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Malos tiempos para la economía mundial


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El comienzo del curso tras las vacaciones anuncia unas malas perspectivas económicas para el conjunto de la economía mundial. Los países que más están sufriendo las consecuencias de la invasión de Rusia en Ucrania son los menos desarrollados, hasta el punto de que ya comienzan a padecer hambrunas que se podrán extender aún más a medida que las restricciones económicas sigan aumentando. Por un lado, las sanciones a Rusia, y por otro, las consecuencias negativas que se derivan del cierre del grifo del gas por parte de este país. Las dificultades de exportar cereales por Ucrania como consecuencia de la guerra y por el boicot ruso a sus barcos, si bien afectan muy negativamente a todos los países generan una situación dramática en las economías subdesarrolladas.

Vienen tiempos difíciles para los países más avanzados pero no nos deben conducir al catastrofismo. A las dificultades impuestas por la guerra hay que añadir la sequía y los incendios que han tenido lugar este verano tan caluroso. Todo se vuelve en contra

El impacto de la guerra sobre la economía rusa es a su vez muy negativo. En un artículo publicado en Nueva Tribuna el 24 de agosto Gabriel Flores proporciona unos datos basados en el informe del Banco de Rusia publicado con fecha 11 de agosto de 2022. El pronóstico anuncia dos años de recesión y que la recuperación posterior tendrá un bajo crecimiento: en 2022, la caída del PIB sería del -4% al -6%, mientras al año siguiente el decrecimiento será algo menor, situándose en una horquilla más amplia del -1% al -4%. En 2024 se lograría recuperar un reducido crecimiento, del 1,5% al 2, 5% que se repetiría en 2025.

Esta recesión vendrá acompañada de una alta inflación anual media que se situaría en 2022 entre el 12 y el 15%, disminuiría en 2023 (hasta el 5 o el 7%) logrando alcanzar el objetivo deseado por el organismo ruso de un 4% a partir de 2024. Estas cifras resultan bastante verosímiles al provenir de un organismo ruso y que se caracteriza por el rigor en su elaboración. No describe desde luego un panorama muy alentador para una economía que está siendo víctima de una guerra que ha iniciado y que se ha vuelto en su contra. Habida cuenta, además, de que Rusia es una economía poco desarrollada sin Estado del Bienestar y con una elevada desigualdad, el efecto que todo esto tiene sobre la población fundamentalmente más vulnerable es realmente trágica. Las privaciones afectan no solamente a la parte de la población de bajos ingresos, que son los que se encuentran en una situación más dramática, sino que gran parte de la población que ya tiene un bajo nivel de vida se hundirá en una situación de supervivencia. Cabe preguntarse si esto no acelerará el fin de Putin y con ello el final de la guerra… No parece posible que se produzca una rebelión ciudadana por diferentes razones ni que se vaya a dar un golpe de Estado por parte de los militares. Por otra parte, a Putin le importa poco el bienestar de su pueblo. Todo hace suponer que se está ante un conflicto largo con consecuencias tan negativas como las que se están produciendo.

Los países desarrollados no se encuentran en una situación tan desfavorable, pero que en ningún caso hay que minusvalorar. Vienen tiempos difíciles para los países más avanzados pero que no nos deben conducir al catastrofismo. A las dificultades impuestas por la guerra hay que añadir la sequía y los incendios que han tenido lugar este verano tan caluroso. Todo se vuelve en contra y en varios países de la Unión Europea se están dando restricciones de agua. Se están pagando los platos rotos de no haber potenciado más las energías renovables y de combatir con un grado de eficacia el cambio climático y la desigualdad. Esta experiencia deberá servir, aunque lo dudo, para iniciar acciones contundentes hacía la necesaria y urgente transición ecológica. Se está ante un agotamiento de un modelo de desarrollo y hay que ser consciente de ello.

Quien desde luego no es consciente de los graves problemas que acechan a la economía mundial, europea y española es la derecha de nuestro país, tan corta de miras y tan indocumentada que no tiene ningún proyecto económico solvente para afrontar una realidad tan compleja.

Catedrático emérito Universidad Complutense.