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La vergüenza de unas cifras. El machismo mata


(Tiempo de lectura: 3 - 5 minutos)

Otelo entra en su alcoba, donde le espera Desdémona, y acaba con su vida, pese a que ella vuelve a proclamar su inocencia.

Carmen se ríe de él y don José, cegado por la ira, la apuñala hiriéndola mortalmente. En ese momento, sale Escamillo triunfante, mientras el público entusiasta lo vitorea.

Al preso número nueve, ya lo van a confesar. Está rezando en la celda con el cura del penal. Y antes del amanecer la vida le han de quitar. Porque mató a su mujer y a un amigo desleal. Dice, asi, al confesar. "Los maté, si señor. Y si yo vuelvo a nacer, yo los vuelvo a matar”.

Alonso Cano el gran pintor de vírgenes granadinas del siglo de oro, tuvo una vez un arrebato y mató a su mujer en un ataque de celos.

En 1985 la artista cubana Ana Mendieta disfrutaba de gran reconocimiento, pero después de una violenta discusión con su pareja Carl Andre, según testificaron los vecinos, cayó al vacío desde una de las ventanas del piso 34 de su apartamento en Nueva York, teniendo además arañazos frescos en su rostro.

Don Federico mató a su mujer. La hizo picadillo. La puso en la sartén.

Estos son solo algunos ejemplos del arraigo que los asesinatos de mujeres tienen en nuestra sociedad y que la cultura perpetúa. Según Feminicidio.net, 1359 mujeres han sido asesinadas desde 2010. Si la cifra es realmente espantosa, los datos del pasado mes de diciembre han supuesto una sacudida en la sensibilidad social española. La cantidad desorbitada de 19 feminicidios en un mes es profundamente alarmante, además se trata de un número aún provisional ya que a día de hoy existen todavía casos en investigación.

Según esa misma fuente, el 2022 se cerraría con un total de 99 mujeres asesinadas a manos de hombres, aunque las cifras oficiales, que aplican otros baremos, recogen únicamente 49.

Para combatir el machismo e incorporar la visión de la mujer desde el lenguaje que aporta una óptica feminista, unas pioneras trasladaron, mediante diferentes disciplinas artísticas y soportes, un lenguaje propio con interesantes discursos. Desafiaron el sistema social y cultural establecido y arraigado durante siglos. No hay que olvidar que, por otra parte, la prostitución, la pederastia o fines políticos ocultos también han sido propagados por medio del arte con el fin de dar legitimidad su existencia.

Si los orígenes del arte siguen siendo un tema a debate, entre la representación de lo sagrado, la superstición o lo ornamental, sobre el arte feminista no cabe ninguna duda. El trabajo de las primeras teóricas feministas unidas al movimiento sufragista, cuestionaron las representaciones de las mujeres a lo largo de la historia del arte, unos estudios prácticamente novedosos hasta bien entrado el SXX. El arte feminista persigue la visibilización, el reconocimiento, pretende la corrección de las desigualdades entre hombres y mujeres en las leyes y en las acciones, y sobre todo terminar con la violencia machista.

Desde entonces muchos son los nombres de artistas que se han unido a este movimiento desde hace décadas, algunos tan sonoros como la japonesa Yoko Ono o las norteamericanas Guerrilla Girls, pero la suerte de estas artistas es muy diferente según los territorios en que se producen. De entre toda la producción y prácticas artísticas que realizan, llama la atención los que reproducen las vejaciones, violaciones y asesinatos implícita o explícitamente. A partir de sus piezas, como performance, videos e intervenciones, logran una reflexión que sin duda comunican que “Lo personal es político” tal como en la Segunda Ola se adoptó popularmente desde el ensayo de Carol Hanisch de 1970.

Los asesinatos de mujeres del pasado mes de diciembre, traen a la memoria la obra de Frida Kahlo que recientemente se ha podido contemplar en la exposición “Alas para volar” en la Casa de México en Madrid. Se trata del lienzo “Unos cuantos piquetitos”. Sobre él se cuenta que la artista leyó en el periódico “un hombre mató a su mujer y en los tribunales se defendió diciendo que sólo le había dado «unos cuantos piquetitos”.

Frida realizó sobre esta noticia una representación literal del hecho; sobre una pequeña cama aparece una mujer tendida, desnuda excepto con un solo zapato, ha sido masacrada con múltiples cortes, por lo que la sangre invade toda la cama. De pie, junto a la asesinada, se muestra una figura masculina impasible, la camisa salpicada de sangre y con un cuchillo en la mano, el individuo sonríe y se muestra satisfecho mientras se guarda un pañuelo con el que probablemente se ha limpiado la sangre de las manos.

Cabe destacar que, si no es el primer cuadro de la historia que narra un episodio de violencia machista, sí es el más conocido popularmente, es posible que el impacto que produce esta obra se deba a que la mexicana lo pintara con una sensibilidad especial, ya que ella misma se encontraba en una relación tóxica de pareja con Diego Rivera.

Por todo ello, si la cultura popular ha normalizado la violencia desde frentes tan diferentes como la ópera o las canciones infantiles, da idea de la dificultad que su pone la lucha por el verdadero derecho a la vida. Bien es cierto que recientes actitudes y discursos políticos parecen disculparlo o bien englobarlo en otros tipos de violencias. Ante todo ello, cabe señalar el esfuerzo del arte feminista por llegar desde una sensibilidad especial y apostar para que esta lacra contra las mujeres desaparezca definitivamente.

Artista multidisciplinar, comisaria independiente, gestora cultural y directora de cursos de arte.

Premio ARTE Y CULTURA 2019 en la XII edición de los premios PARTICIPANDO CREAMOS ESPACIO DE IGUALDAD.

Colabora con el Blog MUJERES de EL PAÍS, Huffington Post y en TRIBUNA FEMINISTA.

Sitio web: www.conchamayordomo.com