Fascismo más neoliberalismo, horror absoluto
Ninguna libertad para los enemigos de la libertad. El lema del Club de los Jacobinos no se aplica hoy ni en las sociedades europeas ni en la transatlántica. Y ello pese a verse agredidas ambas, en el terreno de las ideas y de los hechos, por una variante innovada del principal enemigo de la libertad, el fascismo, la furia parda. Algunos dicen que lo que hay ahora en escena no es propiamente fascismo. Cierto. Es peor aún, si cabe. Se trata de una alianza tóxica que mezcla dos componentes criminales: el estilo chulesco, señoritil y clasista, típico del fascio de los matones; y el discurso neoliberal más desalmado del capitalismo financiero, que los nuevos exponentes del fascismo renovado adoptan ya sin rubor. Se han olvidado de su tan denostada plutocracia, para plutocratizarse ellos mismos sin dudas ni reparos. Por eso sintonizan y se excitan con los gestos exaltados de Donald Trump; con la altanería chulesca de Boris Johnson y con las bravuconadas de Jair Bolsonaro, propias de un iletrado voluntario.
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