Si te entrego mis ojos con la mirada baja
verás tu soledad,
tu insuficiente pompa,
la abdicación absurda de reflejarte muerto.
Tantas veces los años,
ni siquiera ambiciosos,
llevándonos a Persias imposibles.
Qué duro ser consciente
Fuera madrugo,
rindo mi mejor ley
a los horarios
por si acaso mi nombre
no acertara a burlarse de sí mismo.
Viajada noche,
concluye el solo reino,
la altura que no sabe y nada ostenta,
la abdicación del cóndor.
Cuando viajar es derruir un templo oscuro