Juan Negrín accedió a la presidencia del Gobierno el 17 de mayo de 1937 después de la crisis formada por la dimisión de Largo Caballero y los problemas que se plantearon para que el líder socialista pudiera repetir al frente de esta alta responsabilidad. Creemos que es, sumamente interesante, en este sentido, acercarse a la lectura de los números de El Socialista de los días 16 y 18 de mayo porque se hizo un gran despliegue de noticias, crónicas y opiniones sobre esta crisis de Gobierno, con las distintas posturas de los partidos y sindicatos. Se impone un estudio de cómo el órgano oficial del PSOE abordó la cuestión. Pero no es este el objetivo del presente artículo. Recogemos las primeras declaraciones que realizó Negrín en ese mes de mayo de ahora hace 80 años. Nos informan mucho no sólo de lo que pretendía hacer, sino también de su personalidad política, porque en ellas aparecen muchas de sus ideas, como su aversión hacia la dispersión de esfuerzos, su indeclinable voluntad de lucha, una clara defensa de la democracia en relación con el futuro de España, así como del Estado de Derecho aún en circunstancias tan graves, su mesura en relación con la Iglesia, y sobre el controvertido asunto de las reservas de oro.