El señor de las moscas, ¿cazar o cuidar la hoguera?
- Escrito por Mercedes Peces Ayuso
- Publicado en Cultura
«Se absorbió más allá de la mera felicidad al sentir que ejercía el control sobre
los seres vivos. Les hablaba, los impulsaba, les ordenaba. Retraídos por la
marea, sus huellas se convirtieron en bahías en las que quedaron atrapadas y
le dieron la ilusión de la maestría»
El señor de las moscas, 1954, William Golding
William Golding, premio Nobel de literatura en 1983, educado en la ciencia y el liberalismo, también marino comprometido en la Segunda Guerra Mundial, dedicará su vida a la literatura y las clases como profesor. El señor de las moscas es su primera novela, que en su momento paso bastante desapercibida, pero que hoy es un clásico de las letras británicas y de las escuelas públicas. El título es paradigmático, pues sabido es que las moscas y su presencia masiva se asocian al diablo en la tradición cristiana. Así que la maldad está presente, anunciadora, desde el principio de la novela. Y deja a la de la película Amityville a la altura del betún, dicho sea de paso.
La ceguera, y el fuego, la democracia y la autocracia, la niñez y la edad adulta, la civilización y la barbarie. En un continuo antagonismo, la novela nos presenta el micromundo de unos niños náufragos que deben sobrevivir por sus propios medios, luchando contra y consigo mismos, y presenta, a través de ellos, el eterno ansia de poder que anida en el ser humano independientemente de su edad, que no conoce límites, que nos animaliza por la mera supervivencia y el regusto de poder que da la sangre derramada. Un relato terrible porque los protagonistas son niños, muchos pequeños y débiles, y porque la metáfora que representa es más que plausible. Ahora estamos en la época de los apocalipsis zombies y los monstruos de Netflix, pero no son ni la mitad de aterradores que estos críos abandonados en una isla. Todo lo que sucede en ella es digno de leerse, así que no voy a contar nada más. Solo prepárate para recibir una dosis de horror y conmiseración por esta infancia perdida que te taladrará el cerebro.
Por otro lado, el tema de la novela plantea los dilemas morales más básicos de los seres humanos cuando se ven sometidos a circunstancias que escapan a su control y cuando la supervivencia hace aflorar los sentidos más elementales, activando el cerebro reptiliano y acabando con toda politesse. Bueno, en realidad no nos resulta tan ajeno, basta encender la caja tonta o conectarse a la red y ya estás servido. Con barra libre, además. Lo vemos: la polarización de nuestra sociedad de adultos se empeña en repetir conductas primarias de un egocentrismo desaforado (soterrado bajo las capas de la cortesía social y el juego de la hipocresía aprendida) por el que campan los poderes más aviesos.
El dominio, el control, la humillación, el sadismo, la manipulación, la mentira, el asesinato y la pérdida de valores juegan juntos, reparten las cartas y expanden su dominio por un campo de batalla nebuloso que se extiende alrededor de nuestra existencia, pero al que además juegan sin nosotros, porque los señores de las moscas nos han rodeado con su enorme enjambre, cegándonos.
No llevaremos jamás la mano ganadora. ¿No sería hora de quemar los naipes?
Mercedes Peces Ayuso
Licenciada en Filología Hispánica (1984-89) y en Filología Alemana (2001-04) por la universidad de Salamanca, con diplomaturas en italiano y portugués. Vivió 10 años en Alemania, donde dio clases en la VHS (universidad popular) de Gütersloh, Renania del Norte-Westfalia, desde 1993 a 2000.
Posteriormente, ya en España, decide dedicarse a la traducción y corrección de libros y textos de diversa índole, labor que sigue ocupando a día de hoy.
Es miembro de la AEPE (Asociación Europea de Profesores de Español), de ASETRAD (Asociación Española de Traductores e Intérpretes) y otras entidades relacionadas con la traducción.
Asimismo, colabora como traductora honoraria para diversas ONG.