‘LA DOLORES’: vuelta a la vida de la “ópera española” de Tomás Bretón
- Escrito por Manuel Espín
- Publicado en Cultura
El centenario de la muerte de Tomás Bretón, autor de música de concierto, cámara, zarzuelas ('La verbena de la Paloma') y óperas, permite recuperar una de estas, o mejor la llamada 'opera española', su drama lírico 'La Dolores', estrenado precisamente en el Teatro de la Zarzuela que desde 1937 en plena guerra civil no había vuelto a ser representado en ese escenario. 'La Dolores' se inspira en un mito decimonónico sobre una mujer de Daroca víctima de la malediciencia de un pretendiente despechado, convertido en novela-folletín de Feliú y Codina, y luego en 'ópera española' de la mano de Bretón que también escribió el libreto. Estrenada poco después de 'La verbena...' fue un éxito arrollador en Madrid, y en el Tívoli de Barcelona permaneciendo muchos meses en cartel.
El mito pasó al cine mudo y al sonoro, encarnado en la posguerra por Concha Piquer ('La Dolores') e Imperio Argentina ('La copla de La Dolores'), y varios de sus cantables permanecieron como referentes de la copla ('Si vas a a Calatayud...') o del sinfonismo folklórico ('Jota de 'La Dolores'). Bretón, un personaje de su tiempo, que alcanzó los grados más altos de la masonería, tuvo muy presente los dramas de Wagner y la ópera posromántica, a la que llevó a un cruce de caminos con la música autóctona de la época, en este caso aragonesa; trasvasando parte de los contenidos de esta obra a lo más exaltado del nacionalismo musical hispano.
En esta revisión del Teatro de la Zarzuela, que dirige teatralmente Amelia Ochandiano, se prescinde de las imágenes más 'baturras' en el peor sentido del concepto; no hay proyecciones de la Virgen del Pilar ni de Zaragoza como en otros montajes cargados de nostalgia...y de caspa. De manera acertada cambia la época de la acción que ya no es el XIX sino los años 50 del XX. Dolores es una mujer independiente, con capacidad para desarrollar su derecho a elegir sexualmente dentro de una sociedad reprimida, y se debate entre varios hombres que la pretenden no solo de forma romántica sino en la cama (que aparece fisicamente en la acción). Entre esos hombres se desarrolla una tensión y disputa que termina en tragedia.
En paralelo despertará el deseo, la atracción y finalmente el amor, de un seminarista-sacerdote. En la puritana versión de Florián Rey de 1941 para Concha Piquer producida por Cifesa el personaje era presentado como 'un joven estudiante' eliminando la posibilidad de que pudiera ser un cura. En contra de lo que parece 'La Dolores' de Piquer no tuvo el gran éxito popular que se esperaba.
Ahora la directora presenta al personaje como a una rara 'mujer libre' de otro tiempo, víctima de los rumores, que en el fondo se siente tremendamente sola. Tampoco viste de 'aragonesa' sino con ropa de mitad del XX. Rescatar del olvido esa obra algunos de cuyos fragmentos se han visto y oído muchas veces bajo tratamientos nada innovadores y anclados en un pasado de museo de cera, implica un gran riesgo. Requiriendo imaginación y medios para evitar el panteón de las ánimas muertas del estereotipo.
El Teatro de La Zarzuela propone la revitalización de esta vibrante partitura con un enfoque que sin llegar a ser revisionista es renovador, en una línea como la que Juan Echanove hizo al principio de la temporada con 'Pan y toros', otro título emblemático en ese caso una zarzuela de largo recorrido; con el problema común a títulos que precisan de una visión contemporánea distanciada del viejo figurón del sainete regionalista o el melodrama convencional.
Esta 'Dolores' tiene pulso y medios, un uso de elementos populares - gigantes, cabezudos...- sin derivar en el '¡viva Cartagena!' de turno o en la exaltación superficialmente patriotera. Beneficiándose de un acercamiento a la jota depurada de adherencias.
Miguel Ángel Berna es el referente máximo dentro del género, y su aportación viene a ser paralela a la de los grandes renovadores de la danza española y el flamenco: sus coreografías son espléndidas lo mismo que su breve presencia en escena en la histórica 'Jota' que sabe a poco. Unido a que Guillermo Gª Calvo como director musical otorga el ímpetu que requiere en muchos momentos a la orquesta sinfónica de Madrid, reforzada por una formación de bandurrias, y la presencia de muy buenas voces, algunas excepcionales de la lírica española de hoy, dando muchas posibilidades al lucimiento de los cantantes.
El decorado, que no es lo mejor de esta producción, cumple en la versatilidad que Ochandiano le permite, con aciertos como la escena de la plaza de toros con el grupo de espaldas, o la buena resolución del dúo final. Aunque en algún momento se eche en falta más luz y colorido escénico sobre el escenario.
El conjunto funciona en un complicado movimiento sobre las tablas - llegan a juntarse casi un centenar de participantes en escena, entre cantantes-actores, bailarines, acróbatas...y la gran versatilidad de un numeroso Coro Titular al que se le añade otro infantil- por la acumulación de elementos en escena, bajo una producción respetuosa en buena medida, pero también con su 'pizca' de innovación. Que permite contrastar la puesta en escena de algo tan conocido como 'La jota de 'La Dolores' con otras representaciones en clave exaltada que hoy podrían parecer chirriantes. Sobre la base de una gran partitura de Bretón cuyas referencias eran evidentes cuando se escribió.
'La Dolores' de Tomás Betón.
Director musical: Guillermo García Calvo.
Directora de escena: Amelia Ochandiano.
Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda.
Vestuario: Jesús Ruiz. Coreografía: Miguel Ángel Berna.
Iluminación: Juan Gómez Cornejo.
Con: Saioa Hernández/Carmen Solís, Jorge de León/Javier Palacios, Jose Antonio López/Ángel Ódena, María Luisa Corbacho/Milagros Martín, Ruben Amoretti/Ihor Voievodin, Javier Tomé/Santiago Vidal, Gerardo Bullón...
Cantador de coplas: Juan Noval Moro.
Coro voces blancas Sinan Ruy. Orquesta de la Comunidad de Madrid.
Coro Teatro de la Zarzuela.
Director: Ángel Fauro.
Días
27-28-29 de enero.
1-2-3-4-5-8-9-10-11 y 12 de febrero.
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