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Juana Pacheco fue pintora y participó activamente en el taller de su marido: Diego Velázquez


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Durante siglos era habitual que los artistas aprendieran el oficio en los talleres de renombrados maestros. La casa familiar se convertía en taller, por lo que los miembros de la familia compartían su vida con ayudantes y aprendices. Dada esa convivencia, no era extraño que los jóvenes se casaran con las hijas de sus maestros. Las mujeres de la casa colaboraban también en el taller, dependiendo de las necesidades que iban surgiendo y de sus cualidades artísticas, pero, sobre todo, debían contar con el permiso previo de su padre o marido para poder realizar su vocación.

Juana Pacheco nació en 1602 en el barrio de La Morería de Sevilla. Fue la hija mayor del pintor Francisco Pacheco, maestro de Diego Velázquez y autor de “El Tratado de la Pintura”. El futuro pintor de “Las Meninas” pasaba desde niño días enteros en su estudio, donde conoció a Juana. En el taller se organizaban las tertulias heredadas de la antigua academia del humanista, poeta y dramaturgo Juan de Mal Lara, a la que acudían algunos eruditos, poetas y músicos.

Francisco Pacheco consintió el matrimonio de Juana con uno de sus alumnos más aventajados y así dejó constancia:

Después de unos años de educación y enseñanza, le casé con mi hija, movido por su virtud, limpieza, y buenas partes, y de las esperanzas de su natural y grande ingenio.

Hizo gestiones para que Velázquez viajase a Madrid y le introdujo en el círculo del Conde-Duque de Olivares, lo que daría un vuelco a su carrera.

La boda entre ambos jóvenes se celebró cuando Juana apenas contaba quince años. A esa boda acudieron miembros de la academia de Pacheco y, entre ellos, un cantor, tal y como se relata en el Romance que hizo el licenciado Baltasar de Cepeda. Se cuenta que en la ceremonia se produjo una tertulia o pequeña justa literaria y una escena lúdica en la que la propia novia cantó y bailó.

Desgraciadamente no se han conservado ninguna de las obras de Juana, aunque muy posiblemente éstas hayan sido atribuidas a los hombres de la familia, sea su padre, sea su marido. Sí ha trascendido su papel de leal esposa amante y discreta, que proporcionó un hogar feliz y tuvo dos hijas, nacidas en 1619 y 1621. Siguiendo con la tradición familiar, Francisca, la única hija que sobrevivió, se casó con el discípulo de Velázquez, Juan Bautista Martínez del Mazo.

Entre 1620 y 1624 Velázquez realizó “Retrato de muchacha”, en él se representa a una joven de perfil con el pelo recogido y un pendiente de arete en la oreja. La reciente limpieza ha permitido levantar todos los repintes antiguos. Liberado de ellos, en el lienzo se advierte que es un prodigioso apunte del natural, de una extraordinaria frescura, quizá concebido como estudio a conservar en el taller y utilizar cuando llegase la ocasión en composiciones mayores. La obra que se conserva en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, se considera el retrato de Juana Pacheco, y como tal se exhibió en varias ocasiones a principios del siglo XX.

Existen estudios que afirman que muchas de las vírgenes que Velázquez pintó, eran vivos retratos de su mujer o tenían mucho parecido. La belleza de su rostro, la delicadeza de sus manos, la elegancia de sus movimientos y la caída de sus ropajes, eran rasgos característicos de las Madonnas de Velázquez y en ellas está la impronta de Juana Pacheco. Se puede apreciar de forma muy concreta en la representación de la Virgen en el lienzo “La Adoración de los Magos”.

Aunque la identificación tampoco ha podido ser probada, en 1746 la obra que actualmente conocemos como “La Sibila” aparece titulada como “¿la mujer de Velázquez?” y el carácter intimista y cotidiano del lienzo, revela la cercanía que el pintor posiblemente tenía con la modelo. “La Sibila” es un personaje mitológico con poderes adivinatorios, pero debido al objeto que sujeta entre sus manos, una tabla o paleta, también ha propiciado su identificación como la musa de la Historia, Clío, o una alegoría de la Pintura.

Velázquez realizó esta obra bien durante su primer viaje a Italia o inmediatamente después, por lo que se fecharía entre 1630 y 1632, cuando Juana tendría alrededor de 30 años, lo que coincide con la edad de la representada. El cuadro actualmente pertenece a la colección del Museo del Prado.

Juana Pacheco y Diego Velázquez permanecieron juntos cuarenta y dos años y ambos murieron con tan sólo una semana de diferencia. Precisamente los restos de la pareja aún no han sido localizados, pese a que parece que fueron enterrados en alguna de las iglesias o conventos del Madrid de los Austrias.

Artista multidisciplinar, comisaria independiente, gestora cultural y directora de cursos de arte.

Premio ARTE Y CULTURA 2019 en la XII edición de los premios PARTICIPANDO CREAMOS ESPACIO DE IGUALDAD.

Colabora con el Blog MUJERES de EL PAÍS, Huffington Post y en TRIBUNA FEMINISTA.

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