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Dejar atrás las asambleas universitarias


(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

En mis años mozos, participé activamente en muchas asambleas universitarias, tanto en la Complutense como en la UIB. Y con frecuencia recuerdo y añoro, siento nostalgia por aquello tiempos.

Eran un chute de emoción, de vitalidad. Nos sentíamos muy vivos y realizados en nuestra oposición a la dictadura franquista, y en nuestra defensa de la revolución, frente a una sociedad burguesa, en España algo casposa, que nos oprimía y cercenaba nuestras ansias de libertad, y de una nueva cultura más satisfactoria y plena.

Luego me licencié en Historia Contemporánea, y me interesé a fondo por las lecciones que de ella hay que sacar, para no repetir los peores errores del pasado en el presente. Y finalmente dediqué más de dos tercios de mi vida activa a la política real.

Aún hoy, de vez en cuando, rememoro aquello años de juventud, en que apenas tenía otra responsabilidad, que la de aprobar mis asignaturas. Y todos mis órganos vitales funcionaban a pleno rendimiento. Pero es una simple y pasajera añoranza. Hace ya mucho que aprendí que hay que vivir el presente, mirando con realismo hacia el futuro. Con frecuencia no me es fácil, hay muchas cosas en los nuevos tiempos, que no me son fáciles de asimilar. Siento el peso de la edad, pero me esfuerzo para poder estar a la altura de mis hijos y mis nietos, que vienen empujándome.

Y sigo leyendo historia. Anoche, en las memorias de juventud del historiador alemán Golo Mann, me topé con estos párrafos:

“Los responsables de la elección de Hindenburg del año 1925, fueron los dirigentes del partido comunista. Si estos no hubieran presentado un candidato propio, al que no renunciaron en el segundo escrutinio, en lugar del mariscal habría salido elegido el candidato del centro y de la izquierda moderada… Los comunistas dirigían su propaganda, no contra Hindenburg, sino contra el candidato republicano…

En un Estado que, visto socialmente, ya era democrático desde hacía tiempo… es indudable que Hitler mostró ser, con mucho, el mejor político. El y los suyos eran “nuevos”, de un talante nuevo y activo, sin vinculación con aquella triste y aciaga república… Fue todo ¿inevitable? No…. Hay muchas razones que pueden explicar la caída de la república alemana, y es posible seguirles la pista retrocediendo a voluntad en el tiempo…

Pero ¿con qué acto, en que momento, se produjo el pecado original de la política alemana?”.

O como también escribió Vargas Llosa: ¿En qué momento se jodió Perú?

Eso es algo de lo que nos enseña la historia. Con frecuencia no somos conscientes del momento exacto, en que la política pierde el rumbo. O de en que punto los montañeros, hemos abandonado el itinerario correcto.

No lo sé. Pero en cualquier caso, confundir el Congreso de los Diputados con una asamblea universitaria, no me parece un augurio esperanzador.

 

Nacido en 1942 en Palma. Licenciado en Historia. Aficionado a la Filosofía y a la Física cuántica. Político, socialista y montañero.