LA TIMOCRACIA y la amenaza de los populismos ultraconservadores
- Escrito por Andrés Cascio
- Publicado en Tribuna Libre
Nos encontramos [...] en el corazón de una nación al borde de la ruina moral, política y material. La corrupción domina las urnas, las asambleas, el parlamento y llega también al Tribunal Supremo. El pueblo está desmoralizado. [...] Los periódicos están en gran parte comprados o amordazados, la opinión pública silenciada, los empresarios postrados, los hogares hipotecados, los trabajadores empobrecidos. Populist Party. Así comenzaba el programa de aquel partido, aprobado en Omaha en 1892
Frente a los desmanes de las turbas exaltadas en EE. UU y Brasil, provocando disturbios incontrolados con el objetivo de revertir el resultado de los escrutinios electorales, llevados a cabo dentro del marco democrático, aflora el intento de trasmutar la democracia y promover un cambio de paradigma, para la instauración de un sistema distinto, la Timocracia.
La ultraderecha del siglo XXI, que se abre paso a través de populismos insanos y que toma prestadas las herramientas y en cierta manera la retórica fascista del pasado siglo, recurre también a las viejas y malintencionadas costumbres de llamar a las puertas de los cuarteles, reclamando alguna asonada militar, que por la fuerza de las armas anule la fuerza de las urnas.
Federico Finchelstein pone de manifiesto que los líderes populistas del siglo XXI retoman la estrategia de como cuestionar la realidad, promover la paranoia –y también la violencia– o difundir mentiras.1
La utilización de técnicas de propaganda, entre ellas, bandwagon, el testimonio, la transferencia, la repetición y el uso de palabras emotivas junto a la propagación del miedo y a la evitación de los temas negativos relacionados con su administración, acompañados de la exaltación de los fallos supuestos o reales de los contrincantes, además de la distorsión o el trampantojo político, son algunas de las tácticas empleadas, para conseguir el seguimiento exaltado y dogmático de una masa enceguecida e ignorante, pero que constituye una fuerza de empuje altamente significativa.
La manipulación de la opinión colectiva, mediante el uso condicionado de las emociones, es el arma primordial de los populismos y los nacionalismos extremos o de los patrioterismos, asentados en la cultura de las tradiciones.
El bandwagon es el fenómeno que describe la tendencia que tenemos las personas, a seguir el ejemplo de otros sin tener en cuenta el uso de nuestra propia razón. Constituye un efecto arrastre, que afecta al comportamiento de las ciudadanos/as, haciendo que se decanten por la opción que otros ya han escogido.
Las personas tienden a seguir el comportamiento de una presunta mayoría, así si las encuestas ya han pronosticado un ganador, la corriente de arrastre atrae a la gran masa. Esta información sobre el posible ganador puede proceder de los sondeos electorales que se publican poco antes de que se abran las urnas y/o de una campaña constante de desprestigio en la opinión pública y publicada del oponente o de los gobernantes a la vez que exalta, las supuestas bondades propias y explota las emociones y advierte sobre un supuesto riesgo, la mayoría de las veces inexistente o también la imagen de arrastre que se proyecta a través de algunas concentraciones o manifestaciones que ofrecen la idea de que una gran mayoría, se decanta por una opción, y ello impulsa a los demás con ese efecto arrastre, a adherirse.2
Aunque el populismo surgió en Europa a mediados del siglo XIX, no adquirió verdadera importancia política hasta el siglo XXI. Hoy en día existen partidos populistas y/o nacionalistas en los 27 estados miembros de la UE, y aunque no en todas partes cosechan el mismo éxito, desempeñan un papel importante en muchos parlamentos nacionales, así como en el Parlamento Europeo y no es menos cierto, que está calando en América, tanto en los EE.UU, como en algunos países de América Latina.
El uso de las emociones, las necesidades subyacentes en la ciudadanía, la demagogia y el carisma, alimentaron y alimentan hiper liderazgos caudillistas de políticos que se percibieron o se perciben como “guardianes de la justicia social” o de una supuesta independencia económica. Estos regímenes, no se consideraban “ni capitalistas ni comunistas”, así, el populismo sirvió de “tercera vía” capaz de estructurar una rígida comunidad política.
En Perú o Argentina, el populismo se renovó el pasado siglo, de la mano de líderes políticos como Alberto Fujimori y Carlos Menem, respectivamente, que desconfiaron del socialismo al que desprestigiaron y optaron por las políticas neoliberales del llamado Consenso de Washington, haciendo creer que marcaban una diferencia con el neoliberalismo.
Este problema no ha hecho más que incrementarse en un mundo donde la desinformación, las revelaciones y los escándalos surgen a cada momento. “El populismo, los nacionalismos conservadores o los colectivos dogmáticos encerrados en teorías conspiranóicas, constituyen un fenómeno sociopolítico global y su carácter emocional y debilitador de la democracia liberal es uno de sus sellos prevalecientes. En todo el mundo, los líderes personalistas tratan de debilitar las instituciones contra-mayoritarias para ejercer el poder político sin impedimentos".3 En el fondo, se esconde el interés oscuro de querer acabar con el sistema democrático.
Al neoliberalismo postcapitalista, le podría ser más útil, un sistema que se aglutine en torno a una clase elitista y alrededor de aquellos que acumulan las riquezas y la propiedad privada y conseguir que esa clase dominante se encumbre por encima de los más desfavorecidos. Se amparan en “el honor”, pero también en el poder de la fuerza, este sistema se conoce como Timocracia, que pretenciosamente se desprende como un spin off de la aristocracia y suele desembocar en una oligarquía, casi siempre corrupta.
Desde un punto de vista filosófico, los filósofos griegos, como Sócrates, Platón o Aristóteles, analizaban y reflexionaban sobre las formas de gobierno mas adecuadas y el modo más idóneo para que fueran aplicadas en sociedad; y no siempre estuvieron de acuerdo con una democracia, ya que consideraban a la población en general con una cierta inmadurez y una falta de habilidades para la gobernanza y eso hace que por ejemplo Platón, cuándo se refiere a Timocracia, lo haga pensando en militares, (hay que tomar en cuenta el contexto y la época), ya que pensaba que estos, actuaban seguidos por el sentido del honor.
Sin embargo, Platón entiende la Timocracia como una forma imperfecta de gobierno y una desviación de lo que debería ser un gobierno justo para los ciudadanos/as.
Los que buscan el honor, se agrupan en una clase elitista, diferenciada de la masa y de la ignorancia del pueblo, pero esta clase aglutina a los que acumulan la propiedad privada, bienes que se nutren de prebendas y con frecuencia son generadores de corrupción. Estas élites buscan la gobernanza y ansían a no ser elegidos por una mayoría, sino más bien por aclamación.
Supongamos que observamos una imagen masiva de cerca de un millón de personas en las calles manifestándose (hombres, mujeres y niños) a favor o en contra de una determinada proposición, pero enfrente encontramos un padrón electoral que puede registrar más de 5 millones de ciudadanos con derecho a voto. Los manifestantes representan solamente un 15 ó un 20% de la ciudadanía, pero nos conduce falsamente a pensar que esos ciudadanos/as que se manifiestan, constituyen una inmensa mayoría. Esto origina el efecto arrastre, una manipulación de la democracia, manejada por un colectivo determinado, para hacer creer que allí, se centra la verdadera voluntad popular.
Cuando las élites manejan los instrumentos de propaganda, y las herramientas necesarias para la manipulación, una clase alta y ciertamente rica en su mayoría, se encumbra en el poder por encima de los mas desfavorecidos, una clase que busca el reconocimiento y se viste con el ropaje que encandila a los mas incultos profanos del pueblo o hace un uso indebido de sus emocionalidad en beneficio de sus intereses.
Pero si la clase desfavorecida y empobrecida se revelase y se fuese haciendo fuerte, ganando derechos, el gobierno podría pasar a las grandes masas, que para las élites están alejadas del virtuosismo y el racionalismo (así lo entienden casi siempre las clases dominantes). Sin embargo, lo que puede suceder en realidad, es que estas masas que son proclives a ser manipuladas por la minoría pudiente, sean manejadas por la propaganda o por una campaña de comunicación que provoca la distorsión, explotando sus preferencias o necesidades para supeditar una gobernanza, condicionando a sus públicos como si fuesen productos del mercado y así se va engendrando una timocracia de facto.
La masa no valora suficientemente los derechos adquiridos, engañados y acostumbrados a una vida vegetativa dentro de los entornos sociales, no valora la igualdad y no se preocupa por la justica social (salvo que toque a su individualidad), aspira a un libertinaje social, al que llaman libertad, pero alejados de los verdaderos principios del republicanismo, de la res pública, la cosa de todos.
La libertad es la facultad de obrar según la voluntad y el pensamiento de cada cual respetando las normas que se han dado en común y, sobre todo, respetando el derecho de los demás. La sociedad se construye en torno a los derechos de todos y por encima de la individualidad y de ello se deriva, la necesidad de ir fomentando o educando en la fraternidad ciudadana.
La Timocracia, constituye un concepto acuñado por Solón (Atenas, 650 AC), que define a una oligarquía reservada a la clase que posee el capital, la riqueza e incluso el dominio de las armas y que se arroga el derecho de tener el poder.
Hoy observamos tristemente el avance que experimentan los populismos timocráticos en Europa, EE.UU y Brasil, pero existen muchos estados que podría decirse que en el día de hoy se rigen por una timocracia, como Bielorrusia, Tayikistán, Qatar, Emiratos Árabes, Arabia Saudí….. y todo apunta a un número creciente de países que podrían abrazar este sistema de gobierno, más pronto que tarde, como una Argentina, en la que podría hacerse con el poder nuevamente el conservador populista Macri, claro representante de esta corriente.
En España, en el trasfondo honesto del Partido Popular, se agazapa un populismo timocrático que juega al equilibrio en el campo del marketing electoral con VOX, una formación política ultraconservadora y ultranacionalista, que en su identificación presenta una posición que presume de distanciarse de lo colectivo, defendiendo la individualidad, es decir el libertinaje, por encima de los valores esenciales republicanos, que Según Rousseau, se define como un cuerpo colectivo creado por acuerdo general que de toda la comunidad tiene la voluntad general. La soberanía se encuentra entonces en esa voluntad general que en sí, es la suma total de las voluntades individuales de los miembros del contrato social.
La Timocracia, avanza a nivel global y rivaliza con el modelo del comunismo de mercado que abandera China, lo que puede hacer pensar que la democracia, se encuentra enferma y amenazada de trasmutar a un estado terminal que dé paso a sistemas alejados de los principios ilustrados que fueron alumbrados en el último cuarto del siglo XVIII.
Ante la gravedad de esta amenaza, acaso ¿no sería necesario una movilización a nivel global, partiendo de lo local, para alumbrar desde un pensamiento renovado de progreso, una alternativa que abogue por la igualdad, la libertad, la fraternidad, la justicia social y en definitiva por un espacio común y concertado entre todos/as los ciudadanos/as del mundo?
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 1referencias https://www.france24.com/es/programas/escala-en-par%C3%ADs/20210408-federico-finchelstein-populismos-siglo-xxi-fascismo
2Fernández Ulloa, Teresa; Meléndrez, Carlos. California State University«Populismo, miedo y otras técnicas de persuasión en el discurso político del presidente Hugo Chávez». Estudios de lingüística del español, 2019, Vol. 40, pp. 47-94, https://raco.cat/index.php/Elies/article/view/363489
3José Orlando Peralta. https://latinoamerica21.com/es/el-siglo-del-populismo/
Thomas Piketty, El Capital del Siglo XXI. Fondo de Cultura Económica.2015
Andrés Cascio
Doctor en Psicología Social, Profesor Retirado de la Universidad de Barcelona. Docente de distintas universidades de España y América Latina.
Conferenciante, Asesor para la vinculación académica Internacional. - Ha sido Experto Internacional de la O.E.A, y Catedrático de la Escuela de Especialización de la O.E.A. (Panamá) y director de Proyectos del Fondo Social Europeo. UE.