La cultura en España
- Escrito por Emilio Meseguer
- Publicado en Tribuna Libre
Un año más veo con una mezcla de estupor y pavor las cifras que nos muestra el Observatorio de la Cultura. Llegan hasta mí las cifras de como se ha comportado la cultura en las distintas comunidades y capitales de España y siempre me ocurre lo mismo. Madrid gana por goleada al resto de las comunidades, los primeros puestos en el consumo de contenedores culturales son los museos de El Prado, Reina Sofía y Thyssen – Bornemisza, a los tres antecede al nombre el rango de Museo Nacional. No son municipales, provinciales ni regionales, es la cultura que ofrece el Estado al mundo. Tras estos macroproyectos van apareciendo los festivales internacionales de cine como el Zinemaldia de San Sebastián, el de Málaga y teatro como Mérida o Almagro, también los museos privados como el Guggenheim y los de comunidades, como el Instituto Valenciano de Arte Moderno… Así hasta llegar al último contenedor cultural, el teatro de la Zarzuela.
Y me sigo haciendo la misma pregunta, ¿este Observatorio, a qué se dedica realmente?, veo con cierto estupor que a mostrarnos los grandes espacios de renombre nacional e internacional donde fluye el turismo y la masa humana que respira las mayores esencias culturales. Pero no creo que el Observatorio tenga los pies en la tierra, que preste el menor atisbo de servicio a esa otra cultura, a la de base, la cultura que los vecinos de pueblos y barrios tiene derecho a mantener viva y constante. Parece que, a los ojos del Observatorio, esa cultura de proximidad no tiene valor alguno. De alguna forma la idea confluye con la que las administraciones tienen sobre ella, sobre la cultura cercana al vecino: Ni está ni se la espera.
Algunos ayuntamientos buscan una bella frase para mostrar la existencia de esa cultura de base, la propuesta es denominada como el área de Participación Ciudadana. Casualmente la llevan los funcionarios sin que los ciudadanos, los vecinos tengan capacidad de organizar esa cultura que ellos desean para sus hijos y nietos, esa de cercanía, esencial y vital, ya que daría trabajo en cada pueblo o distrito a los artistas que allí residen, aquellos que no son considerados como la excelencia del arte. Sentimos como solo existe la cultura de la excelencia en los grandes espacios públicos y privados y el resto, en los barrios y pueblos deben conformarse con el amateurismo. Los creadores no tienen espacios para mostrar sus creaciones artísticas, ya estén encuadradas en las artes plásticas o escénicas.
No existen redes públicas por las que pueda transitar de un distrito a otro, de uno a otro pueblo las creaciones y los creadores.
Las dotaciones en cuanto a espacios culturales son complicadas, escasas. En distritos de Madrid con 150.000 habitantes, tantos como: Girona, Tarragona, Jaén o Badajoz, cuentan con solo un Centro Cultural cerrado, con un aforo de menos de 300 localidades. Los Gestores culturales obedecen a sus criterios, gustos o aficiones y no a un Consejo de cultura distrital, por tanto, la participación ciudadana se convierte en una broma municipal. Las bibliotecas son pequeñas en su mayoría, en un municipio como el Madrid solo hay 33 bibliotecas públicas que, divididas entre los 21 distritos, tocan a poco.
Recuerdo una vez en que, con motivo del día del libro ofrecí a la biblioteca de mi barrio la posibilidad de hacer una muestra de distintas ediciones del Quijote, en distintos idiomas, ediciones algunas de cierta antigüedad. La señora bibliotecaria se excusó ya que no había posibilidades físicas ni económicas para poder hacer tal evento. No contaban con los medios ni personal suficiente. Me sugirió que me pusiera en contacto con otras bibliotecas, a ver si tenía suerte.
Las Ferias del Libro, sí tienen interés, se trata de vender libros y las editoriales y libreros presionan, pero los ciudadanos no tienen capacidad de presionar, chocan con la inexistencia de proyectos culturales para los vecinos de cada uno de los distritos. El vecino solo debe pagar sus impuestos, como está mandado, pero no está bien vista ni entendida por los poderes públicos su participación, salvo a la hora de comprar cultura.
Creo que va siendo hora de que se creen los distintos observatorios de las ciudades, pueblos o barrios y que se ponga de manifiesto la escasez de cultura de proximidad existente en la actualidad.
Me gustaría imaginar que vuelven las compañías residentes de danza y escénicas a los distintos Centros Culturales de proximidad de Madrid. Me gustaría que existiera una partida económica destinada a las artes en cada distrito y pueblo y que no se enmascarará con las fiestas patronales y sus comités de fiestas. Me gustaría que existiera un Consejo de Cultura municipal en el que se recogieran las necesidades culturales de los vecinos.
Al fin y al cabo, no es pedir mucho, solamente que el vecino pudiera tener derecho a participar y gozar de y con la cultura, solo es un derecho, no hay nada terrorífico en ello. Ya sabemos que en muchos lugares los derechos son desechados, pero que, gracias al espectro de la cultura, pudiera ser, que la sociedad y los que la manejan intentaran que llegase a ser menos acomodaticia y más crítica, menos racializada y más equitativa, menos represiva y más abierta…
Sería cuestión de probar, de intentar que los Centros de Personas Mayores se abran más a la cultura costeada y no solo al magnífico voluntariado de jubilados historiadores. Que todos los socios, señoras y señores, puedan ejercer su derecho a participar en el desarrollo de la cultura del Centro, así como el de la gestión. Que las vecinas y vecinos puedan ejercer el derecho a solicitar estructuras en la gestión cultural distrital más serias e integradas en la sociología de cada distrito, que den cauce y voz a los vecinos, que adviertan sus necesidades y ofrezcan un abanico de posibilidades para que los consejos distritales o vecinales puedan elegir.
Entonces, el Observatorio tendría interés y congruencia ya que prestaría sus servicios a los ciudadanos y no a los contenedores culturales, miembros de la elitista excelencia.
Emilio Meseguer
Ergónomo PhD. Profesor del Master Prevención de Riesgos Laborales en Suffolk University Campus Madrid. Sindicalista. Dramaturgo y Escritor. Vicepresidente del Colectivo de Artistas Liberalia. Guionista y conductor de los programas de radio: Mayores con reparos, Salud y Resistencia y El Llavero.