De la ruptura del bipartidismo a la política de bloques
- Escrito por Andrés Cascio
- Publicado en Tribuna Libre
Una sociedad justa es la que permite
A todos sus miembros acceder a los bienes
Fundamentales de la manera más amplia posible,
Como por ejemplo a la salud y la educación
Thomas Piketty
Desde el siglo XVIII, la ciencia y sus aplicaciones han mejorado de forma extraordinaria las condiciones de vida en las sociedades avanzadas. Esos resultados también nos conducen a pensar que todos los retos del conocimiento, las nuevas tecnologías y la gobernanza basada en la equidad, venciendo a la desigualdad, mejorando la justicia social y el consenso generalizado, nos dirigen a una sociedad de progreso y que lograrlo solo es cuestión de tiempo.
El principal enemigo se encuentra en la mentira social, la distorsión de la verdad mediante la manipulación informativa y las políticas decimonónicas, alejadas de la nueva realidad y el cambio de paradigmas al que nos aboca el siglo XXI.
El retorno a un modelo que se viste con las mortajas del pasado se agrupan en las formaciones políticas que se enmarcan en lo que se denominan de derechas; conservadoras, inmovilistas, retrogradas y asociadas como no, a posiciones extremas, cercanas a un nacional catolicismo o un post fascismo en versión 3.0.
Por eso es necesario, hoy más que nunca, aglutinar a los partidarios de los pensamientos progresistas, a las políticas denominadas de izquierdas, mas allá de cualquier diferenciación partidocrática o sustentada en ortodoxias, ilusiones o utopías que se alejan de la realidad y el pragmatismo. Más allá de innovaciones más o menos emocionalmente atractivas o de revolucionarios de bolígrafo y pizarra, más allá de cualquier diferencia, hoy las izquierdas deben de participar unidas caminando hacia un mismo objetivo de progreso, un mismo bloque donde compartir sillar, no hacerlo es ofrecer la gobernanza a los retrógrados ajenos a los intereses de la ciudadanía más débil.
Si volvemos la vista atrás en un simple análisis, observaremos movimientos que se han dado en las últimas décadas. Veamos, la iniciativa política conocida como partido político “Ciudadanos”, se encuentra en fase terminal, fundado en el 2006 en Barcelona, con germen en la plataforma cívica Ciutadans de Catalunya y que nacía con el objetivo de reivindicar a aquellos “otros catalanes”, procedentes de la inmigración nacional, de las nuevas generaciones que deseaban superar los arraigos tradicionales y dados a reforzar un estado moderno, el espacio público libre, igualitario y que arrastraban como lengua materna el castellano, visto desde una óptica liberal.
Poco a poco Ciudadanos fue evolucionando o involucionando hacia una entidad política, que no sabía donde enmarcarse ideológicamente. Al principio, manifestaron su simpatía por la social democracia, para lentamente desviarse a posiciones cercanas al neoliberalismo. El liberalismo contemporáneo surgió en la Ilustración y se popularizó rápidamente entre muchos filósofos y economistas europeos y más tarde en la sociedad en general, especialmente entre la burguesía. Una línea política fundada en el estado de derecho, inclinado hacia el libre mercado y en cierta manera con la pretensión de ser equidistante entre el socialismo democrático y el conservadurismo, un posicionamiento que ha buscado diferenciarse de la derecha política imperante, conservadora y tradicional, pero sin embargo, con el paso del tiempo, el partido fue girando hacia posicionarse cercano a la ideología del capitalismo extremo, (vertiente aparecida tras la crisis del 2008) una posición política que se ha ido conociendo como neoliberal, pero afianzándose cada vez más en el conservadurismo clásico y hasta en ciertas ocasiones extremado.
Ciudadanos, fue girando paulatinamente precisamente hacia esas posiciones conservadoras, desdibujando la línea que los separaba de la equidistancia e identificándose ante la opinión pública con el ideario de la derecha tradicional y así terminó como figurante y apéndice de la fuerza conservadora. Estas circunstancias han provocado una depresión endógena y en ocasiones con manifestaciones cercanas al suicidio, el cuadro se ha convertido en un episodio terminal, fin de vida.
Lo que pretendía ser una bisagra y arma para el equilibrio, terminó como cuña de sujeción de la mayoría conservadora, que a su vez se debate entre la extrema derecha 3.0, el neo liberalismo salvaje o un capitalismo trufado de populismo “patrioteril” mientras se aleja del concepto de una derecha democrática cercana al reformismo demócrata que defienda los derechos individuales; como el derecho de propiedad, la libertad de asociación, el libre mercado y la lucha individual por la subsistencia. Pero en realidad responde simplemente a una simulación de la lucha por la vida, al margen de las verdaderas necesidades de la sociedad. Así, Ciudadanos es ya un sujeto jurídico político, cercano a la muerte.
Por el otro lado y tras el 15M del 2011, comenzó un movimiento rebelde, que aseguraban estar en contra de las “CASTAS”, que constituían todos los partidos políticos, se definían como distantes de la izquierda clásica y por supuesto de la derecha, repudiaban la partidocracia, se autodenominaron Podemos, un movimiento indignado contra lo establecido y por aquellas extrañas circunstancias que a veces se dan en las sociedades complejas, un mayoritario voto de protesta, los encumbró en unas elecciones europeas, comenzaron entonces a tomar carrerilla y poco a poco, se fueron distanciando de sus inicios y se acercaron a la doctrina política, la que refunde el equilibrio del derecho del individuo con el de la comunidad. Defienden la economía social, poniendo el capital al servicio de la economía y ésta al servicio del bienestar social. Ni más ni menos que la base del pensamiento justicialista que alumbró Juan Domingo Perón en 1945.
A continuación, se constituyeron en un partido político, como aquellos de “la casta”, pero ahora se balancearon hacia la izquierda e intentaron engullir el aparato orgánico de Izquierda Unida o al menos usarlo como catapulta, y absorber a su motor de arranque, el debilitado Partido Comunista, que, sin embargo, ha sabido mantenerse vivo en la sombra. Intentaron aglutinar a los movimientos regionalistas y a los partidos nuevos surgidos ante el vacío político en el que se encontraba la izquierda, más allá del socialismo y que se fueron constituyendo en las diferentes comunidades autónomas.
La evolución, se asentó como en otros casos similares, donde esa tercera posición política, como lo fue el peronismo, el movimiento liderado por el mariscal Tito en la extinta Yugoslavia o la política de Gamal A. Nasser en Egipto y muchos otros ensayos políticos, asentados en personalismos y en posicionamientos trufados con la defensa a ultranza de un dogmatismo creado a partir de otros movimientos, el feminismo, el ecologismo, el comunitarismo, la economía circular y contributiva, etc. y aprovechándose de las banderas de la Izquierda post comunista, que ya no ondeaban al viento.
Podemos, hoy, ha comenzado a padecer un síndrome que paulatinamente lo está llevando igualmente a un estado terminal, pero aún queda alguna esperanza de como sucediera en otras ocasiones en otras latitudes, el hecho de que pueda constituirse un frente amplio, que podría volver a ilusionar y unir las corrientes que combaten la injusticia y luchan por conseguir el progreso de las clases ciudadanas más desfavorecidas y vulnerables. Esa suma, podría aglutinar al conjunto de fuerzas, mini fuerzas políticas, movimientos ciudadanos, ONG y corrientes dispersas, que en lugar de enfrentarse o enfangar al conjunto de las organizaciones progresistas y especialmente a la fuerza que la ciudadanía otorga el reconocimiento de partido mayoritario, como es el socialismo.
Esta acritud sostenida y esa estrategia de aversión al Partido Socialista, solo tiene un beneficiario: la derecha política y el populismo de extrema derecha 3.0.
La actitud políticamente egocentrista orgánica no favorece al progreso, sino que induce al retroceso.
Hoy en la edad post contemporánea, en esta nueva era asentada en las TIC y en la IA, la lucha por los derechos ciudadanos, el progreso y la justicia social, es un deber ineludible, que nos convoca a todos a defender unidos, una democracia basada en los valores republicanos, en los principios de la ilustración, de una ilustración renovada y adaptada al siglo XXI.
Hoy, aquellos que combaten por la defensa de la justicia social, tienen la obligación de combatir la desigualdad en todas sus aristas, para alcanzar una sociedad de mujeres y hombres libres, reunidos más allá de cualquier bandera, unidos en una fraternidad universal, en un internacionalismo social, global y en el marco de un ecosistema sostenible.
Hoy debe existir, una consigna clara, frenar a la Ultraderecha 3.0, contener al capitalismo salvaje, que coarta la libertad de los ciudadanos más desfavorecidos, combatir por una justicia social y una igualdad de derechos, de género, así como promover una libertad de pensamiento, que sea capaz de oponerse a cualquier posicionamiento alejado de la razón e impuesto por una comunicación inductiva y creadora de una mediocridad masiva.
La socialdemocracia, desde su nacimiento en 1889, ha constituido la herramienta más pragmática y la organización más útil, para conseguir avanzar en el progreso social.
El socialismo constituye el rearme ciudadano para el combate por los derechos y la igualdad social desde la praxis, pero también es el proveedor de los mecanismos para que el estado de derecho, avance hacia el progreso, equitativo e igualitario, en complicidad absoluta con todas las fuerzas sumadas en un frente amplio contra el deseo de cercenar los derechos civiles, que ansían desde la derecha conservadora para castrar los avances conseguidos para el conjunto de la sociedad y que es lo que aspiran desde la coalición conservadora y ultramontana.
Ellos, esa alianza alojada en la derecha política, intentarán torcer el destino del progreso y la evolución, mediante el miedo, el odio, la insidia y el desprecio a los diferentes. Ellos defenderán sus prebendas, sus privilegios, sus beneficios económicos extremados. Ellos defenderán los mecanismos para no perder las riendas del dominio y el poder de atar en corto a los que trabajan duramente por un salario escaso, para atar en corto a los intelectuales y profesionales, técnicos o artesanos, en su propio beneficio, aprovechándose de los valores del talento de los otros, para hacer crecer a las organizaciones que no pagan impuestos que sirven para afianzar los derechos civiles, y se escapan hacia territorio oscuros para alojar sus ganancias en eso que llaman paraísos fiscales. Ellos quieren la ayuda de toda la sociedad y lógicamente los votos, para afirmar y controlar sus intereses, no los de todos los ciudadanos/as. Ellos nos engañaran, dirán que no quieren sellar la alianza entre la derecha ultramontana y la ultraderecha 3.0, retrasaran los pactos hasta después de que hayan hablado las urnas, utilizaran el trampantojo para engatusar, volverán a hacer uso de la manipulación comunicativa.
La ciudadanía alerta, debería decir NO y defender lo que por derecho les pertenece y prestarse al combate por una sociedad socialmente más justa. Ahora existe una oportunidad.
Una nación no debe juzgarse
Por como trata a sus ciudadanos
con mejor posición, sino por como trata
a los que tienen poco o nada
Nelson Mandela
Andrés Cascio
Doctor en Psicología Social, Profesor Retirado de la Universidad de Barcelona. Docente de distintas universidades de España y América Latina.
Conferenciante, Asesor para la vinculación académica Internacional. - Ha sido Experto Internacional de la O.E.A, y Catedrático de la Escuela de Especialización de la O.E.A. (Panamá) y director de Proyectos del Fondo Social Europeo. UE.