La madrecita Rusia
- Escrito por Mercedes Peces Ayuso
- Publicado en Cultura
«Nosotros somos esa gente que construye iglesias y fábricas, que forja cadenas y monedas; somos esa fuerza viva que alimenta y divierte a todo el mundo desde la infancia hasta la tumba…»
La madre, 1907, Máximo Gorki
Alekséi Maksímovich Peshkov, alias Gorki (amargo), vaga por el mundo con su maleta y su conciencia de hombre inquieto y viajero, las herramientas que dieron fuerza y vigor a su pluma. Un hombre rebelde capaz de enfrentarse a sus propios correligionarios por fuertes que fueran (Lenin) si veía que sus ideales y esperanzas se trocaban en dictaduras ávidas de poder, aunque sus ideas e ideales no siempre le dejaron rasgar el velo de la cruda realidad estalinista.
Esta novela la escribió Gorki durante un viaje a EE. UU. que realizó para recaudar fondos a favor de los bolcheviques, y es el fruto de su ideología profundamente revolucionaria a favor del movimiento que lo tuvo enfrentado al zarismo sufriendo encarcelamiento y represión que lo llevaron al exilio, como también sería víctima de los marxistas leninistas, por cierto, eterno testigo incómodo y alma libre hasta su vuelta a Rusia. Todo en él tiene una pátina de tundra siberiana, incluso su propia y misteriosa muerte. Es el padre del realismo socialista, con tintes nacionalistas y románticos que levantó y defendió al campesinado ruso reducido a servidumbre (mujik) contra un Estado profundamente anclado en los antiguos y arbitrarios privilegios de nobles y aristócratas, los mismos que algunos intentaron abrir y repartir y otros se han vuelto a encargar de cerrar y acaparar.
La novela arranca con la violencia física y psicológica ejercida contra una madre por un esposo alcohólico y violento en la Rusia zarista, un comportamiento heredado que se prolonga en el carácter de su hijo Pavel. Ese es el pistoletazo de salida para un complejo relato que va de lo particular a lo general, del entorno privado familiar tomado como símbolo de lo que sucede a escala nacional. Como no podría ser de otra manera en esta novela de tesis política, Pavel despierta, y abandona pronto esa deriva agresiva heredada de un padre arquetipo opresor para unirse a la causa bolchevique y liberar al subyugado proletariado y campesinado ruso del estrangulamiento al que lleva siglos sometidos. La madre, Pelagia, se convertirá en el símbolo de todas las madrecitas rusas, en la bandera del despertar, de los humildes sacudiéndose la pesada capa del miedo. En la madre coraje.
Vista con perspectiva histórica, La madre es testigo de la evolución de unos ideales extremos en una época convulsa en la que muchas ideologías incipientes estaban abiertas al cambio en aquél momento. Pasado más de un siglo, ya poco queda de aquello, solo sobreviven las soflamas políticas reivindicando amor a la patria, y el miedo al gigante que sigue ensombreciendo Europa.
Y en medio están los de siempre, los que lamen las manos de la gente que golpea y chupa la sangre de los golpeados. Esos son inmanentes, resistentes al cambio como lapas. Eso sí, invocando a la madrecita patria, sea esta la que sea.
Mercedes Peces Ayuso
Licenciada en Filología Hispánica (1984-89) y en Filología Alemana (2001-04) por la universidad de Salamanca, con diplomaturas en italiano y portugués. Vivió 10 años en Alemania, donde dio clases en la VHS (universidad popular) de Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, desde 1993 a 2000.
Posteriormente, ya en España, decide dedicarse a la traducción y corrección de libros y textos de diversa índole, labor que sigue ocupando a día de hoy.
Es miembro de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español), de ASETRAD (Asociación Española de Traductores e Intérpretes) y otras entidades relacionadas con la traducción.
Asimismo, colabora como traductora honoraria para diversas ONG.