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Guerra y paz, ayer y hoy


(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«En los hechos históricos, los llamados grandes hombres son como etiquetas

que denominan el acontecimiento; y como sucede con las etiquetas, son

quienes menos están relacionados con el hecho mismo»

Guerra y paz, 1867, León Tolstoi

Tolstoi es uno de los más grandes escritores rusos. Un aristócrata terrateniente más cercano a sus mujiks que a los salones, un pacifista y anarquista deísta convencido de que el hombre solo debe responder ante Dios y, por lo tanto, todo gobierno del hombre es antinatural y contrario a toda autoridad terrenal, pues considera que solo emana de la divinidad. Además, fue vegetariano convencido, altruista y consecuente, lo que le llevaría a abandonar la vida y fama mundana para afincarse en Yásnaia Poliana, Tula, donde había nacido, dedicándose a mejorar, educar y proteger la vida de sus campesinos. Para todos los interesados, recomiendo encarecidamente la biografía de Henry Troyat.

Guerra y paz es un monumento literario a la Rusia invadida por Napoleón, sí, pero también al país y sus gentes con mayúsculas. Inscrita dentro del realismo- naturalismo literario, describe la vida de cuatro familias durante 50 años, enmarcada en acontecimientos y personajes históricos reales y en otros arquetípicos que representan sus ideales. Una obra ingente, un auténtico mapa de la vida rusa. Un manual experto en el arte de la guerra y de la paz perseguida, una radiografía de la vida campesina y aristocrática de la madrecita Rusia. Es un auténtico tratado filosófico, que desgrana el ideario del autor sobre la forma en cómo se construye y transmite la historia, encumbrando a los líderes y enterrando a los auténticos héroes y sufridores, el pueblo. En definitiva, la novela de Tolstoi trata, ni más ni menos, que de la condición humana.

¿Y cómo se teje la obra? A través de la antítesis que ya anuncia el título. Con estos dos ingentes componentes, entrelazará los hilos de la vida y de la historia del maltrecho y decadente s. XIX. Tolstoi defiende la tesis de que las guerras son el fruto de masas inconscientes que se dejan arrastrar por líderes belicosos, algo que quedó bien arraigado en la mente rusa desde la invasión napoleónica, reforzada por la alemana, y así hasta nuestros días. Ahora, es Rusia la que invade, quien empieza la guerra en un afán expansionista hacia territorios que ya no le pertenecen, pero a cuya antigua hegemonía no está dispuesto a renunciar. Y de nuevo la guerra se extiende por el pueblo, con soldados reclutados deprisa y corriendo, dejando huérfanos y viudas por todo el país y arrastrando a la miseria a tantos seres humanos.

Si Tolstoi levantara la cabeza y viera en lo que se ha convertido su tierra, este pacifista convencido volvería a meterse de cabeza en su tumba. Solo que ahora tendría que compartirla con tantos otros miles que abonan el suelo del inmenso y estéril cementerio en el que se están convirtiendo Rusia y Ucrania.

¿Y para qué, si nadie terminará sembrando, disfrutando y habitando su suelo? ¿Qué megalomanía insana sustenta a estos líderes que sacrifican a sus pueblos a cambio de un nombre, de una dudosa etiqueta, en los libros de historia?

 

Licenciada en Filología Hispánica (1984-89) y en Filología Alemana (2001-04) por la universidad de Salamanca, con diplomaturas en italiano y portugués. Vivió 10 años en Alemania, donde dio clases en la VHS (universidad popular) de Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, desde 1993 a 2000.

Posteriormente, ya en España, decide dedicarse a la traducción y corrección de libros y textos de diversa índole, labor que sigue ocupando a día de hoy.

Es miembro de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español), de ASETRAD (Asociación Española de Traductores e Intérpretes) y otras entidades relacionadas con la traducción.

Asimismo, colabora como traductora honoraria para diversas ONG.