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EE.UU., años treinta: supremacismo blanco, linchamientos y “fascismo”


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Claude Neal era en un granjero afroamericano de 23 años -en 1934- que fue arrestado en el condado de Jakson, Florida, el 19 de octubre de 1934 por, presuntamente, matar y violar a Lola Cannady, una chica blanca de 19 años, desaparecida desde la noche anterior. Se recogieron pruebas circunstanciales en su contra, pero ninguna de ellas lo vinculaba directamente al crimen. Cuando se conoció la noticia del homicidio, comenzaron a formarse turbas de linchadores blancos. A fin de mantenerlo a salvo, el alguacil del condado, Flake Chambliss, lo trasladó de varias cárceles, incluida la del condado de Brewton, Alabama, a 160 km de distancia. Ello no fue obstáculo, sin embargo, para que una turba compuesta por 100 hombres blancos de Jakson escuchara dónde estaba y lo trajera de vuelta al condado floridense.

La hora y el lugar del apaleamiento se proporcionaron con antelación a los medios de comunicación y hubo difusión a nivel nacional, lo que atrajo a una gran multitud (aproximadamente 5000 personas). Se había anunciado que el macabro espectáculo se llevaría a cabo en la granja Cannady, pero la multitud se rebeló y un grupo más reducido asesinó a Neal en secreto. Fue torturado y mutilado antes de ser ahorcado en un paraje a lo largo del río Chattahoochee, cerca de Greenwood, al norte de Florida.1

Según afirma Sara Churwell, profesora de literatura norteamericana y humanidades en la Universidad de Londres, Neal fue quemado y castrado, se le colocaron los genitales en la boca y se le obligó a decir a los torturadores que le gustaba su sabor. Una vez muerto, la multitud corrió al lugar donde había sido dejado y orinó sobre su cadáver mutilado al que luego colgaron en el juzgado de Marianna.

La prensa alemana hizo circular fotos del desdichado granjero cuya muerte describieron con agudos comentarios editoriales en los que se afirmaba que los Estados Unidos “debían poner orden en su propia casa” antes que censurar el trato que otros gobiernos daban a sus ciudadanos. La prensa norteamericana se hizo eco también de la reacción de los diarios germanos ante lo sucedido en Florida. Así, el Pittsburg Courier titulaba: “Dejen de linchar negros, responden nazis a críticos estadounidenses.”

El Courier era uno de los muchos periódicos afroamericanos que no solo hallaban afinidades entre el III Reich y los Estados Unidos segregacionistas, sino que buscaban también establecer conexiones causales. “Hitler aprende de los EE.UU” se podía leer en el rotativo pensilvano ya en 1933 al informar que las universidades alemanas -bajo el nuevo régimen nacionalsocialista- explicaban que tomaban sus ideas “de los pioneros estadounidenses Madison Grant y Lothor Stoddard y que la “demencia racial“ en EE.UU brindaba a la Alemania nazi “un modelo para perseguir y oprimir a sus propias minorías.”

Por su parte, el diario afroamericano New York Agese preguntaba a su vez si Hitler había estudiado “bajo la tutela de los líderes del Ku Klux Klan.” La referencia a Madison Grant (Nueva York, 1865-1937) no era gratuita. Se trataba de un abogado, antropólogo, teórico racial y eugenista, autor del libro The Passing of the Great Race [La caída de la gran raza] publicado en 1916. He aquí un fragmento del mismo:

Un sistema rígido de selección para eliminar a los débiles o inadaptados —es decir, a los fallos sociales— solucionaría toda la cuestión en cien años y nos permitiría además librarnos de los indeseables que atestan nuestras cárceles, hospitales y manicomios. El individuo mismo puede ser nutrido, educado y protegido por la comunidad durante toda su vida, pero el Estado, mediante la esterilización, debe cuidar de que su línea termine con él, o de lo contrario caerá sobre las generaciones futuras la maldición de una carga cada vez mayor de equivocado sentimentalismo. Es esta una solución práctica, compasiva e inevitable para el problema en su conjunto, que se puede aplicar a un círculo cada vez mayor de descartes sociales, comenzando siempre con el criminal, el enfermo, y el loco, y extenderse gradualmente a tipos que podemos llamar débiles más que defectuosos y quizás en última instancia a los tipos raciales sin valor.2

Este libro era considerado por Hitler como su “Biblia.”

Hay que decir que los linchamientos no eran ninguna novedad en los estados del sur.

James Yates en su libro De Mississipi a Madrid. Memorias de un afroamericano de la brigada Lincoln (La Oficina Baam, 2011) narra lo que significaba para un negro y vivir en estado segregacionista como el de Mississipi gobernado entre 1916-1919 y 1928-1932 por el demócrata Theodore G. Bilbo, enemigo encarnizado de la población de color y donde el Ku Klux Klan campaba a sus anchas.

Yo vivia en un Estado gobernado por Bilbo y el Ku Klux Klan, que cometieron las peores atrocidades contra la población negra. Durante mis últimos años allí, de 1917 a 1922, más de cincuenta negros fueron linchados. El número sería el doble si las grandes aguas del río Mississipi pudieran mostrar los cuerpos que ocultaban. Fui testigo de alguno de aquellos linchamientos. Miles de hombres negros escaparon de las palizas, pero tuvieron que cumplir largas condenas a trabajos forzados. Sufrieron una muerte lenta, torturados por gente como Bilbo. Cuando los soldados negros regresaban de la Primera Guerra Mundial, eran encarcelados si no se quitaban el uniforme en el plazo de tres días instaurado por la autoridad local.3

Los linchamientos fueron precisamente una de las causas de la emigración masiva de negros al norte. Hubo más de 4400 afroestadounidenses apaleados entre 1877 y 1950, según ha documentado la organización por la igualdad racial Equal Justice Initiative (EJI). Esta asociación con sede en Alabama ha llevado a cabo un estudio titulado “Linchamientos en Estados Unidos: confrontando el terror racial” en el que han hallado unos 800 casos de muertes de este tipo no documentadas hasta ahora.

En este contexto, la invasión de Etiopía en 1935 por parte de Mussolini fue vista por la mayoría de los afroamericanos como otro intento más de los blancos de destruir a a los negros y en la mayoría de las grandes ciudades como Los Angeles, Detroit, Boston o Nueva York hubo manifestaciones de apoyo al pueblo abisinio. El 2 de mayo de 1936, apenas diez semanas antes del golpe de estado en España, Haile Selassie (Ejersa Goro, Etiopía, 1892- Addis Abeba, 1975), último monarca en ocupar el trono imperial etíope se exiliaba.

En aquellos días, asimismo, el periodista e historiador jamaiquino-estadounidense Joel August Rogers afirmaba: “El fascismo estadounidense ya tiene sus negros”. Langston Hughes, (Joplin, Misuri, Estados Unidos, 1902- Nueva York, 1967), poeta, novelista y columnista norteamericano de color estuvo en España en 1937 y declaró que “Franco con una capucha sería un miembro del Ku Klux Klan. El fascismo es lo que será el KKK cuando se combine con la Liga de la Libertad y empiece a usar ametralladoras y aeroplanos en lugar de metros de soga.4

Ese mismo año 1935, William Edgard Burghard Du Bois publicó Black Reconstruction in America. Esta obra, fundamental en la historiografía revisionista afroamericana apareció entre el tumulto de la persecución a los Nueve de Socottsboro5 y la medalla de Jessie Owens en las Olimpiadas de Berlín. No es una coincidencia, entonces, que Du Bois afirmara más de una vez que el supremacismo blanco de EE.UU segregacionista podría ser considerado “fascismo.” Muchos años más tarde, Robert Paxton en The Anatomy of Fascism (Nueva York: Alfred A. Kpnof, 2004) afirmaba que había buenas razones para considerar al primer Ku Klux Klan durante la reconstrucción del sur como el primer movimiento fascista del mundo.

En 1937, Curt Riess, el corresponsal en Estados Unidos del diario francés Paris-Soir, tiene un encuentro con “un negro inteligente y culto” que ha recopilado una muy interesante documentación sobre los linchamientos. El periodista, horrorizado, da cuenta de estas “estadísticas de las atrocidades.” En cincuenta años, “4 674 negros han sido quemados” titula el periódico. Tal información forma parte de una serie de reportajes del reportero. En su crónica del 14 de octubre de 1937, Curt Riess se hace eco de diversos casos de negros que corrieron la misma suerte de Claude Neal, esto es, muerte a manos de turbas “descontroladas”en diferentes estados.

Florida: Tampa, condado de Hillsborough: Robert Johnson, negro, condenado por robo de gallinas. Fusilado por autores desconocidos.

Pensilvania: Hazard, condado de Perry: Rex Scot, negro acusado de haber golpeado a un blanco. Es arrebatado a la policía y ahorcado.

Mississippi: Lambert, condado de Bolivar: Joe Love e Isaac Thomas, negros, acusados de una tentativa de violación. Ambos son aarrebatados de la policía y ahorcados.. 312

Mississippi: Pelahatchie, condado de Rankyn : Henry Bedord, negro. Es flagelado hasta la muerte por haber hablado irrespetuosamente a un blanco.

Tennesse Manchester, condado de Coffee: Richard Wilkerson , negro, es asaltado y apalizado por haber golpeado a un blanco. Autores desconocidos.6

Ya casi terminando-aunque el tema daría para mucho más, obviamente- hay que hacer referencia al Christian Front, activo políticamente desde 1938 a 1940, dirigido por el sacerdote de radio Charles Coghlin (Hamilton, Ontario, Canadá, 1891- Bloomfield Hills, Michigan, 1979). Coghlin Contaba con varios miles de miembros, sobre todo en el área de Nueva York y entre americanos de origen irlandés. Su programa de radio, de un antisemitismo virulento, transmitía regularmente ideas extraídas del falso Protocolo de los Sabios de Sión a una audiencia que llegó a alcanzar los treinta millones. Quienes lo escuchaban a fines de 1938 pudieron oírle justifiar la Kristallnacht [Noche de los cristales rotos] bajo el argumento que había sido una “represalía” contra los judíos por haber asesinado a más de veinte millones de cristianos y robado miles de millones de dólares de “propiedades cristianas.7

Finalmente, años antes, en 1933, se había fundado un movimiento llamado Hitler's American Friends que, con el tiempo, cambiaría su nombre por el de German American Bund. Este organizó numerosos actos en el Madison Square Garden neoyorquino incluido el mitin del 20 de febrero de 1939 anunciado como Mass-Demonstration for true Americanism al que asistieron más de veinte mil personas. En el escenario, una pancarta gigantesca mostraba a George Washington flanqueado por esvásticas y mil doscientos“soldados de asalto” estaban apostados en los pasillos donde hacían el saludo nazi. Era 1939 y en pocos meses estallaría la guerra.

BIBLIOGRAFÍA

Churchwell, Sara “El fascismo estadounidense no es algo nuevo.” En: Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, 2019

Riess, Curt1937: Lynchages en Alabama, “un palmarès de sang et de terreur” En: Paris- Soir, 14 de octubre de 1937.Reproducido por Le Monde del 13 de junio de 2020.

Serra, AlfredoLos muchachos de Scottsbsoro: la injusta condena a nueve negros en el juicio más racista de la historia de Estados Unidos” En: INFOBAE, 31/03/2018 ,En: https://www.infobae.com/america/eeuu/2018/03/31/los -muchachos-de-scottsboro-la-injusta-condena-a-nueve-negros-en-el-juicio-mas-racista-de-la-historia-de-estados-unidos/

Yates, James “Sobrevivir a la infancia. En:”De Mississipi a Madrid. Memorias de un afroamericano de la Brigada Lincoln. Madrid: LaOficina/Baam, 2011. Dídac P. Larriaga

WEBGRAFÍA

Lynching of Claude Neal” En: Wikipedia. The Free Encyclopedia. (Consulta 09/01/2021). Disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Lynching_of_Claude_Neal

Madison Grant” En: Wikipedia. The FreeEncyclopedia.(consulta 10/01/2021). Disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Madison_Grant