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Los pasillos de la República


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Cuando paseas por Versalles tienes la sensación que por sus pasillos, salones, jardines y bosques te vas a encontrar a los reyes de Francia, a Enrique IV cazando, a Luis XIII erigiendo el primer palacio, al rey sol, Luis XIV, organizando su Corte, a Luis XV ampliando los palacios y a Luis XVI con María Antonieta, ajenos ambos a su trágico destino.

En la Ciudad Prohibida, el Palacio Imperial del centro de Beijing, sentimos la fuerza del poder de las dinastías Ming y Qing, y todavía nos parece, cuando entramos, estar profanando el complejo de majestuosos palacios conocido como la "Ciudad Prohibida", pues no somos altos cortesanos autorizados a ver al emperador.

En España, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es el edifico emblemático de la antigua monarquía española de los Austrias, el nuevo templo de Salomón. Nos parece que todavía está por sus pasillos el rey Felipe II, y con él todos sus sucesores hasta Carlos II y su arquitecto Juan Bautista de Toledo, conmemorando la batalla de San Quintín frente a Francia.

Pero en España también la República tiene su edificio emblemático, ese espacio mágico que nos permite recuperar a sus hombres, sus discursos, sus ideas, su oratoria, sus ilusiones, en definitiva volver a entrar en un tiempo que sigue vivo y que nunca morirá. Ese edificio es el del Ateneo de Madrid, en la calle del Prado.

Cuando la caída de Primo de Rivera permitió que los socios recuperaran el Ateneo en 1930, las fuerzas republicanas estaban en pleno proceso de reorganización para conseguir recuperar el régimen republicano que durante 1873 y 1874 llegó por primera vez a España.

El primer paso relevante fue el Pacto de San Sebastián de 17 de agosto [1] de 1930 [2], con representantes de los partidos republicanos [3] españoles y la presencia a título personal de Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos, que consiguieron que su partido y sindicato, el PSOE y la UGT, en octubre se sumaran al Pacto. Los demás participantes fueron Alejandro Lerroux, por Alianza Republicana; Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza, por el Partido Radical Socialista; Manuel Azaña, por Izquierda Republicana; Santiago Casares Quiroga, por la Organización Regional Gallega Autónoma; Manuel Carrasco Formiguera, por Acció Catalana; Matías Mallol, por Acció Republicana de Catalunya; Jaime Aiguadé, por Estat Catalá; Niceto Alcalá Zamora y Miguel Maura, por la Derecha Liberal Republicana.

Se nombró después un Comité Ejecutivo formado por Alcalá Zamora, Miguel Maura, Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos, Domingo y Albornoz, verdadero embrión del primer Gobierno de la II República. Y este embrión, este gobierno en la sombra, tuvo su sede en el Ateneo de Madrid, en el edificio que hoy continúa siéndolo.

De esta forma nos lo relata Miguel Maura en su obra “Así cayó Alfonso XIII”: “Ya de regreso todos en Madrid, a principios de septiembre, dio comienzo la organización política y revolucionaria del movimiento. Nos reuníamos en mi casa, un hotel de la calle del Príncipe de Vergara…A partir del día en que el Gobierno quedó constituido, nos reuníamos en el Ateneo. Era más discreto y más solemne. Los republicanos que hervían en los pasillos de la “docta casa” nos veían entrar en el salón de Juntas, donde, en torno a una gran mesa, tomábamos asiento en el mismo orden que guardamos, pocos meses después, en la Presidencia del Consejo de Ministros”. Además, nos revela que “Esas visitas que recibíamos en el Ateneo eran las de los emisarios de provincias, que nos traían detalles de las organizaciones, no solo revolucionarias, sino también políticas, es decir, de los partidos y de la temperatura ambiente”.

Consciente de ello, el Gobierno monárquico cerró en diciembre de 1930, durante unas semanas, el Ateneo y mandó a prisión a parte del “Gobierno republicano”, esto es, a todos salvo a los que pudieron esconderse o salir de España. Fueron sometidos a un Consejo de Guerra que propuso su absolución. Al respecto, unos días antes, el editorial del periódico monárquico “El Debate” decía, mencionando al Ateneo: “El Gabinete no ha estado previsor y ha sido blando y condescendiente en extremo…Y no deben olvidar, que no ya la claudicación, la simple debilidad ante los revolucionarios de la calle, del foro, o del Ateneo, sería de efecto fulminante para el actual Gobierno”.

Tras la salida de la cárcel, el Ateneo fue recuperado como sede hasta que el 14 de abril de 1931, hace ahora exactamente 90 años, se proclamó la II República.

El próximo mes de mayo los ateneístas renovamos la mitad de la Junta de Gobierno. Es esencial que no permitamos que quieran hacer de sus pasillos, salas y ornamentos una especie de parqué temático, vinculado a determinados intereses privados. Protejamos sus espacios, su historia, que podamos seguir saludando entre sus paredes a tantos y tantos librepensadores que lucharon por una España mejor, por la España Ilustrada.

Que no se mancillen los pasillos de la República.

Ex Letrado del Tribunal Constitucional.