La justificación del Kremlin, que argumentaba que la invasión de Afganistán, se había llevado a cabo, para proteger a ese país de una agresión extranjera, se demostró rápidamente falsa y, por el contrario, enseguida se apreció claramente, la instauración de un régimen que favorecía los intereses soviéticos. Siguiendo el ejemplo, desarrollado medio siglo antes en sus repúblicas de Asia Central, Moscú impulsó una política de sovietización de la sociedad afgana: el sistema educativo y los servicios públicos y sociales, adoptaron el modelo soviético. Y las instituciones, ya fueran culturales o políticas, estaban bajo control del ocupante. El adoctrinamiento se iniciaba en la escuela, continuaba en la universidad y, en ambos casos, alumnos y profesores, estaban sometidos a vigilancia política. El ruso desplazó al inglés, como primera lengua extranjera de la enseñanza. Los estudios de Humanidades, vieron incorporados cursos sobre historia del comunismo. Y la literatura mundial, se dedicó exclusivamente al estudio de textos de Marx, Lenin, Castro, y destacados escritores comunistas europeos y latinoamericanos. Los departamentos de lengua rusa y española (castellano), esta última enseñada por profesores cubanos, se vieron favorecidos, y ambos idiomas se convirtieron en obligatorios.