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La pérdida


(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

¿Qué hacer cuando todo está perdido? Los unos se muestran hundidos, deprimidos, rotos por el secuestro de sus principios, en cambio otros se mimetizan e intentan sacar tajada de la situación, los más activos se sublevan y luchan para evitar perderlo todo. El factor humano es diverso en sus reacciones tras la pérdida, por secuestro, de valores y principios. ¿Pero qué es lo que se hace cuando se cierne en nosotros la sombra agorera que intenta anular nuestros derechos y vulnerar nuestros principios? Cuando somos capaces de imaginar lo que va a ocurrir nuestro organismo se pone en alerta y se prepara para evitar sufrir, dentro de lo posible, esas consecuencias. No nos quedamos sentados esperando la debacle, intentamos oponernos a lo que viene porque el destino lo marcamos nosotros y no ellos.

Cuando barruntamos que muchos de nuestros derechos van a pasar al “museo de los derechos perdidos” o van a ser quemados desde la indiferencia o el desconsuelo, como si se tratara de una falla, cada quien y cada cual, saca de muy adentro su dignidad e intenta mantener su estatus de Bienestar. Recapacita sobre lo que se ha ganado en estos años, en lo que no se ha perdido, en cada uno de los pasos dados hacia adelante. El derecho a la eutanasia es el primero que me llama, ese derecho a decidir sobre mi cuerpo, ese que no responde a las necesidades cotidianas e impide volver a ser el que era.

Puede que sea el más importante logro de los derechos sociales, he dicho derecho, no obligación. Lo mismo que cuando ya eres energía no hay obligación de incinerar el cadáver, solo hay un derecho a ser enterrado o ser convertido en polvo. Un derecho. Un derecho que algunos seres con vocación de creación de mártires quieren anular. Veamos, es mi vida, es mi cuerpo, no quieran hacerme mártir por soportar el dolor que mi propio organismo me infringe. Como también mi cuerpo ha tenido el derecho de hacerme como soy y yo puedo seguir en el armario o manifestar públicamente mi sexualidad. Tengo derecho a percibir unos euros cuando cumpla los dieciocho años y dedicarlos a hechos culturales o tengo derecho a no cobrarlos porque deseo ser un cateto… Pero nadie tiene derecho, una vez que este se ha consolidado, a decidir por mí y eliminarlo. Gestionar lo público no le quito mérito, es una gran responsabilidad no malgastar el dinero de los ciudadanos y un delito social el gastarlo caprichosamente, aunque con tantos asesores lo mismo se complican las decisiones. Es algo que no entiendo; ¿alguien se imagina a un ingeniero que ha ganado su oposición y tiene que rodearse de asesores para desarrollar su trabajo? Lo mismo es la fórmula para eliminar el paro. Lo mismo hay otra fórmula, el tener una cadena de inspectores que analicen la eficacia y eficiencia de las decisiones que toman los gobernantes que se califican de autoridades. Y ahí radica el problema, hay quienes los consideran con autoridad para decidir sobre las vidas ajenas e impedir que hagan o no hagan uso de los derechos sociales. No, están para desarrollar y activar derechos a la sociedad y sus miembros la tienen para usarla o no. Pero nadie debe tutorizar a un ciudadano adulto, porque ese es otro oficio, el de dictador. Nadie puede inventarse una policía patriótica e infiltrarla en organizaciones sociales sin permiso de un juez.

Lo he comentado en ocasiones, creo que nos falta desarrollo social en laicidad, es decir, respeto a la pluralidad, respeto a las ideas de cada uno. El laicismo es sinónimo de independencia. El laicismo social sería, por tanto, la independencia de cada uno de los miembros de la sociedad.

No leo entre las propuestas electorales este concepto básico: el laicismo. Pero si veo el contrario, el de intentar eliminar cualquier derecho adquirido que pueda favorecer a los miembros de la sociedad. Pongamos por caso, el derecho que deben tener las entidades financieras de devolver a la sociedad el dinero prestado, a través de un gobierno, ahora en la oposición, el mismo que quiere recortar nuestros derechos y libertades sociales: eutanasia, subsidio de paro, sanidad universal y educación pública, el aborto, las pensiones, la dependencia…, del mismo modo que anuló el derecho a devolver el dinero prestado a las entidades financieras. A cambio nos ofrece: censura, negacionismo sobre la violencia del machismo, LGTBIfobia, deterioro medioambiental, científico, cultural y hasta de la subida de las pensiones…

Necesitamos un gobierno cuyos gestores no pisoteen y desmoronen nuestros derechos, no generen odio contra la diversidad sexual y familiar ni justifiquen la violencia machista con la máscara de divorcio “duro”, cuando hay decenas de muertas cada año.

Hay que elevar el techo de cristal, se deben poner sustancias antideslizantes en los pavimentos para que no resbalemos nuevamente.

Esta sociedad no necesita más aumento de temperatura, necesita lluvia, ambiente sano que sea propiciado por una salud moral positiva y progresista y una salud mental adecuada a las necesidades de la ciudadanía. Es necesario el cambio de estructuras económico-empresariales que creen una nueva forma de aumentar el rendimiento del tejido empresarial, no del que soportamos desde mediados del siglo pasado. Dejemos de pensar como perdedores. Estamos en Europa, la ciencia y la tecnología son las encargadas de abrir nuevos mercados o lo que es lo mismo, iniciar el cambio hacia un nuevo modelo de desarrollo económico, donde el turismo no sea la industria más potente a la par que intermitente. Eso significa el voto progresista del domingo, liderar el cambio industrial y económico en España.

Reflexionemos, hay dos opciones; aumento del empleo cualitativa y cuantitativamente con el esfuerzo de todos o volver al decimonónico: “¡¡Viva las caenas!!”, para que siga imperando el beneficio de unos pocos y el esclavismo enmascarado.

Si perdemos esta oportunidad de progreso nos costará mucho tiempo el incorporarnos al futuro que muchos deseamos para nuestros hijos. Ese futuro empieza por la libertad de opinión, dentro y fuera del ámbito artístico y cultural.

¡Ciudadanas, ciudadanos, por una libertad sin censuras!

 

Ergónomo PhD. Profesor del Master Prevención de Riesgos Laborales en Suffolk University Campus Madrid. Sindicalista. Dramaturgo y Escritor. Vicepresidente del Colectivo de Artistas Liberalia. Guionista y conductor de los programas de radio: Mayores con reparos, Salud y Resistencia y El Llavero.