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Subida del salario mínimo frente al relato del apocalipsis


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Finalmente el gobierno y los sindicatos mayoritarios han acordado la elevación del salario mínimo en un ocho por ciento, cumpliendo así su compromiso de alcanzar el sesenta por ciento de la mediana del salario, en la línea de la Carta Social Europea. Con esta subida, el Gobierno en la actual legislatura ha elevado este indicador en casi un cincuenta por ciento. Con ello, dos millones y medio de trabajadores se verán beneficiados de la subida, con un perfil mayoritario de “una mujer, de entre 16 y 34 años, y con contrato temporal en el sector agrícola o de servicios”.

Una vez más, como en años anteriores, la patronal no se ha querido comprometer con la subida del salario mínimo, pero además en esta ocasión ausentándose de la reunión con el argumento de que el estudio de los expertos que fijó una horquilla de entre el 4,6% y el 8,2% no bastaba y que para mantener su presencia en la mesa de negociación eran requisitos imprescindibles tanto una propuesta concreta del gobierno como la indexación equivalente de la cuantía de los contratos de la Administración con las empresas . Un desplante totalmente injustificable, si no lo es a la luz de la nueva estrategia de confrontación de la patronal con el gobierno en coincidencia con la de la oposición política a raíz del precedente de la ruptura unilateral del diálogo con la excusa de la decisión del ministerio de incrementar las inspecciones a empresas en sitacion de despido colectivo.

Esta nueva subida del salario mínimo acordada con los sindicatos se inscribe en la misma senda de las recomendaciones de la Unión Europea y de los organismos internacionales, así como de los incrementos acordados por los principales gobiernos europeos ante la escalada inflacionista, unas subidas que han ido desde más del ocho por ciento de Portugal al catorce en Alemania e incluso por encima del veinte por ciento en los países más afectados por la inflación como Letonia.

Los argumentos esgrimidos desde posiciones conservadoras de la ruina y el apocalipsis de la economía, por lo que serían sus poco menos que catastróficas consecuencias para el empleo, no solo han quedado minimizados en las conclusiones de sucesivos estudios, tanto de uno como de otro signo, sino que sobre todo han sido desmentidos por la realidad con la mejora sustancial del empleo y de su calidad a lo largo de estos años de revalorización del mismo. Se ha demostrado que desde la política es posible lograr el incremento y la dignificación del empleo mediante medidas como la revalorización del salario mínimo y la reforma laboral en un contexto de un fuerte crecimiento económico.

Buena parte de esta nueva subida del salario mínimo, como ha ocurrido con la revalorización de las pensiones, irá destinada además al pago de la vivienda, de la energía y al consumo, favoreciendo no solo las condiciones de vida de los sectores con menor nivel de renta y con ello la lucha contra la pobreza y las profundas desigualdades existentes en nuestro país, sino favoreciendo al tiempo la actividad económica general y la generación de nuevos empleos. Hasta el líder de la oposición, tan dado al discurso de la ruina y tan reticente con la revalorización de las pensiones se ha sumado al acuerdo para la nueva elevación del salario mínimo, en el marco del debate del Senado con el presidente del gobierno, aunque con la salvedad de su necesaria inclusión en un pacto de rentas, responsabilizando con ello al gobierno y no a los empresarios de la elevación de los salarios de las clases medias para el mantenimiento de su poder adquisitivo. Entre tanto, la inflación subyacente triplica los salarios y los beneficios empresariales, según el Banco de España, multiplican por siete unas subidas de los salarios del entorno de apenas dos puntos y medio.

Lo cierto es que estas son las poderosas razones para que todavía no haya sido posible, ni siquiera sentarse a negociar el mencionado pacto de rentas. Las mismas razones e intereses por los que la patronal ha dado un portazo a la negociación del salario mínimo. Por otra parte, ya desde el mes de Mayo, la CEOE se ha levantado de la mesa sobre empleo y salarios y ha mostrado su rechazo a un posible acuerdo estatal que sirviese de impulso a la negociación de los correspondientes convenios colectivos. Esta es base imprescindible de cualquier pacto de rentas, que por lo que parece, la patronal no piensa facilitar.

 

Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.

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