¿Quién es el adversario?
- Escrito por Emilio Alonso Sarmiento
- Publicado en Tribuna Libre
Hace tiempo que no escribo sobre política, sobre nuestra “política” de hoy. La mayoría de los días me asquea y, algunos, me indigna. Pero leyendo a Leszek Kolakowski y un largo artículo de Castany Prado, he llegado a pensar, que uno de los problemas básicos, de la zafiedad actual de la política española, es que nadie sabe bien, quien es en realidad su adversario.
Parafraseando a Arquímedes diríamos: Indícame quien es mi adversario y moveré el mundo. Seguramente algo así pensó Voltaire, cuando grito aquello de “¡écrasez l’infâme!”, seguramente después de tomarse, uno de los cuarenta cafés diarios. Los filósofos cínicos, se identificaban con los perros, entre otras muchas cosas, porque les atribuían la virtud de saber distinguir, entre el amigo y el enemigo. Voltaire, que tenía también, mucho de filósofo cínico, poseía ese olfato que, al parecer, hoy tenemos nosotros embotado. Por eso necesitaríamos, una historia transversal de la infamia, que nos enseñara a ubicar, donde se encuentran nuestros adversarios. Un retrato robot, del auténtico adversario.
En primer lugar, el adversario es el que debilita y distrae, nuestra pulsión de verdad. La debilita mediante el oscurantismo, que es la oposición sistemática, a que el conocimiento y, el deseo de conocimiento, se difundan entre la gente, con el objetivo de negarle, por esa misma razón, el derecho a participar del gobierno. Pero, al tanto, la ignorancia no es sólo, la mera ausencia de conocimiento, sino también la presencia de falso conocimiento. Por eso el adversario es también, el que distrae nuestro impulso instintivo de verdad, exacerbando el dogmatismo, para arrojarlo, después, al plato de las falsas certezas. El adversario es el dogmático.
En segundo lugar, el adversario es el que debilita nuestra pulsión de realidad, lo que es lo mismo, nuestro deseo de asumir con valentía, el mundo tal como es, tratando de mejorarlo, dentro de lo que nos permiten sus leyes básicas (que, por cierto, nunca conoceremos con total seguridad). En su lugar el adversario, nos tienta con trasmundos religiosos, políticos o identitarios, tan “maravillosos” como falsos, con el doble objetivo, de rentabilizar nuestros miedos y esperanzas y, de difundir el fatalismo, ya que las grandes esperanzas, suelen dar lugar a depresiones excesivas. El adversario es el platónico.
Tercero, el adversario es el que debilita nuestros instintos de vida, difundiendo las pasiones tristes del miedo, el nihilismo, el fatalismo, o la desconfianza. Desde la publicidad, las redes sociales, la mal llamada prensa de información, o los comentarios de compañeros de partido… el adversario difunde dinámicas tanáticas (instintos agresivos) que nos llevan a sustituir el deseo de libertad, de serenidad y de placer, por deseos equivocados de riqueza, pureza o autenticidad. El adversario sólo conoce la falsa alegría, por eso es el triste
Y cuarto, el adversario es el que debilita nuestra pulsión política, o sea, nuestro deseo de relacionarnos, articularnos y actuar con los demás, que busca ahogar, en un ambiente de desconfianza, nihilismo e indiferencia. Y lo hace negando toda posibilidad de alternativa, demonizando cualquier propuesta de cambio, difundiendo una idea falsa de libertad y, exasperando los antagonismos, propios de toda comunidad política. El adversario odia el desorden, que ocasiona la vida en libertad y, prefiere el orden y la seguridad a costa de todo. El adversario es, el antidemócrata.
Más aún, el adversario no sólo está fuera, sino también dentro de nosotros mismos, donde, bajo la forma de un “cuñado interior”, acodado sobre nuestra conciencia, deja vía libre, a nuestras peores pulsiones. Como diría mí querido Montaigne: no es una u otra fe, sino la mala fe. La verdad es que es agotador, que las cosas no sean más claras, pero el mundo no se hizo a nuestra imagen y semejanza. Si alimentamos esos cuatro puntos citados, esas cuatro patas, desarrollaremos nuestro sentido del olfato, para detectar donde huele a adversario y, una vez lo sepamos, hallaremos la energía suficiente, para enfrentarnos a él.
Pues eso.
Emilio Alonso Sarmiento
Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.