La moción fracasó, pero dicen que todos perdimos
- Escrito por Gaspar Llamazares Trigo
- Publicado en Editoriales
Finalmente la moción fracasó en todos y cada uno de sus objetivos: Ni se derrotó al gobierno de coalición ni se presentó un proyecto y un programa de gobierno alternativo, ni tampoco se fue capaz de hacer una crítica minimamente creíble, de tan burda y borde, y ni tan siquiera se despejó la ambigüedad calculada del PP como partido mayoritario de la derecha, que coincidiendo en las razones y en la estrategia de deslegitimar y desbancar al gobierno a toda costa, no lo ha hecho con respecto al proyecto ni con el candidato.
La excusa esgrimida para el voto de abstención por respeto al candidato no tiene un pase, que estaba prevista desde el mismo momento del anuncio de la moción hace ya varios meses, cuando todavía no se conocía el candidato ni se había presentado ni registrado la moción de censura. Y es que el tándem entre la derecha y la ultraderecha en el gobierno, que comenzó en Castilla y León, es ya la seña de identidad de la dirección de Núñez Feijóo.
Por otra parte, y a pesar de las provocaciones de sus promotores, así como del propio candidato, el Congreso respondió desde una altura inesperada de normalidad, seriedad y contundencia al intento de instrumentalizar de forma espuria la moción de censura y el propio debate para degradar su imagen. Las críticas al formato reglamentario y las referencias del portavoz y del candidato al Congreso como corazón de la democracia entran dentro de la especialidad del cinismo político.
Sin embargo, para buena parte de los medios de comunicación de la derecha, Vox como promotor del esperpento de moción de censura al parecer finalmente ha salvado los muebles, el discurso de Abascal y del candidato apenas se han diferenciado, después de semanas de contradicciones, y la huída de Feijóo y del propio PP que se han puesto de perfil para no significarse, finalmente se ha desarrollado sin estridencias y sin necesidad de romper sus relaciones de buen rollo con la ultraderecha, a diferencia de la primera moción de Censura y de la imagen de ruptura de relaciones por parte de la anterior dirección de Pablo Casado. Y es que además la mayoría parlamentaria de la izquierda y los nacionalistas cerraron filas frente a un más que previsible entendimiento futuro de la derecha con la ultraderecha.
Para estos mismos medios, el gobierno y la mayoría parlamentaria, a pesar de una respuesta muy cohesionada y de un resultado en votos muy mayoritario frente al sí de la ultraderecha y la abstención de la derecha, en el fondo no han ganado ni han salido fortalecidos de la moción de censura. Según ellos porque mantienen sus diferencias y porque siguen estando poco menos que de retirada, ya que el cambio de ciclo político hacia la derecha, según sus propias encuestas, ya se ha producido o si no es poco menos que inexorable.
Por eso, inmediatamente se han puesto a glosar las diferencias entre Podemos y la futura candidata de Sumar, y a conectar la dimisión de la directora de la guardia civil con los EREs de Andalucía y el caso del Tito Berni. No se han dado cuenta que tirando del hilo también ponen de manifiesto la gestión corrupta del ministerio del interior con Fernández Díaz en casos como la trama Kitchen y las adjudicaciones de los cuarteles.
Como mucho, reconocen que los dos partidos del gobierno de coalición han utilizado, dicen que también instrumentalizado, la moción de censura para hacer un balance triunfalista de su gestión compartida y presentar una agenda y un programa sobre lo que aún les queda por hacer al PSOE y a Sumar de cara a las próximas elecciones generales. Tambien para descalificar el vacío programático y de proyecto de la derecha, pero sobre todo para denunciar las coincidencias en la estrategia de las derechas y sus carencias como próxima alternativa de gobierno. Ahora comienza una larga campaña electoral entre las estridencias de la ultraderecha de Vox y el escapismo de la derecha del Partido Popular. De los miembros del gobierno y de sus apoyos parlamentarios dependerá que se imponga la lógica de las soluciones a los problemas mediante el diálogo y los acuerdos.
Gaspar Llamazares Trigo
Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.