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El tocador de señoras


(Tiempo de lectura: 2 - 3 minutos)

«Quien no ha tenido como yo el privilegio de pasar buena parte de su vida en un manicomio tal vez ignore esta gran verdad: que todos los allí encerrados perciben claramente la locura de los demás, pero ninguno la propia»

La aventura del tocador de señoras, 2001, Eduardo Mendoza

A Eduardo Mendoza le gusta seguir sus hilos de trama policiaca ya comenzados con El misterio de la cripta embrujada y El laberinto de las aceitunas, y lo hace de la mejor manera posible: con maestría y un hilarante sentido del humor muy de agradecer. El protagonista sin nombre vive en la Barcelona de la década de 1990, una ciudad cosmopolita y conocida a nivel mundial tras las Olimpiadas, tan caleidoscópica como la propia trama de la novela. En estas aguas se mueve el inefable «investigador», ya conocido por esas novelas precedentes y ahora, pasados los años y tras una larga estancia en el manicomio, aparece de nuevo como peluquero ocasional. A partir de ahí, el delirio puro.

Así, sin más arbitrio que su propia picardía, este Lazarillo moderno entra, desde la tapadera de esta peluquería cutre, en un entramado de mafia y corrupción que implica a todas las capas de la sociedad barcelonesa. Como el alcalde, un ser corrompido y borrachín en plena campaña, con una enorme capacidad para hacerse el sordomudo con tal de conseguir ser relegido, que resulta una excelente parodia de la realidad más cruda que estamos viviendo ̶ si no fuera para echar a correr. Aunque no es el único. La galería de personajes (y ojito a los nombres) es un elogio de la locura del erasmismo más cañí.

Pero no nos confundamos, Eduardo Mendoza sabe muy bien qué está contando y cómo. Su maestría estilística y su enorme capacidad para que sueltes la carcajada no son casuales ni fruto de una novelita gamberra sin más, porque hay que ser un maestro para lograr semejante combinación de bofetada social y divertimento. Saca del manicomio al protagonista pero para meterle en otro mucho más grande y tolerado: el mundo real. Ahora es algo más cínico, lo da los años y las experiencias, pero el pobre no sale de la rueda. A pesar de sus intentos como estilista peluquero de quinta, en cuanto le ofrecen un trabajito (aparentemente) sencillo, cae por los cuartos. Y ahí empieza todo. Con el robo de unos documentos en la sede de una empresa de nombre inefable, El Caco Español, que terminará incriminando a toda una red de malajes dentro de la clase política y social, este Quijote moderno, de verborrea y retórica exquisitas, nos da una lección de historia y un repaso a esa forma de vida tan picaresca nuestra que llevamos repitiendo, parece ser que con éxito, durante tantos siglos

No voy a contar más, hay que leerla y disfrutarla. A poder ser, junto con las dos precedentes. Son un auténtico retablo de las maravillas.

Solo diré que es posible que al final, a pesar de todo, nos quede un regustillo amargo entre las risas, porque veremos y reconoceremos mucho de lo que está pasando ahora, y nos daremos cuenta de que no por repetido cambia el cuento.

 

Licenciada en Filología Hispánica (1984-89) y en Filología Alemana (2001-04) por la universidad de Salamanca, con diplomaturas en italiano y portugués. Vivió 10 años en Alemania, donde dio clases en la VHS (universidad popular) de Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, desde 1993 a 2000.

Posteriormente, ya en España, decide dedicarse a la traducción y corrección de libros y textos de diversa índole, labor que sigue ocupando a día de hoy.

Es miembro de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español), de ASETRAD (Asociación Española de Traductores e Intérpretes) y otras entidades relacionadas con la traducción.

Asimismo, colabora como traductora honoraria para diversas ONG.