HEMEROTECA       EDICIÓN:   ESP   |   AME   |   CAT
Apóyanos ⮕

Preguntas


(Tiempo de lectura: 2 - 4 minutos)

La otra mañana desayunábamos la actriz Teresa del Olmo, el músico Seju Monzón y yo en un grato patio-bar de la zona de Prosperidad, viendo la posibilidad de hacer alguna función, de esas de bajo presupuesto, de las llamadas de proximidad, aquellas que se mueven por asociaciones vecinales, culturales, casas regionales, etc., cuando surgió de entre las tazas una pregunta interesante:

¿Aquellos que no tributan, que no pagan impuestos, bien por estar exonerados por injustas leyes, bien por echarle cara y obviar aquello de lo común y modular una estructura de estado asocial e injusto, ¿tienen derecho esos seres e instituciones a participar de lo público y que las distintas administraciones les ayuden y subvencionen?

Pongamos por caso; una institución recibe ayuda para remozar un edificio por parte de Patrimonio, la institución cobra por las vistitas turísticas, pero esa bolsa que se llena por las visitas no paga impuesto alguno. ¿Eso es lógico?

Comprendimos que ni hacienda somos todos, ni que todos tenemos el mismo derecho a percibir ayudas de las administraciones. Los vecinos siguen marginados en sus derechos culturales y sus propuestas no llegan a verse realizadas, mientras que hay instituciones que doblan sus derechos culturales. Incomprensible; recibir ayudas y no pagar impuestos.

Teresa, que se ha pasado todo lo que va de año, haciendo “La Bernarda” lorquiana, en Londres y algo de cine en Inglaterra y Francia, reflexiona y propone que, en lugar de montar compañías de teatro para llevar a cabo producciones escénicas, deberíamos, tal como está el percal cultural, el fundar una organización religiosa: “La iglesia de los protomártires teatrales”, “La iglesia global de las artes escénicas” o algo parecido. De esa forma las compañías recibirían ayudas y podrían subsistir aquellos “popes” de la interpretación: dirección, actores, actrices, regiduría... Se hizo el silencio por unos instantes y siguió con sus reflexiones en voz alta: No es por inmiscuirnos los artistas en temas religiosos, ni mucho menos, es que, en España, es muy difícil subsistir de las labores artísticas y hay que utilizar la picardía. Lo mismo que muchas de las compañías teatrales se han reciclado en grupos de aficionados, para poder trabajar en espacios públicos y así, cobrar algo. Se hacen pasar por aficionados, su caché baja y así, las administraciones de proximidad contratan, a través de empresas interpuestas. De esta forma tan astuta, se eliminan gastos de gestión, como: alta en seguridad social de los intérpretes, aseguramiento del espacio, plan de seguridad y riesgos laborales… De esta forma, con trampas, se aseguran de que, por cuatro perras, llevan a los Centros Culturales a profesionales disfrazados de aficionados. Si fueran popes de la nueva religión de las artes escénicas, lo mismo eran considerados por las administraciones y cobraban un salario de profesionales y, además, tendrían ayudas en base a los derechos culturales a crear espacios teatrales.

La idea de Teresa era buena, pero cargada de picardía y malos hábitos. Había que cambiar el sistema de contratación a los trabajadores del arte. Ahora, tras las elecciones, los electos, seguro que se ponen las pilas y comienzan a organizar la cultura de proximidad. En primer lugar, copian a las CCAA, que lo tienen mejor estructurado, por ejemplo, crear la norma para posibilitar Cooperativas artísticas, una especie de agencia de contratación artística, solo para trabajadores de las artes escénicas y músicos, que te dan de alta por una jornada laboral, sin crear conflicto con la administración. Es absurdo que exijan en algunos espectáculos el ser trabajador autónomo, para trabajar como actor, director, regidor… Siempre los artistas han sido contratados, salvo cuando son los productores.

Esa sería la forma de que los eventos artísticos de bajo presupuesto no se disfrazaran de funciones de aficionados y la cultura de proximidad pudiera seguir pisando los proscenios de los Centros Culturales. Esa sería la forma de sacar de la marginación y el paro estructural a cientos de trabajadores de las artes escénicas que, como ya es sobradamente conocido por todos, sufren un paro superior a un 90%.

Lamentable, pero cierto, aseveramos Seju y yo.

Teresa siguió contándonos su propuesta para un nuevo espectáculo de música y letra que pudiera verse, oírse y sentirse en plazas y jardines, en espacios públicos y pequeños recintos privados donde las asociaciones de vecinos se reúnen para ayudar a vivir mejor al conjunto de la sociedad y difundir esa cultura de base que nutre a los vecindarios.

 

Ergónomo PhD. Profesor del Master Prevención de Riesgos Laborales en Suffolk University Campus Madrid. Sindicalista. Dramaturgo y Escritor. Vicepresidente del Colectivo de Artistas Liberalia. Guionista y conductor de los programas de radio: Mayores con reparos, Salud y Resistencia y El Llavero.