"Il Turco en Italia": de melodrama a fotonovela
- Escrito por Manuel Espin
- Publicado en Cultura
Estrenada en 1812 esta ópera de Rossini (1762-1868) que el Real representa a lo largo de diez funciones hasta el próximo 12 de junio en una nueva coproducción junto a la Ópera de Lyon y el New Nationale Theatre de Tokyo, parte de un libreto de Felice Romani (1788-1865) donde se cuenta la historia de un burgués de Nápoles cuya esposa se enreda locamente con un capitán de barco turco, en un tono propio de melodrama en el que hay engaños, confusiones, disfraces, dobles juegos...
Con un personaje externo y testigo, el del poeta 'Don Prosdocino', que va creando la historia a través de sus tipos en un precedente del teatro de Prandello; lo que representa una novedosa aportación para un libreto de principios del XIX distanciado del 'canon romántico'.
Bajo una inspirada partitura de Rossini que parte de una larguísima obertura tras la que hay romanza, densidad dramática, y enorme ligereza y frescura. Aunque no sea una obra de repertorio viene rotando en época actual por los principales escenarios operísticos y se hizo en el antiguo Real, pero hasta ahora estuvo ausente tras su reinauguración hace un cuarto de siglo: aunque dos décadas atrás se representó en el Teatro de La Zarzuela.
El punto candente de este montaje es el tránsito del 'melo-dramma' típico del XIX, a la comedia disparatada bajo el envoltorio, y no solo estético, de los rígidos estereotipos de la fotonovela de los años 60 del siglo XX. A través de la lectura escénica que hace Laurent Pelly sus protagonistas ahora son pequeño burgueses con su punto hortera (ese increíble 'short' azul del marido) mientras la aburrida esposa que llena su tiempo con fotonovelas que llevan nombres como 'Carina' aparece en la línea de una Giovanna Ralli o una Marisa Allasio de las comedias post-neorrealistas del cine italiano, con vestidos apretados que insúan redondeces, y la llegada de un 'jeque blanco' como el de la película de Fellini solo que esta vez se trata de un capitán de marina turco que viste de blanco, desatando un enredo que tiene su climax en un baile de disfraces; para concluir como se esperaba: el retorno al redil de la esposa y la reconciliación mientras el turco objeto de deseo de ella abandona el puerto.
La farsa se ubica en una estética de fotonovela, con viñetas que entran en acción, fondos extraídos de las estereotipadas tramas, fragmentos en los que el juego se desarrolla dentro de una cuadrícula, y un casi omnipresente chalet unifamiliar feote y vulgar que se desplaza o desaparece y retorna a lo largo de la acción. El decorado móvil nada grato desde el punto de vista de la estética es un elemento del concepto teatral aplicado por Pelly; que sobre el papel podía haber sido una buena idea, pero al que le falta un mejor desarrollo visual.
De esta manera la producción evidencia tensiones contrapuestas. Desde el foso hay un excelente director orquestal, Giacomo Sagriapanti por primera vez en este teatro, que no solo saca partido de la vibrante, fresca, a ratos densa y otras fascinante partitura, sino que como instrumentista aparece tocando el fontepiano, de cuerda percutida, un antecesor del piano, en los recitados. A la vez se pone en evidencia que Pelly es buen director de actores-cantantes que se desenvuelven con seguridad escénica, y más en este caso donde cuenta con repartos bien elegidos, parte de ellos con dominio de un personaje que representaron en otras versiones.
Pero en el que, sin embargo, apenas se explota la 'chispa' potencial que esta historia encierra, y en la que el decorado parece ir en contra de lo que actores y cantantes intentan vivir. Pelly especializado en el género de la ópera histriónica y la tragicomedia, como en la deslumbrante 'El gallo de oro' o en la disparatada 'Viva la Mamma', vistas en el Real en 2017 y 2021 respectivamente; en 'Il turco...' desconcierta con ese artificial viaje hacia una plástica de fotonovela que apenas aporta algo al conjunto y lo ridiculiza sin poner en valor los elementos histriónicos del relato.
La paradoja: el espectador del Real se va a encontrar con una preciosa partitura, un gran actuación de la orquesta, unos cantantes entregados prestos a dar cuerpo a un juego escénico que podría haber sido arrollador. Con un reparto que brilla no solo con Lissette Oropesa sino con una excelente Sabina Puértolas en 'Florilla', la esposa casquivana y enamoradiza, que tiene a los también fisicamente enormes barítonos Misha Kiria y Pietro Spagnol como 'Don Geronio' el marido engañado, y a Alex Espósito y Adrian Sampetrean en diferentes repartos como exóticos galanes que dan cuerpo a 'Selim'. Pero donde el espacio escénico no está conseguido y la estética de fotonovela se acaba por mostrar como un pegote repetitivo, plano y superficial.
Manuel Espin
Doctor en Sociología y licenciado en Derecho, CC Políticas y CC de la Información es escritor de ficción y no ficción, periodista y autor audiovisual para cine y tv.