En estos días los medios repiten la pavorosa noticia, que anunciaba el Daily Telegraph: el sello Pufin, propiedad de Penguin Random House, había modificado las obras para niños del escritor Roals Dahl, para adaptarlos y “asegura que puedan seguir siendo disfrutadas por todos, a día de hoy”. Así, las brujas malvadas de “La brujas”, ya no ponen los niños a dieta, ni son mecanógrafas sino científicas y, llevan peluca, ya no como una rareza, sino como muchas otras mujeres. La protagonista de “Matilda” no lee a Josep Conrad, sino a Jane Austen y, las tías malvadas de “James y el melocotón gigante”, ya no son gordas ni flacas. En definitiva: se tergiversa el significado, o directamente se censura su contenido, en aras de un supuesto público infantil, que, intuimos, se escandaliza más que el de la edición anterior.