La violencia, pese a su mala prensa justificada, y desde un punto de vista políticamente incorrecto, es sumamente eficaz, ejercer una acción violenta es un camino directo para conseguir lo que uno quiere sin pensar en las consecuencias, siempre que se tenga más fuerza; imponer esta fuerza lleva a conseguir las cosas inmediatamente, pararse a convencer y dialogar sería, a corto plazo perder el tiempo. Cuando además la violencia se usa desde una posición de oposición o protesta también resulta eficaz porque llama la atención, rompe los cimientos establecidos si persiste en el tiempo y puede provocar acciones de respuesta que convierta a los agresores en mártires, la violencia llama a la violencia y concita violencia, en una espiral sin freno, la violencia es llamativa, a más extrema, más llamativa y transgresora.