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SEGUNDA REPÚBLICA. 1º MAYO: Madrid, 1-5-1931.- Pedro Rico, Francisco Largo Caballero, Miguel de Unamuno, Indalecio Prieto y Mellie Staal, (de izda a dcha), durante la manifestación del Primero de Mayo. EFE/jgb / E/Coloreada @latinapaterson

1926. Los anarquistas Francisco Ascaso (1901-1936), Buenaventura Durruti (1896-1936) y Gregorio Jover (1891-1964) integrantes de "Los Solidarios". E/Coloreada https://twitter.com/latinapaterson/status/1313515912671252481/photo/1

19/12/1933. Los diputados socialistas Francisco Largo Caballero y Margarita Nelken posando sentados en sus escaños del Congreso. Foto Luis Ramón Marín / Fundación Pablo Iglesias. E/Coloreada. https://twitter.com/latinapaterson/status/1311207535429513217

Pablo Iglesias Posse, político y fundador del PSOE en el despacho de su casa (foto sin fecha) / EFE / E. Coloreada @latinapaterson

1932, visita de Niceto Alcalá Zamora, Presidente de la República Española, a la Fábrica de Tabacos de San Sebastián. Foto posando junto a las empleadas de Tabacalera, del fotógrafo Martín Ricardo / Kutxateca. E/Coloreada. https://pbs.twimg.com/media/Ef5yI4eXYAE8MRH?format=jpg&name=4096x4096

06/01/1937, mujeres de un taller de costura de la C.N.T. en Gijón. Foto Constantino Suárez. Archico Muséu del Pueblu d’Asturies. Coloreada. https://twitter.com/latinapaterson/status/1205762029782523904/photo/1

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La acracia de Federico Urales


(Tiempo de lectura: 3 - 6 minutos)

Hay personajes en la historia del movimiento anarquista que marcaron una época, cuyas contribuciones son indelebles a su propia historia. Las aportaciones no solo se materializaron en forma de estructuras organizativas sino también en el campo doctrinal donde, a pesar de los lugares comunes, el anarquismo español tuvo aportaciones y personajes en la primera línea en el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. A los nombres de Celso Gomis, Gaspar Sentiñón, Rafael Farga Pellicer, Fernando Tarrida del Mármol, Anselmo Lorenzo, Manuel Buenacasa, Valeriano Orobón Fernández o Diego Abad de Santillán, habría que unir a la familia Montseny-Mañé.

Los Montseny-Mañé fueron un grupo dentro del anarquismo español. Dinámicos, polemistas, etc. Si Teresa Mañé o Soledad Gustavo era la impulsora de aquellas iniciativas la proyección pública correspondió más a Juan Montseny o Federico Urales, antes de que la figura de la hija de ambos, Federica Montseny fuese determinante en la historia del anarquismo.

Juan Montseny o Federico Urales, como era mayoritariamente conocido, fue uno de esos intelectuales del anarquismo que aunque apegado a estructuras organizativas nunca llegó a implicarse del todo, manteniendo una independencia en sus proyectos editoriales, educativo, escritos y personales. Este reusense (al igual que Juan García Oliver) es el mejor ejemplo de intelectual del anarquismo, aunque rehuyesen de esa etiqueta. Aunque tonelero de profesión, muy pronto las inclinaciones de Montseny se centraron en los campos doctrinales, periodísticos y publicistas. Iniciado en la escuela del republicanismo, como una gran parte de los primeros libertarios, su contacto con el movimiento obrero en su zona le hizo aproximarse al anarquismo. Poco después conoció a Teresa Mañé, maestra, que aunque de extracción más acomodada se había vinculado desde muy pronto a las corrientes pedagógicas más modernas y abrazó el anarquismo. Estas corrientes de innovación educativa, que mantenía también Francisco Ferrer y otros anarquistas a nivel europeo como Charles Malato o Paul Robin, fueron adoptadas por la joven pareja que iniciaron diversos proyectos educativos, muy en contacto con el propio Ferrer.

Por motivos políticos y laborales, se trasladaron a Madrid donde comenzarían una de las iniciativas periodísticas mas importantes de la historia del anarquismo: La Revista Blanca. Concebida como un proyecto de amplio alcance intelectual, en sus páginas colaboraron las plumas más afamadas del anarquismo español, internacional y también figuras de primer orden intelectual como Ramón y Cajal, Unamuno, Pompeyo Gener, Odón de Buen y un largo etcétera. La revista pasó por dos etapas. Una madrileña que se extendió entre 1898 y 1905 y una posterior en Barcelona que abarcó un periodo más amplio, ya con la implicación de Federica Montseny, entre 1924 y 1936. Fue una revista de calidad que catapultó a sus editores a la palestra nacional e internacionales de los debates políticos y sociales de la época. Por ello, en los ciclos de conferencias que el Ateneo de Madrid organizó a inicios del siglo XX, entre los interlocutores del anarquismo siempre estaban Teresa Mañé y Juan Montseny.

Sin embargo, la estancia en Madrid no estuvo exenta de polémicas. Juan Montseny fue acusado por sus rivales en más de una ocasión de enriquecerse. La puntilla se dio cuando Montseny denunció ante la opinión pública los favores urbanísticos que se estaban produciendo en las obras de la Ciudad Lineal diseñada por Arturo Soria. La fuerte presión a la que fueron sometidos apartó a Montseny de la vida pública y decidieron volver a Barcelona.

Ya en la capital condal, la parece Montseny-Mañé continuó con diversos proyectos periodísticos, pedagógicos y, sobre todo, con debates. Juan Montseny fue extremadamente crítico con el sindicalismo y aunque no era lo que se podría denominar un antisindicalista, lo cierto es que sus críticas a la recién nacida CNT fueron frecuentes. Igualmente, y siguiendo la línea marcada por personajes a nivel internacional como Piotr Kropotkin, Jean Grave o Paul Reclus, Montseny no se mostró contundente en la condena a la Primera Guerra Mundial que había adoptado la mayoría del anarquismo internacional. Junto con Ricardo Mella y Teresa Mañé fueron acusado de defender el anarquismo “aliadófilo” que estimaba que una victoria de la Entente era mejor que una del autoritarismo de los imperios centrales.

Junto a esta labor periodística, también participó de estructuras organizativas, que en el turbulento periodo de la crisis de la Restauración le costó más de una estancia en la cárcel.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, reimpulsó La Revista Blanca y comenzó a editar una serie de escritos narrativos, compuesto por plumas de importancia en el anarquismo. Había nacido “La novela ideal”, una de las iniciativas mas interesantes de cultura popular, obrera y anarquista que duró hasta el inicio de la Guerra Civil. Centenares de títulos se editaron en aquellos momentos, en un formato económico y con una extensión de 32 páginas, donde a través de novelas políticas y morales se intentaba vehicular las ideas anarquistas. Mauro Bajatierra, Federica Montseny o el propio Urales, escribieron novelas. No solo fue esta colección pues también impulsó “La novela libre”.

Los años de la Segunda República fueron intensos y confirmaron la posición de verso libre de Juan Montseny en el panorama libertario. A pesar de las contribuciones doctrinales a través de las páginas de un periódico fundamental como El Luchador, sus posiciones no tuvieron ecos de importancia ni en la CNT ni en la FAI. A pesar de ello, las aportaciones doctrinales de La Revista Blanca y otros proyectos fueron fundamentales.

Durante la Guerra Civil la posición de Juan Montseny fue testimonial, siempre al lado de su hija Federica y su yerno Germinal Esgleas, con una Teresa Mañé cada vez más achacosa de salud. Y ese declive vital vino acompañado de una derrota política por la victoria del franquismo y un peregrinar por diversas prisiones y campos de concentración en Francia: Saint Laurent, Montpellier, Salon. El exilio fue demoledor. Si en la salida de Barcelona fallecía en Perpignan Teresa Mañé en febrero de 1939, tan solo tres años después lo hacía Juan Montseny en Salon.

Pero Juan Montseny fue mucho más. Su contribución cultural al anarquismo es enorme. Infinidad de novelas y escritos lo atestiguan. Incluso algunas de sus obras, por estar perseguido político, no las firmó él sino su compañera Teresa Mañé. Es el caso de la novela Las diosas de la vida que como explicó después Teresa Mañé la tuvieron que publicar con su nombre (Soledad Gustavo) para sacar algo de dinero una vez que Montseny cayo en desgracia al combatir la especulación de la Ciudad Lineal.

Juan Montseny también tuvo una enorme contribución, como su compañera Teresa Mañé, al campo de la pedagogía y la renovación educativo, con el impulso de creación de escuelas laicas y racionalistas y el espacio que concedió en sus proyectos periodísticos a estas cuestiones.

Además, a modo de hombre las mil caras, Juan Montseny tuvo gran cantidad de seudónimos, con los que también firmó obras y artículos. Al archiconocido de Federico Urales hay que unir otros como Mario del Pilar, Siemens, Doctor Boudín, Remigio Olivares, Rudolf Shafernstain, Un profesor de la Normal o Antonio Galcerán entre otros muchos.

Un personaje trascendental que hoy apenas es conocido debido al olvido y al ostracismo.

Profesor e historiador. Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ha desarrollado su labor docente en distintos centros de enseñanzas medias y universitarias así como en distintos grupos de investigación. Actualmente profesor de secundaria y de la Universidad Carlos III de Madrid.

Especializado en Historia Contemporánea de España y Europa ha centrado su labor de investigación en la historia del movimiento obrero, del socialismo y del anarquismo. Fruto de estas investigaciones ha publicado varios libros entre los que destacaría: Mauro Bajatierra. Anarquista y periodista de acción (LaMalatesta editorial, Madrid, 2011), Abriendo brecha. La lucha de las mujeres por su emancipación. El ejemplo de Soledad Gustavo (Volapük ediciones, Guadalajara, 2013), El movimiento obrero en Alcalá de Henares (Silente académica, Guadalajara, 2013), Por el pan, la tierra y la libertad. El anarquismo en la Revolución rusa (Volapük ediciones, Guadalajara, 2017), Socialismo en el siglo XIX. Del pensamiento a la organización (Queimada ediciones, Madrid, 2017) o Historia de la CNT. Utopía, pragmatismo y revolución (Los libros de La Catarata, Madrid, 2019). Es autor de numerosos artículos, capítulos de libros y conferencias sobre estas cuestiones tanto a nivel nacional como internacional.