El arrepentimiento
Todos tenemos nuestros mitos. Yo, sin ir más lejos, celebro cada 29 de diciembre el aniversario de la muerte de Andrei Tarkovski, proyectando, gracias al DVD, su última película a los amigos que me quieren acompañar: SACRIFICIO. Una vez que los títulos de crédito han terminado con el acompañamiento de Bach, aparece un padre con su hijo queriendo plantar un árbol al lado de la playa. “ven aquí, ayúdame hijo mío. ¿Sabes? Érase una vez un hombre viejo que vivía en cierto monasterio. Plantó un árbol seco en la colina, justamente como lo hacemos nosotros, y ordenó a sus discípulos que regaran el árbol cada día hasta que brotara la vida… Cada día por la mañana llenaba un cubo de agua, subía a la colina y regaba el árbol por la tarde, hasta que pasados tres años escaló la colina y el árbol estaba lleno de flores” La tarea que hace ahora el padre con su hijo no es posible, el árbol que riegan nunca florecerá, plantado junto al mar en una zona pedregosa. Es un árbol muerto. Sin embargo es un cuento maravilloso para explicar la fe.
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