El aumento del gasto militar, fuera de los próximos presupuestos generales
- Escrito por José Luis Centella
- Publicado en Opinión
Se inicia un curso político lleno de incógnitas, entre ellas la propia continuidad del Gobierno de coalición. La negociación de los Presupuestos Generales del Estado será, sin duda, el momento de más tensión en los próximos meses, no sólo por el lógico enfrentamiento entre Gobierno y oposición, sino porque internamente este debate pondrá sobre la mesa serias contradicciones entre los socios del Ejecutivo.
La lógica política nos dice que debería ser fácil el acuerdo dentro del Gobierno para dotarse de unos Presupuestos que reflejen las importantes apuestas sociales que ha sabido poner en marcha durante la legislatura. De esta forma la tramitación parlamentaria debería poner de manifiesto las profundas diferencias con esa derecha del Partido Popular que, también con Núñez Feijóo, anhela que los efectos de la crisis se lleven por delante a la mayoría gubernamental. También con la extrema derecha de Vox, que intensifica su perfil reaccionario para frenar su desgaste.
Lo correcto sería sacar de los Presupuestos cualquier propuesta de subida de las partidas militares. Los recursos deben centrarse en las medidas sociales que den continuidad a las políticas de escudo social aprobadas durante la legislatura
Pero la influencia de la política internacional condiciona la política nacional. Así, el interés de Pedro Sánchez por lucirse en la pasada Cumbre de la OTAN le llevó no sólo a cambiar de posición sobre el Sáhara Occidental, sino a comprometerse a aumentar el gasto militar hasta llevarlo al 2% del PIB en los próximos años.
Este aumento fue uno de los acuerdos estrella del cónclave de la OTAN y tiene dos derivadas: una, de carácter general, busca acelerar una nueva carrera de armamentos desde la base de que ‘un Estado más seguro, es un Estado más armado’. Es una lógica propia de la Guerra Fría y así lo defiende la Directiva de Seguridad Nacional que Joe Biden publicó en marzo de 2021, nada más llegar a la Casa Blanca. Es radicalmente contraria al modelo de seguridad basado en unas relaciones internacionales multilaterales, que sitúen en primer plano la refundación de las Naciones Unidas para ser el marco de la resolución de los conflictos, desde la negociación y partiendo del respeto a la legalidad internacional, asegurando a todos los Estados la seguridad de sus fronteras.
La segunda derivada es de carácter local, en la medida que se debe definir desde qué partidas salen los fondos para aumentar el gasto militar. Las cuentas del Estado siempre tienen un límite, más si cabe en esta etapa de crisis económica, donde es evidente que lo que se suba en gasto militar se restará de medidas sociales que ayuden a las capas populares a mitigar los efectos de esa misma crisis.
Se han observado ya tensiones en el Gobierno en la medida en que sus socios tienen posiciones diametralmente opuestas. De esta forma, situar el debate presupuestario en el aumento del gasto militar sería suicida y abriría las puertas de La Moncloa a ese PP trilero de Núñez Feijóo, instalado en la lógica de que el desgaste gubernamental le llevará a la victoria en las elecciones generales.
Desde esta valoración de riesgos, que puede parecer simplista pero es muy real, debería imponerse la lógica. Aumentar el gasto militar no está incluido en el acuerdo de coalición que sostiene al Gobierno, mucho menos en los acuerdos que permitieron lograr la mayoría que aseguró la investidura, y ni siquiera estaba en el programa electoral del PSOE. Lo correcto sería sacar de los Presupuestos cualquier propuesta de subida de las partidas militares. Los recursos deben centrarse en las medidas sociales que den continuidad a las políticas de escudo social aprobadas durante la legislatura y dejar para más adelante este debate, además de incluirlo como uno de los pilares para discutir en próximas campañas electorales.
El problema radica en que a menudo la lógica política está vinculada a la capacidad de autonomía de un presidente de Gobierno para tomar las decisiones frente a las presiones exteriores. De las consecuencias de ceder ante ellas Pedro Sánchez puede pedir consejo a Rodríguez Zapatero para no repetir su experiencia.
José Luis Centella
Responsable federal de la Conferencia Interparlamentaria de Izquierda Unida y presidente del Partido Comunista de España (PCE), partido del que ha sido secretario general entre 2009 y 2018. Maestro de profesión, fue concejal en el Ayuntamiento de la localidad malagueña de Benalmádena, provincia donde inició su actividad política y por la que fue elegido diputado al Congreso en 1993, 1996 y 2000. En la X Legislatura (2011-2015) volvió a la Cámara Baja como diputado por Sevilla, ocupando la portavocía del Grupo Parlamentario de IU, ICV-EUiA, CHA-La Izquierda Plural.
La Redacción recomienda
Lo último de José Luis Centella
- De ETA, mentiras y la latente amenaza de quienes buscan desvirtuar la campaña electoral
- La Ley de Servicios de Atención a la Clientela o cómo legislar a favor de la mayoría
- Una presidencia de la UE por la paz
- Sumar, una oportunidad para construir un proyecto para ganar las elecciones generales
- Por el pueblo saharaui, en un nuevo aniversario de la fundación de su República