Novelistas católicos en la Gran Bretaña de entresiglos
- Escrito por Antonio Manuel Moral Roncal
- Publicado en Cultura
Entre el final de la época victoria y los reinados de Eduardo VII y Jorge V, en la Gran Bretaña anglicana se reforzó el catolicismo intelectualmente, gracias, especialmente, a una serie de pensadores y escritores. Cabe recordar a Robert Hugh Benson cuya adhesión al catolicismo fue considerada un escándalo, al ser hijo del primado anglicano.
Escribió La luz invisible en 1903, comenzando una carrera literaria que llegó a estar formada por una veintena de obras de ensayo y narrativa, entre la que sobresalió la novela Señor del Mundo (1907). En ella, Benson proyectó una sociedad futura caracterizada por un humanitarismo que idolatraba al hombre y que, en base a una pretendida tolerancia, abominaba de la religión y despreciaba a los creyentes. Su dirección recaía en un líder político mesiánico -un Anticristo relativista- que articulaba una nueva religión del hombre y del progreso, cuya contrapartida resultaba ser la persecución de los cristianos, tachados de fanáticos y, por ello, convertidos en delincuentes. En un futuro Estado bienhechor, donde el progreso científico reducía los esfuerzos laborales al mínimo, Benson describió una sociedad que, sin embargo, no lograba dotar de sentido a las desorientadas vidas de los seres humanos, muchos de los cuales optaban por la eutanasia. De esta manera, Benson se anticipó a la conocida e impactante novela Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932), donde también se desarrollarían estas pesimistas visiones de un futuro desalentador y deshumanizado. En todo caso, ambas obras continúan estando en el debate intelectual, sobre todo por las características de cultura globalizadora a comienzos del siglo XXI.
Benson influyó en la conversión al catolicismo del escritor Ronald Knox, hijo también de un sacerdote anglicano. Como su amigo Charles Hollis y el editor del Dublin Review, Algar Thorold, el compromiso religioso de Knox le condujo a convertirse en sacerdote católico. Escribió El credo de los católicos (1927), Que se deleiten los señores (1939) o Dios y el átomo (1945). Y, continuando la cadena, Knox influyó en las conversiones de los conocidos escritores G. K. Chesterton y E. Waugh, así como en la del poeta antibelicista S. Sasson.
Muy popular por su obra Retorno a Brideshead: las memorias sagradas y profanas del capitán Charles Ryder (1945), Evelyn Waugh alcanzó la notoriedad mundial debido a su traslación a una serie de televisión producida por la BBC en 1981 y a una película en 2008. Si bien los guionistas de ambas adaptaciones audiovisuales se centraron en describir la decadencia de la aristocracia británica y del mundo de la alta sociedad de entreguerras, en la novela todo giraba en torno al decisivo papel del catolicismo, de la gracia y de la conversión. No solo afloraba en sus páginas la relación con Dios, sino que ésta protagoniza la novela, orientando tanto su inicio y desarrollo como final. El perdón como algo incomprensible para el protagonista -cuando la esposa acepta la vuelta de su marido tras años de separación y engaños maritales-; la aceptación del capitán Charles por la familia aristócrata para que ayude a uno de sus jóvenes vástagos, que el protagonista intenta utilizar egoístamente para ascender socialmente; la dedicación final a los demás como logro personal del hijo homosexual, resultan ser valores católicos que llevan a la conversión final del protagonista, simbolizada en el momento en que mantiene una vela encendida en la capilla de la mansión, al terminar el relato.
Por su parte en la obra de Chesterton dchestertonestacaron sus series de novelas policíacas protagonizadas por el padre Brown, algunas de las cuales se llevaron al cine y el medio televisivo también en el siglo XX. Por ello no se debe olvidar la importancia de Ortodoxia, El hombre eterno, así como las biografías sobre San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino. La editorial Sheed & Ward tuvo una relevancia clave en la difusión de su obra, al demandarle no escritos meramente piadosos sino literatura de calidad, ensayos sustanciosos, ágiles y atractivos de leer. En su tiempo, los críticos destacaron que, en el corazón de la visión del mundo chestertoniana, tañe una alegría vital, fruto de contemplar la vida no solo como un placer sino también como un privilegio. De esta manera, queda explicada la dureza de Chesterton con aquellos que se muestran escépticos y con el suicida. Porque, al tener a Dios como padre, el mundo resulta ser una patria inteligible, dotada de sentido, por lo que no cabe ni el abandono de la vida, ni la desesperación ni la continua desconfianza.
De esta manera, estos escritores aumentaron la presencia visual, en el mundo de la cultura, del catolicismo británico, en un Estado que, desde mediados del siglo XVI a principios del siglo XIX había perseguido y recelado de sus adeptos.
Antonio Manuel Moral Roncal
Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Alcalá. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea por la UAM.
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