La izquierda existe y además resiste
- Escrito por Gaspar Llamazares Trigo
- Publicado en Editoriales
El resultado electoral de las elecciones generales ha sido una sorpresa, no solo para los que como el partido popular estaban convencidos de ganar y especulaban incluso con la posibilidad de hacerlo en solitario, esgrimiendo en todo caso su derecho a gobernar como la lista más votada, cosa que ellos le niegan a sus adversarios, sino también para una parte de la izquierda que consideraba poco menos que inevitable el cambio de ciclo hacia la derecha. Sobre todo como consecuencia de la opinión publicada así como de la publicación machacona de la mayoría de las encuestas que así lo aseguraban en el último año, y con el precedente más cercano de un resultado claramente adverso en las últimas elecciones autonómicas y municipales.
Sin embargo, el resultado de estas elecciones generales ha desmentido tanto las previsiones agitadas por las derechas como las impresiones sentidas por una parte de la izquierda. Así, la derecha del PP, si bien ha absorbido como se esperaba la gran mayoría del voto de Ciudadanos y también una parte del de Vox, el resultado hasta ahora no parece que le haya permitido romper el bloque de la izquierda y con ello conseguir la mayoría en alianza con la ultraderecha, ni mucho menos llegar a la mayoría absoluta y a un gobierno en solitario, como en su momento se produjo en la comunidad autónoma de Andalucía. Sobre todo, porque la izquierda en su conjunto ha resistido el embate, movilizando a la mayor parte de su electorado y manteniendo sustancialmente su número de diputados, es cierto que en menor medida que la derecha, pero con mucha mayor capacidad de tejer alianzas con los partidos nacionalistas e independentistas, una capacidad labrada con acuerdos durante toda la legislatura. Algo esencial de cara a una futura votación de investidura.
Ya hay quien asegura que la izquierda ha logrado movilizar a sus votantes, hasta entonces decepcionasos o dormidos, gracias al revulsivo de la campaña de miedo apoyada en la entrada de la ultraderecha en más de cien gobiernos locales y en la mayoría de los gobiernos autonómicos con el PP en minoría y sobre todo como rechazo a sus primeras medidas negacionistas de la violencia de género, del cambio climático o de la Agenda 2030, a la que otros añaden la estrategia del voto útil al partido mayoritario de la izquierda en el último momento de la campaña, como si ya se hubieran agotado sus últimas reservas electorales.
Se pretende ocultar con todo ello el balance de una legislatura con muchos más aciertos que errores, logrado además en unas condiciones extremas de encadenamiento de catástrofes como una pandemia sin precedentes cercanos, unida a los efectos económicos negativos de una guerra en las fronteras de Europa en los precios al consumo y a las consecuencias del cambio climático en forma de olas de calor, haciendo además compatible el mantenimiento del tejido económico con la mejora del volumen y la calidad del empleo y la protección de los sectores y colectivos más vulmerables. También con la superación de los errores y avatares de las fuerzas políticas de gobierno, como por ejemplo la recomposición en el proyecto de Sumar de buena parte de la izquierda existente al margen del PSOE. Por eso hay quien recurre incluso al esperpento del calor del verano, de las supuestas dificultades voto por correo y de los problemas de los medios comunicación de última hora en una menor participación y desmovilización del voto de la derecha para explicar la frustración de sus expectativas infladas por las encuestas.
Cuando lo cierto es que lo que ha fracasado ha sido por el contrario la estrategia que comenzó con la moción de censura y se acentuó con el gobierno de coalición progresista consistente en la sistemática deslegitimación y desestabilización del gobierno socialcomunista y en particular de sus apoyos parlamentarios independentistas liderada por la ultraderecha. Una estrategia encaminada a la desmotivación y desmovilización del votante templado de la izquierda, a la que se han ido sumando tanto la derecha política como la gran mayoría del poder económico y de los medios de comunicación en defensa de sus intereses y que ha culminado con la proclama de la derogación del sanchismo y el carácter plebiscitario de las elecciones locales y autonómicas, a lo que hay que añadir la entrada de las empresas de encuestas como grupos de influencia en la liza para la activación del voto conservador y la desactivación del voto progresista de los ciudadanos, más que a realizar su labor como es detectar sus tendencias.
Al final, la movilización electoral de la izquierda ha resistido frente a la mencionada estrategia de deslegitimación del gobierno y de desmotivación del electorado, poniendo en valor la injustamente denostada política de avances sociales y de derechos civiles desarrollada por el gobierno, realizada además en condiciones muy difíciles, y por tanto abriendo la puerta a su continuidad o bien a su posible reválida en una nueva convocatoria electoral. Porque al contrario de la proclama presidencialista consistente en que gobierne el más votado, lo que funciona en nuestro sistema constitucional parlamentario es la capacidad de ganar una mayoría suficiente en el momento de la investidura como garantía de apoyo al gobierno.
Gaspar Llamazares Trigo
Médico de formación, fue Coordinador General de Izquierda Unida hasta 2008, diputado por Asturias y Madrid en las Cortes Generales de 2000 a 2015.