Tres
(1) "No a todos gusta tener talento". Recordando a Severo Sarduy
Sí, soy barroco por excelencia. Ser barroco es ser derrochador por placer. La furia de las imágenes me arrastra compulsivamente y estoy seguro que nací antes de mi nacimiento. Soy barroco, soy galáctico. La historia, que iguala y confunde todo, me susurra al oído que involuciono, que soy un intelectual analfabeto porque siempre leo los mismos autores. La historia es una compostura que se ha apropiado de la literatura y ésta de la pintura, pinta dimensiones, formas y colores con palabras. Vivo, para colmo, sumido en la nebulosa argótica del lenguaje madrileño, del "qué flipe tronco", que produce un regusto fonético a la perspicacia de mi oído. La clave está en lo sonoro. Pienso que la naturaleza no es normal, Dios tampoco, sino amoldablemente perfectible. Persigo la meta de llegar a confundir el agua con el agua, como Góngora, cuyo original es Lezama Lima, como mismo es Picasso de las menísimas. (¡Sí!, Velázquez copió a Picasso). No nací, llegué. Vine con un gen tatuado y la nebulosa en que vivo me sigue tatuando, va haciendo de mí una obra producida por autoplástica.
- Publicado en Opinión