Causas aristotélicas
- Escrito por Emilio Meseguer
- Publicado en Tribuna Libre
Las catedrales del siglo son los campos de fútbol, esos espacios inmensos donde los fieles al credo futbolístico, cada semana, se reúnen en torno a unos oficiantes que llevan a cabo el rito exigido: jugar.
Los sumos sacerdotes de egos rutilantes, los magos de ese rito, durante décadas han hecho y deshecho cuanto han querido, han ninguneado y manipulado a la masa fervorosa a su antojo y compran voluntades y destruyen cuanto les haga sombra en nombre del rito.
Los profanos no entendemos mucho de esto, pero sabemos que en todas las profesiones existen sumos sacerdotes con ganas de hacer caja y sin escrúpulos. La ética no está entre sus habilidades sociales y controlan perfectamente a los palmeros de estómago agradecido.
En todos los oficios, algunos avispados, sacan los pies del tiesto y al final a esos listillos se les suele caer el pelo.
Supongamos que ahora toca hablar del señor Rubiales, pero a lo largo de los años nos encontraremos y nos hemos encontrado con muchos seres como él. Dice mi amigo Óscar, que es profesor de filosofía, que el caso de este señor viene por la falta de conocimiento del pensamiento aristotélico. Qué va a decir un filósofo.
Pero creo que tiene razón, existe “causa - efecto” y entiendo que las cuatro causas que son la base del efecto, las cumple.
Analicemos las cuatro causas de Aristóteles:
La causa Material de todo el caso no es el deporte, no es el honor, es el vil metal. Eso está claro. Si don Luis hubiera presidido voluntariamente la Federación Española de Futbol, a la primera de cambio hubiera pedido perdón, hubiera hecho mutis por el foro y a otra cosa mariposa.
La causa de la Forma: La apariencia del hecho. Está bien asumida por el complejo de pastor que su ego asume. Si, un pastor lleva al rebaño según su voluntad, a ninguna oveja de estómago agradecido se le ocurre oponerse al mago. No olvidemos que ciertos magos suelen tener un problema sociopático.
Es curioso, de momento no he escuchado a nadie hablar de la señoras deportistas de la selección, son las jugadoras. No existe la señora Hermoso.
La tercera cuestión que plantea Aristóteles sería el Agente, es decir: el pastor maneja algo, no está con alguien; una ficha, un sujeto pasivo en su propio beneficio, sin más importancia y, por tanto, sin respeto alguno. “Así es como debe ser”, esa es su concepción. No existen en él los principios sociales, no hay derechos, ergo no hay derechos vulnerados y no es responsable de algo que no es.
Por último, está el Propósito o causa final. El argumento, aquí se omite. Es una especie de: “porque lo digo yo”. No hay argumento que justifique el hecho y cuando todo se pone en contra de mi “porque lo digo yo”, viene la negación, hay que echar balones fuera con el propósito de desprestigiar a la acosada; culpabilizar al débil.
Eso es lo que está pasando, ayudado por los perros fieles de mentalidad de adobe y cartera agradecida.
Creo que Óscar tiene razón al decir que don Luis es un señor que se cree en posesión de la razón y la verdad, como en mismísimo Cid del futbol patrio. Es verdad que va a vivir la paradoja de que a un calvo se le vaya a caer el pelo. Y eso no lo acepta, no lo admite, no está dentro de sus opciones ni en su cuenta no corriente.
Mientras tanto nadie entiende que organizaciones privadas como la SGAE, puedan ser intervenidas por el ministerio de Cultura, ante situaciones excepcionales y en este caso nadie parece tener muchas competencias.
Y digo yo, ¿no será ya el momento de legislar para evitar que sociópatas campeadores de unos y otros oficios dejen de mantener palmeros de carteras agradecidas?
Emilio Meseguer
Ergónomo PhD. Profesor del Master Prevención de Riesgos Laborales en Suffolk University Campus Madrid. Sindicalista. Dramaturgo y Escritor. Vicepresidente del Colectivo de Artistas Liberalia. Guionista y conductor de los programas de radio: Mayores con reparos, Salud y Resistencia y El Llavero.