Por qué en España no hay frontera entre la derecha y la extrema derecha
La derecha conservadora europea, la alemana de Merkel, la francesa de Macron, se blindan totalmente contra la extrema derecha. Mantienen los límites ideológicos y políticos fuertemente sellados contra ella. Y en sus actos políticos y en sus declaraciones, trazan con plena nitidez la divisoria entre la democracia y la antidemocracia que es, precisamente, lo que las distingue del extremismo. La Europa de las libertades, les apoya. Sin embargo, en España contemplamos cómo la derecha local se mezcla sin problema alguno, incluso se confunde, con la extrema derecha. Prueba de ello es que Vox, partido de la extrema derecha, surgió de una escisión del Partido Popular. Y pese a ello, el dirigente hoy de este partido, Pablo Casado, acuerda, pacta, gobierna en distintas regiones y acosa anticonstitucionalmente al Gobierno democrático legítimo en comandita con quien, precisamente, se escindió amenazadoramente del partido matriz. Así, Casado se ve arrastrado por Vox hacia su propia consunción. Pero no parece darle importancia y sigue con él su siniestro baile en el que acabará por ser engullido. Hasta la derecha económica le alerta de tal riesgo, pero el imberbe líder del PP no hace caso porque, en el fondo, piensa que Abascal es su colega natural y entre ellos cree saber que no hay diferencias aparentes. Con tal trayectoria, cierra el paso a un centro derecha democrático, necesario para aunar con la izquierda esfuerzos con los que afrontar eficazmente una crisis total como la que la pandemia del Covid-19 impone a España y al mundo.
- Publicado en Opinión