Un recuerdo para Calpurnio, el nuevo Homero del mundo clásico
- Escrito por Adoración González Pérez
- Publicado en Tribuna Libre
El Heraldo de Aragón nos hacía partícipes el 15 de diciembre, del fallecimiento de un hombre mágico en el mundo de la cultura y del arte de la ilustración. Calpurnio como era conocido, o Eduardo Pelegrín Martínez de Pisón como era su nombre, dejaba este mundo para embarcarse, como Ulises, en un retorno a la otra vida, la del ensueño y de la calma.
Una hermosa carrera le ha acompañado durante su vida, con reconocimiento y méritos como dibujante y creador de ilustraciones que han seguido no solo a la expresión artística del cómic, sino a la recreación interior de libros clásicos, a los que la editorial Blackie Books ha dado salida.
A través de él hemos conocido la otra cara de las mejores epopeyas del mundo clásico que, a pesar del paso del tiempo, han permanecido entre nosotros y siguen vigentes por su paralelismo con los acontecimientos actuales. Hablamos de Odisea y de Ilíada, del reencuentro que Calpurnio nos facilitó en sus diseños para comunicar la esencia del relato, para darle vida y sentido al tan debatido Homero.
Hace años que se trabaja en la reinvención de los escritores clásicos y los dibujos de este ilustrador, en el caso de las obras referidas, son una delicia paralela a la secuencia de los cantos y las descripciones de dioses, héroes, lugares, fenómenos y un sinfín de detalles que contienen las obras.
Calpurnio se ha colocado en el rango de los mejores artistas de la Historia, sus dibujos contienen la idea interior que genera la impresión en nuestras mentes de una obra de arte, bien escrita, pintada, hablada, musicada, o transmitida a través de las voces de hombres y mujeres que, sin más protagonismo que el que les da la propia existencia, recibieron el legado de antiguo y lo presente.
Tal como reseñaron Menza Vados y otros sobre el libro de Jacques Aumont, de 1992, de lo que traemos a cita, “las imágenes generan algunas relaciones con el espectador gracias a valores de signo, representativos o simbólicos, entregan ciertos mensajes de acuerdo con la intención del autor, y, utilizadas en contextos socioculturales específicos, pueden influir en la forma de pensar de las personas. El uso de las imágenes en ese proceso ha sido determinante, y ha fortalecido la disciplina que se conoce como ilustración”. (Menza, A. E. & Sánchez, W.H. (2016). La ilustración: dilucidación y proceso creativo. Revista Kepes, 13, p. 3).
Es cierto que el campo de la ilustración ha cambiado mucho y se ha fortalecido esencialmente con el apoyo de los nuevos recursos que ofrece la tecnología y la informática, pero sus valores en el proceso de la comunicación, entendida como una relación directa e inmediata con nuestras emociones y percepciones, son extraordinarios a la hora de conseguir el despertar del espíritu.
No se trata solo de un oficio, el del ilustrador, sino de algo más sutil y visual que nos conmina a hacer imperecedera la palabra escrita. Y, en este caso, la palabra dicha, cantada, relatada, fuente de sentimiento y magia a la hora de compartir aquellos hechos que pudieron existir o ser inventados, pero que condujeron a la humanidad en su devenir histórico.
Calpurnio ha sido nuestro rapsoda, un aedo más de la transmisión, cuya cítara se ha metamorfoseado en pluma, tinta y sinopsis del canto. Nos ha dejado la imagen sencilla pero vital de Zeus, de Hera, de Aquiles, de Héctor, de guerreros, flotas, naves, ríos, batallas, estrategias, toda una geografía de la guerra de Troya, así como del complejo retorno de Ulises. Todo lo ha hecho con la esencia de la imagen, de lo objetivo, sin restar valor a lo escrito sino como envoltura deliciosa y magistral de cada episodio.
Para quienes hemos disfrutado de la lectura de los clásicos, Calpurnio ha sido el acompañante de ese viaje, ha resucitado a Homero, lo ha sentado a nuestro lado para fortalecer imaginación, y ha conseguido llegar a la conexión entre lo visual y lo pensado. El recuerdo y el agradecimiento estarán siempre presentes.
Al final, igual que Zeus quiso honrar a Aquiles y decidió enviar al Sueño engañoso para que el rey Agamenón adelantara una estrategia guerrera contra los troyanos, ese Sueño, tal como lo dibujó Calpurnio, ha descendido hacia él y ha insuflado calma y reposo para su alma. (Homero, Ilíada, Canto II, ps 68, 69. Blackie Books/ Clásicos Liberados).
Adoración González Pérez
Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Autónoma de Madrid (1979). Escribió su Memoria de Licenciatura sobre EL Real Sitio de Aranjuez en el siglo XVIII.
Doctorada en Historia del Arte por Universidad Autónoma de Madrid (1991), Tesis titulada: El urbanismo de los Reales Sitios en el siglo XVIII.
Profesora de Educación Secundaria, en varios centros de la Comunidad de Madrid, ahora ya no en activo.