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Historia de un médico republicano. Exiliado piel adentro


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Las historias no contadas

No recuerdo exactamente el día en el que tuve conciencia de que la historia de mi familia tenía muchas cosas en común con otras muchas de Andalucía y de todo el Estado Español. Fue en un momento impreciso pero recuerdo una anécdota. Estábamos sentadas mi abuela, mi tía, mi madre mis hermanas y yo en la mesa junto a la ventana de la casa de mis antepasados en Bérchules, pueblo de la Alpujarra granadina. Contaban entre otras muchas historias, la misma anécdota siempre; el tío Antonio, hermano de mi abuelo, había sido muy tonto, porque había puesto a los gatos Lenin y Troski y claro, lo habían apresado y metido en la cárcel. Esa era toda la explicación que recibíamos de la vida truncada de mi tío el siquíatra.

La historia reciente de España se ha construido a partir de un hecho fundamental que fue la permanencia de una Dictadura durante cuarenta años. Cuarenta años de silencio y miedo. Un régimen dictatorial que se impuso tras el triunfo de los militares que se alzaron contra la República votada democráticamente. La represión y el exterminio de los vencidos, hizo que el miedo se apoderara de todo aquél que había permanecido fiel a la República o cualquiera que estuviera afiliado a los sindicatos de trabajadores que existían antes del golpe militar. Tras la llegada de la Democracia con la muerte del Dictador, no solo permanecieron intactas muchas de sus estructuras, sino que tras un período que dura hasta nuestros días, los represaliados por el franquismo no tuvieron un reconocimiento o reparación de su memoria, ni mucho menos del expolio al que fueron sometidos.

La ley de Memoria Histórica que se aprueba en el 2007 gracias a las demandas de las Asociaciones de memoria histórica que han ido surgiendo desde todos los puntos del Estado, han conseguido llevar sus reivindicaciones de justicia fuera de España y han conseguido que la ONU inste al Estado Español a reconocerlos como Crímenes de lesa humanidad que no prescriben y que deben ser reparados y llevados a los tribunales.

Este movimiento ha conseguido que se haya podido sacar a la luz la verdad, sin miedo a ser tratados como revanchistas o rencorosos por haber perdido una guerra, porque lo que se reclama, es el derecho a exigir que un estado democrático reconozca la intención expresada abiertamente por los mandos militares del momento, que hubo una voluntad declarada de extermino contra los que llamarían genérica y despectivamente los rojos, como el declarado por Hitler con el pueblo judío o como tantos otros que han sido condenados por una Europa democrática.

La necesidad de saber

La curiosidad, decían a menudo en mi pueblo, mató al gato. Eso también encerraba una enseñanza para mí muy importante, y es que no podía entender nada de lo que decían los mayores… Había muchas claves, personajes, ideas que en mi conciencia de niña no podía comprender, pero es lo que me impulsó a investigar para poder formarme una opinión sobre los gatos y sus nombres, los adecuados y los que podían ser peligrosos. Durante la educación secundaria aprendí todos los nombres de los reyes de España, muchas anécdotas de Isabel y Fernando, de la expulsión de los moriscos que eran lo peor, en segundo de BUP empezamos con la repoblación de España, eso para mí era algo incomprensible, pero ahí estaba. De la primera guerra y la segunda guerra mundial me quedaron pocas cosas, solo que había bloques y que luego la guerra fría benefició a Franco. Todo fuera de mi experiencia, todo lejano, como en una nebulosa, y seguía sin entender lo de Lenin y Trosky.

Un día empecé al revés, investigar desde mis intereses, es decir la experiencia… Yo hace tiempo observaba en mis alumnos, que lo que realmente sabían era lo que les emocionaba, lo que hacían con sus manos o lo que podía enganchar con algo de su realidad.

Entonces pregunté a los mayores del lugar, qué había pasado, por qué no se hablaba en el pueblo de la Dictadura y de la represión. Un día llegaron a mi casa, en el terrao empezaron a contarme anécdotas, de lo que el pueblo había vivido, y cuando se despidieron me pidieron que contara todo, pero que no dijera sus nombres, aún había miedo a las represalias…, fue un verano del 2006. Empecé a desaprender lo aprendido, como diría nuestro querido Antonio Machado.

Estaba descubriendo mi historia, la historia que aún no había sido contada. Hablé con Julia, mi vecina, me contó anécdotas llenas de sentido como cuando uno de los caciques del pueblo le arrancó un escapulario que tenía colgado con un hilo de algodón en el cuello y le dijo que ella no era digna de llevarlo. O cuando raparon a una de las paveras, apodo de la familia, que ésta era la más guapa del pueblo, y de pena, se murió. También de un guerrillero que cogió la guardia civil y que muerto y ensangrentado, amarrado a dos palos, lo pasearon por todo el pueblo para que sirviera de escarmiento e infundiera el terror a todo el pueblo.

Luego, subí a la Platera y Agustín el Republicano me contó que él fue de los que llamaron la Quinta del biberón, y que cuando perdieron los defensores de la República, lo metieron de monaguillo para que redimiese sus pecados.

Entonces empecé a investigar la historia de los gatos y de mi tío. La historia de una familia de la Alpujarra, que consigue que sus hijos estudien en Granada y como mi tío llegó a ser siquiatra del Hospital de Miraflores en Sevilla. En el Archivo militar de Sevilla vi las declaraciones y las acusaciones por las que fue condenado a treinta años de cárcel, su intento de fuga de Sevilla a Bolivia y, por último, en 1940 redención de penas por el trabajo. Su exilio interior como los herejes que tienen que vivir piel adentro, sin poder hablar ni señalarse en una España de caciques, represión y terror. Otros como Luis Cernuda o Max Aub tuvieron que huir. Otros corrieron peor suerte y fueron fusilados como García Lorca, paradigma de lo que querían exterminar.

Escribía Luis Cernuda desde su destierro:

Un día, tu ya libre

De la mentira de ellos

Me buscarás. Entonces,

¿qué ha de decir un muerto?

Ayer os buscábamos y ahora, os hemos encontrado. La necesidad de contar mediante un relato novelado todo esto que fui descubriendo, ha sido la realización de una novela. Exiliado piel adentro, parte del íntimo convencimiento de que la historia se escribe a través de las personas y los hechos, de que recuperando nuestra memoria, podemos realizar el salto para cambiar las cosas, coger de nuevo el testigo de su lucha, de sus ideales, y consciente de que un pueblo sin memoria, no puede cambiar su rumbo.

Esta es la historia que he descubierto, la que todos tenemos derecho a saber. El desafío de los que pensamos que la ciudadanía tiene derecho a conocer la verdad sobre los hechos acaecidos, y que este es un tema aún pendiente en el currículo escolar obligatorio, donde está el futuro.

Doctora en Bellas Artes. Especialidades de pintura y escultura en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla. En 2003 publica con la editorial Archiviana, el libro desarrollado a partir de su tesis: El pensamiento artístico, ciencia y religión en al-Ándalus.

Es profesora de Educación Secundaria destinada actualmente en el IES Néstor Almendros de Tomares.

Ha realizado numerosas exposiciones colectivas e individuales y ha sido seleccionada en varios certámenes de pintura, acuarela y escultura.

Entre las exposiciones colectivas destacan la celebrada con el Colectivo Surcos de poesía, titulada A la Deriva, inspirada en el tema de la inmigración y el Estrecho, celebrada en la Sala del Ayuntamiento de Coria del Río; en 2017 Invisibilizadas, celebrada en la sala Antiquarium de Sevilla y centrada plásticamente en todas aquellas causas y personas invisibilizadas por la sociedad apolínea de la ciudad de Sevilla; en 2018 la titulada, Mujer y Trabajo sobre los problemas que derivan de los conflictos de género en el trabajo; en 2019 Maculadas sin remedio, sobre la mujer y la permanencia de los estereotipos con el tema recurrente de la Virgen Inmaculada de Murillo y su celebración.

Destaca el premio de escultura a la Memoria de los represaliados por la dictadura de Franco, convocado por el ayuntamiento de Coria del Río.

Dibuja las ilustraciones del libro sobre Miguel Hernández La luz que no cesa, realizado el Colectivo Surcos y la Universidad de Sevilla.

Presenta junto con Pablo Coca, el videoarte Diálogos con una calavera, sobre el tema de Memoria Histórica, en la Casa de las Sirenas de Sevilla.

En 2019 publica con la editorial Aconcagua el libro novelado y documentado en archivos históricos, titulado Exiliado piel adentro. Historia de un médico republicano.