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Patrimonio


(Tiempo de lectura: 4 - 7 minutos)

Mis recuerdos se agolpan en estos días en que leo que el espacio arquitectónico que albergó en Madrid la industria lechera CLESA, lo quieren desestructurar, es algo inextricable.

Su arquitecto Alejandro de la Sota creó un espacio en el que la parte y el todo correspondían exactamente a las necesidades de la industria. Supo unir en el proyecto la función de cada volumen o contenedor a la estética, armonizó un conjunto de luces, materiales, estructuras y necesidades, en 2018, fue incluido en el catálogo de Edificios Protegidos de nivel tres. Es decir, que solo protege los elementos del edificio y lo caracterizan y sirven de referencia para comprender su época, estilo y función. En este caso toda la edificación.

Metrovacesa, compró el suelo y decidió no demolerlo, junto al Consistorio buscaron como darle vida a ese espacio arquitectónico de indiscutible interés. La idea queda bien definida; la constructora construye en el suelo adyacente a la edificación: hoteles, oficinas, comercio, etc., el ayuntamiento de Madrid obtiene la cesión del edificio.

El ayuntamiento convocó un concurso para desarrollar un nuevo proyecto en ese espacio de 15.000 metros cuadrados, lo ganó Val-Verde. La fundación Alejandro de la Sota se muestra preocupada por el proyecto, dado que no se respetarán las esencias del espacio arquitectónico.

El edificio está considerado como Bien de Interés Cultural, aun así, Patrimonio de la CAM, no valora que esta edificación modelo, deba ser protegido, alegan que les falta la maquinaria, que tiene amianto, como las estaciones del Metro de Madrid, y que está deteriorado ya que alguna piqueta ha hecho de las suyas…

Es cuando llueven los recuerdos y van empapando las emociones, las vivencias de hace muchos años, me veo con la calavera de Yorick en mis manos recitando el monólogo de Hamlet: ¿Ser o no ser, existir o no existir, preservar o transformar? Recuerdo cuando iba con José María, un ex niño de la suerte, que cantó algunos premios en su infancia, en el colegio de San Ildefonso y yo, diez años menos que él, hasta el tomatal que estaba en lo que hoy es el hospital Ramón y Cajal, nos comíamos unos tomates elegidos por el huertano, a la sombra de una estructura, en medio del huerto, hecha de cañas, mientras gozábamos en el tomatal del manjar tomatil, veíamos como se construía CLESA y hablábamos con nuestro amigo el huertano sobre el futuro. Todo era de otra forma en aquellos años, a mí, además de olerme a tomates los tomates, me olía a respeto a lo antiguo. Me refiero al respeto que los vecinos y sus representantes deben tener con el arte, en este caso con el arquitectónico. Mis recuerdos vuelven cuando pienso en esto y no acabo de saber si soy algo obsoleto o me deben reciclar, Yorick, ríe en mi oído por la por la bufonada.

Durante un tiempo tuve relación con Gonzalo Olmo Sánchez, fue arquitecto municipal de Alcorcón, con él recorrí pueblos, ciudades y bares. Su opinión siempre era la del respeto a los espacios históricos bien proyectados, no importaba el siglo; un libro, decía: escrito en el siglo XVII o en el siglo XX, dejando las tendencias, es bueno o malo siempre, una escultura también, pero con los edificios se suelen tener prejuicios, muchos prejuicios de consideración crematística. Y a eso voy. Recuerdo cuando, entre copas y amigos hablaba Gonzalo, sobre el respeto a la equidad, a la expresión artística y al proyecto firmado. A su despacho llegaba cada año una cesta de Navidad de su ayuntamiento, con un peso y volumen superior al del resto de funcionarios. Gonzalo la dejaba allí para que cada uno de los compañeros cogiera lo que quisiera, era su forma de ser equitativo y dejar bien claro que no estaba en venta. Cuando a su despacho llegaban los representantes de las constructoras con un talón firmado al portador y sin cifras, sería suyo si permitía que en esa o aquella urbanización se subieran dos pisos al proyecto aprobado, él sonreía, negaba con la cabeza, rompía el talón bancario y acompañaba al representante a la puerta. No había que sonrojarse ni sonrojarles, formaba parte del juego. Si no hubiera vendedores no existiría los compradores, decía entre risas apurando el penúltimo vino. En los años 70 se asfaltó Alcorcón, el pavimento constaba de distintas capas con distintos grosores, cuando terminaron de asfaltar mandó hacer calas en distintas calles y como no se ajustaban a lo requerido, la empresa adjudicataria tuvo que volver a pavimentar, formaba parte de su juego, el de la integridad.

Algún lector pensará que no sabe a qué repámpanos vienen todas estas batallitas de viejo incómodo e incomodado. Pues solo a eso, a recordar que las cosas bien hechas, bien parecen, que los compromisos éticos individuales y colectivos deben mantenerse, que el respeto al arte, a la cultura y a sus creadores debe permanecer y que el que pretende comprar suele encontrar vendedor. Yorick, sigue riendo en mis oídos.

Patrimonio parece confundir contenido con continente, el ayuntamiento confunde arte con negocio y aprueba un proyecto que se le advirtió que no era sensible a la obra de, De la Sota. La oposición, en palabras de Pilar Perea, concejala responsable de cultura del grupo Mas Madrid, licenciada en Bellas Artes, pintora y musicóloga, fue gestora cultural de la Casa Encendida, nos da su opinión; se siente indignada ante la negativa del ayuntamiento, a mantener un edificio industrial, que cuenta con el apoyo del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, las fundaciones DOCOMOMO, Arquitectura Contemporánea, Club de debates urbanos, Arquia y la propia fundación de Alejandro de la Sota y de las asociaciones vecinales y culturales del distrito de Fuencarral y algunas más.

Me cuenta que son totalmente rebatibles los argumentos que da la Dirección General de Patrimonio de CAM, opina que hacen pensar que existen intereses especulativos detrás de esta decisión, pide que se escuchen a las voces expertas en patrimonio más que a las estrategias políticas. Sigue diciendo Pilar, que se alega que parte de los elementos originales del inmueble se han alterado, pero esas pérdidas parciales no han afectado al interés arquitectónico que conserva los valores que lo han hecho merecedor de ser una joya patrimonial, las pérdidas hablan más del abandono de los cuidados patrimoniales a la que ha sido sometida la fábrica. La segunda objeción, sigue comentando la concejala, es la presencia de amianto, un problema común a todos los edificios de esa época con una solución tan sencilla como sustituir los elementos afectados por otros. Y tres, que no se conserva la maquinaria original de la fábrica, aunque la misma Dirección General admite que su presencia solo aportaría valor añadido, pero sin que su ausencia reduzca en absoluto el valor de los contenedores diseñados por De la Sota. No tiene explicación técnica esta decisión, así que habrá otros intereses, lo que hace una práctica lamentable cuando se trata del cuidado de nuestro patrimonio”.

Desde nuestro grupo municipal, termina, nos oponemos a esta decisión y seguiremos trabajando para conseguir que se proteja el patrimonio común.

Pues nada, esperemos que los vecinos podamos ser escuchados, lo mismo que fundaciones y asociaciones, que no todo son talones, de cuando en cuando hay que revisar los acuerdos, los proyectos y seguirlos, sin hacer cambios, sin piquetas y pensar en repartir con equidad; lo que es bueno para los vecinos es bueno para la ciudad y para el consistorio, para la memoria histórica y para la cultura de un país.

Por otro lado, como explica Pilar, es obligación de Patrimonio proteger sus bienes. Recuerdo que el antiguo edificio de NODO, fue asaltado y ocupado en dos ocasiones por una sola cuestión muy para tener en cuenta; no estaba protegido, el artículo 46 de nuestra Constitución dice: Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico…

Yorick, me interrumpe y pregunta entre risotadas: Me gustaría saber que opina el Consejo de Cultura de Madrid. Esa calavera chungona sabe que el Consejo de Cultura es un elemento de decoración que tiene Madrid y que cuida su silencio más que su patrimonio.

En memoria de Gonzalo Olmo Sánchez

 

Ergónomo PhD. Profesor del Master Prevención de Riesgos Laborales en Suffolk University Campus Madrid. Sindicalista. Dramaturgo y Escritor. Vicepresidente del Colectivo de Artistas Liberalia. Guionista y conductor de los programas de radio: Mayores con reparos, Salud y Resistencia y El Llavero.

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