El conflicto entre trabajo y capital: una visión masónica en los años treinta
- Escrito por Eduardo Montagut
- Publicado en Textos Obreros
En distintos trabajos hemos estudiado la compleja relación entre el movimiento obrero y la Masonería. Nos hemos centrado, especialmente, en cómo desde el socialismo se consideraba que era imposible la fraternidad, principio masónico fundamental que debía reinar, porque solamente se contemplaba la fraternidad de clase (a lo sumo esa fraternidad masónica se podría dar en el momento en el que desaparecieran, precisamente, las clases).
Pues bien, en este artículo queremos aportar el testimonio desde dentro de la Masonería sobre el conflicto entre capital y trabajo de la mano de un destacado masón español, Luis Massip, en una reflexión que realizó a finales de 1932, y que nos parece harto significativa.
Massip exponía el conflicto entre burguesía y proletariado, capital y trabajo. Mientras la burguesía aprobaba leyes para reprimir al pueblo, éste realizaba revoluciones para destruir a aquella. Era una lucha que se enconaba cada día, achacada, en su opinión por el error, por la “venda que impuso la Religión.”
Para nuestro protagonista el trabajador del presente en el que escribía ya no era como el del pasado porque había dejado la ignorancia atrás al ser consciente de sus derechos (¿una formulación de la conciencia de clase?), por lo que ya no era tan fácil quitárselos. De ahí que la lucha se hubiera intensificado.
Para Massip el burgués simbolizaba el pasado frente al obrero, que representaba el porvenir. Era una lucha entre la tradición y el progreso.
En esa especie de torneo creía que vencería el trabajo. El capital era representación de la riqueza, pero el trabajo era la riqueza efectiva, es decir, era más real. Pero ambos se necesitaban, y en el reparto de beneficios estaba el problema. Ese era el origen del conflicto, porque el capital quería imponer el precio al trabajo, siendo casi siempre irrisorio, frente al trabajo que pretendía un reparto más equitativo, por lo que para Massip éste tenía la razón, porque, además, el capital solo nada podía producir, y el trabajo solo, en cambio, sí podía producir, de ahí su importancia.
Pero, a pesar de que Massip se estaba declarando claramente favorable hacia el trabajo no estaba defendiendo una revolución, como podríamos imaginar de todo lo apuntado. En la pugna de dos derechos, es decir, los de la burguesía y el proletariado la Masonería debía respetarlos todos. Como el conflicto surgía por la incomprensión de una de las dos partes, era obligación de la Masonería hacer ver el límite que no se debía sobrepasar, como una suerte de mediadora. Aludiendo a las herramientas de la Masonería -nivel y regla-, es decir, la igualdad y la rectitud, tenía que reconocer el derecho conculcado y restablecer a cada uno en su puesto, restaurando la paz.
Así pues, la Masonería tendría una misión social doble: iniciar al obrero en sus derechos, y mostrar al patrono los límites de los suyos, pero, insistimos sin alterar, realmente el orden social establecido. Y eso, porque esa misión masónica se fundamentaba en su concepción de la fraternidad, algo que criticó el socialismo, como apuntamos al principio.
Hemos empleado como fuente el número de octubre de 1932 de el Boletín del Grande Oriente Español.
Eduardo Montagut
Doctor en Historia. Autor de trabajos de investigación en Historia Moderna y Contemporánea, así como de Memoria Histórica.
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