre al lado de los y las que sufren, son perseguidos o víctimas de un mundo tremendamente injusto que no logra universalizar los derechos humanos. Y considera que mientras esto no sea así, no dejarán de ser privilegios. Es ésta una máxima que, tanto desde su actividad profesional como vital, ha marcado su manera de estar en el mundo.
Actualmente en Grecia, recorre los campos de refugiados de este país, llevando ayuda humanitaria y conviviendo con los y las desheredadas de la tierra, con los huidos de la guerra, del hambre o la enfermedad. Con las perseguidas. En definitiva, con las víctimas de esta pequeña parte de la humanidad que conformamos el mundo occidental y que sobrevive a base de machacar al resto. Grecia es hoy un polvorín que puede estallar en cualquier momento. Las tensiones provocadas por la exclusión de los que se comprometió a acoger y las medidas puestas en marcha para ello están incrementando las tensiones derivadas de la ocupación tres o cuatro veces más de unos campos en los que el hacinamiento y todos los problemas derivados de ello están provocando.
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