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Il risorgimento


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El principal problema surge cuando intenta explicar por qué le ha tocado la lotería o cualquier otro accidente de la vida sin motivo ni razón. Los dioses se inventaron precisamente para controlar lo inexplicable: sea como mediadores o como última ratio. Si espera respuesta le diré que la diosa Fortuna es quien decide cada sorteo. Por eso póngale perejil a San Pancracio, que tiene mucha mano con Fortuna.

En una versión política, se confirma que tanto Ciudadanos, como Podemos o Vox no saben realmente de qué les vino o les viene su apoyo electoral. En ese no saber, Ciudadanos busca refundarse sin conocer que fue hijo de la ocasión. Sin ocasión, de nada vale refundación. El otro caso interesante es Podemos, otro hijo de la ocasión y la indignación con un mal autodiagnóstico. En Galicia hablan de “resurgimiento”, lo que indica que no se enteran. Podemos y resurgimiento es un oxímoron ideológico. Hasta qué punto se obceque en defender ser el marco de lo que empieza se sabrá en junio.

Para la historia de la ciencia política, Podemos será un excelente ejemplo de cómo se puede cuadrar (supervivencia de los cuadros) la esperanza perfecta que fueron los círculos ciudadanos, los movimientos sociales que aspiraron a una nueva política. Así, es fácil quedarse a cuadros con las críticas a Yolanda Díaz por querer formar una plataforma que aglutine expectativas (¿no eran eso los círculos?), una alternativa a las organizaciones políticas puras (partidos), como ya es Podemos. Quizás ese es el quid de la cuestión. Que Sumar proponga ser los círculos 2.0; aquello que quisieron ser y no pudieron (o no les dejaron), les puede.

Existe, váyase a saber por qué, la teoría de que lo que interesa a los medios y a los políticos es lo que interesa a los ciudadanos y a la opinión pública. En esa teoría aplican espuela y fusta en cada oportunidad. Reforma del delito de sedición, toma espuela de escándalo. Ante tal espoleo, la opinión pública debería de saltar como caballo encabritado y correr enloquecido. Así, no basta con que las noticias se conviertan en la correa de transmisión de estados de ánimo al servicio de intereses concretos. Para que el cuarto poder sea poderoso, además de crear la música ambiente tiene que ser aguijón y motivo que agite no solo el trote, sino también el galope. Ese es el ideal al que aspira el cuarto poder: ser la purga de Benito de la opinión pública. Curiosa idea la de que si Feijóo se rasca a la sociedad le pica…

La experiencia no indica tal cosa. Los movimientos significativos en la opinión pública son de naturaleza tectónica. O se produce la liberación de una energía cumulada que presiona sobre las paredes electorales (originariamente los electorados de Podemos, Ciudadanos o Vox) o una erupción de indignación. Hace falta algo de magnitud para que tiemblen las estructuras electorales. Hasta ahora, todo va de I o máximo II en la escala Mercalli: perceptible por instrumentos instrumentalizados (microsismos de portavoces) o sentido por algunas personas, generalmente tertulianos en reposo.

Ya en esas, propongo que se evalúen los impactos sísmicos en la opinión pública de la crítica del PP según la escala Richter. Menos de 3,9 generalmente no se percibe. Entre 4 y 4,9 es perceptible, pero con daños electorales poco probables; entre 5 y 5,9 se percibe y causa daños menores en organizaciones políticas muy debilitadas. Entre 6 y 6,9 puede causar daños severos en un área delimitada, como puedan ser las elecciones locales o autonómicas. De 7 a 7,9 es un movimiento sísmico mayor que puede afectar de forma mucho más amplia (como al PP en 2018). El último que interesa es el de nivel 8 a 8,9, un gran terremoto como el que causó el intento de golpe de estado de febrero de 1981 y que produjo una onda electoral de varios lustros.

Andan dando espuelas a los microsismos, más que nada para levantar polvo y ocultar las políticas sociales del gobierno. Polvaredas mediáticas sobre la reforma del delito de sedición y ahora la ley del “solo sí es sí”, están en lo que están. De esta última hay aprendizaje para el mundial.

Cuando el otro equipo (por ejemplo, el PP) echa a rodar una bola, sea valla, sedición o sí es sí, lo que procede es sacarla rasante del campo de juego lo antes posible o jugarla con calma. Que los medios de derechas la jueguen triangulando y tirando balonazos reiteradamente a puerta es lo natural. Pero estos juegan en las bandas, y solo les atienden su bando. Y en estas, llega la pelota de las revisiones de sentencias del sí es sí y con los nervios la patean bien alto. Que se vea en todo el campo de juego. Lo que es una anécdota de técnica jurídica lo elevan a categoría política. La izquierda tiende a no hacer mucho caso a la derecha, pero advierte que algo ha pasado cuando la izquierda reacciona con virulencia. Lo dice Newton, si tiras la pelota hacia arriba cuenta con que volverá al campo de juego de la agenda. Y otra vez tiqui-taca mediático para rato.

Catedrático de Sociología Matemática.