Araquistáin cosmopolita, autodidacta y "bertsolari" suelto en el PSOE
- Escrito por Carmen Barahona Prol
- Publicado en Historalia
Quiero resaltar que el personaje, al que hoy nos aproximamos, es singular, cosmopolita, modernista, polemista, políglota, polifacético en lo laboral, excelente periodista, escritor apasionado y vocacional, traductor, editor, ensayista y además de todo esto, un socialista de pro, que tal vez no goza del reconocimiento suficiente del que se hace merecedor. Por ello, es de justicia proyectar su figura y alentar la lectura de su prolija y variada producción como escritor.
Daniel Lamberto Luis Araquistáin Quevedo, hijo de Arsenio Araquistáin Aguirre y de María Quevedo Calderón, apellidos de raigambre y con ascendencia vasco-castellana, ha sido considerado en general como vasco. Nació en un pequeño municipio de Cantabria, denominado Bárcena de Pie de Concha. Un diccionario etimológico sobre la toponimia de Cantabria interpreta “Concha” como camino que, unido a “Bárcena”, interpretaríamos como sitio en un lugar llano próximo a un río y al pie del camino.
Nace en casa de su abuela materna, un mes después de venir al mundo el hijo póstumo del rey Alfonso XII, en 1886, formando parte del padrón de habitantes que alcanzaba entonces los 861 habitantes.
La vida de su padre gira en torno al puerto santanderino y él decide aprender en Bilbao el arte de manejar “la aguja de marear” a través de la náutica. Sin embargo, no ejerció como piloto en los océanos; sin duda, lo hizo en las aguas turbulentas y convulsas de la historia, que le correspondió vivir en el fin del siglo XIX y en la primera mitad del XX.
Con 19 años se embarca rumbo a una Argentina que está en plena sublevación cívico-militar, organizada por la Unión Cívica Radical que encabeza Hipólito Yrigoyen. Una sublevación que fracasa, a pesar de que reclamaban elecciones libres y democráticas.
Allí ejerce como marino, dependiente de comercio, delineante, profesor de idiomas, administrativo de una oficina de ferrocarril e inicia sus pinitos como periodista en una publicación anarquista. A su regreso a España, en 1908, se convertiría en periodista, iniciando su carrera en la prensa de corte liberal. Durante toda su vida lleva a cabo una gran tarea periodística como director, articulista y corresponsal.
Cuando Araquistáin regresa a España se instala en Madrid, en la España de la Restauración Borbónica, reforzada por una oligarquía desnortada y un militarismo intervencionista, recurriendo, como iniciativa novedosa, a la alternancia en el gobierno entre liberales y conservadores. Viven con el estigma permanente del predominio del caciquismo y el pucherazo electoral.
En 1908 se celebran los fastos conmemorativos del centenario de la Guerra de la Independencia, tras el Desastre del 98 con la pérdida de, y cito a título de recordatorio, las Islas de Cuba, Puerto Rico, Filipinas, las Marianas y las Carolinas.
Como mínima compensación a la pérdida colonial, administramos zonas de influencia en Marruecos, con el derecho de intervención en ellas si el Sultán no era capaz de mantener el orden y envueltos en defender los intereses de la Compañía Española de las Minas del Rif, cuyos principales accionistas eran el Conde de Romanones y el Marqués de Comillas.
Protegiendo los intereses de estos y de otros inversores, nuestro Ejército sufrió bochornosas derrotas, por lo que se decidió enviar tropas de reserva para seguir salvaguardando las riquezas e intereses económicos. La mayoría de los reservistas fueron padres de familia de las clases obreras, pues quienes podían pagar el canon de 6 mil reales y librarse del servicio militar quedaban exentos de incorporarse. Las protestas y las huelgas rematan con represiones sin límite, culminando con la Semana Trágica de Barcelona en 1909.
Araquistáin inició su trayectoria colaborando en La Mañana, subtitulado, “periódico liberal socialista” que, de inicio, se abrió a un acercamiento del liberalismo al republicanismo, al anticlericalismo y al socialismo, respondiendo a una propuesta de Ortega y Gasset de propiciar un bloque de izquierdas. En este periódico Pablo Iglesias escribió el artículo ¿Vendrá la República?
Su visión internacional, las experiencias ejercidas en otros países como periodista, como embajador en Alemania y Francia, sus viajes y el exilio modelan y evolucionan su pensamiento socialista desde la búsqueda de equilibrio del liberalismo y el socialismo, a la polarización radical revolucionaria y a la moderación.
En 1911 suscitó controversia con un artículo positivo a la posible entrada de los socialistas en el gobierno belga, pues todavía predominaba en el socialismo hispano la premisa de no aceptar el poder del brazo de los burgueses, sino alcanzarlo con la acción revolucionaria del proletariado, como alentó Marx.
A partir de este año se incorporan al Partido Socialista diversidad de intelectuales, que irán modelando la rigidez de dichos planteamientos y Luis Araquistáin, cuando ejerce como corresponsal en Londres, tiene la oportunidad de comprobar las reformas aplicadas por el gobierno inglés con el apoyo de las sociedades obreras y decide afiliarse al PSOE.
Ya anteriormente, cuando ejerce como corresponsal del periódico El Liberal en Alemania, propugna la importancia de la educación en la sociedad como elemento de progreso y la alfabetización completa de todos los españoles y se convierte en un defensor de la Escuela Nueva cuya labor ha de ser la de preparar al niño para la vida y familiarizarlo con el medio social en el que ha de vivir.
Retorna a España con el inicio de la 1ª Guerra Mundial y frente a la neutralidad de España y en el recién nacido semanario España, del que tras Ortega y Gasset sería director, criticaba la mediocridad de nuestro país, que nada tenía que decir en el panorama internacional y que a nadie importaba. Luego se decantaría por el apoyo a la causa aliada, con furibundas críticas a la situación política española y a la prensa, llegando a sugerir que “una revolución, sería un inmenso bien para España”, aunque matizando el tipo de revolución, al resaltar que “la democracia es la forma ideal de máxima realización”.
En los años 1916-1917 se encumbra su figura como experto en controversia y polémicas, enzarzándose con Torcuato Luca de Tena a cuenta de una carta publicada en el Daily News, en la que Araquistáin denunciaba que, debido a la crisis en la prensa española, los agentes alemanes habían comprado la opinión de los periódicos madrileños. D. Torcuato pretendió, incluso, impulsar desde el gremio un Tribunal de Honor que lo depurara. Todo ello sirvió para reforzar la figura de Araquistáin frente a la opinión pública.
Sería necesario dedicar más tiempo a su trayectoria y profundizar en su visión socialista, acorde a veces con las circunstancias que se vivían a nivel nacional e internacional, recurriendo puntual o alternativamente a la radicalización extrema, al paso atrás o a la moderación, pero siempre defendiendo su criterio sin importarle la controversia o el discrepar con quien fuera que fuese, llámese Ortega y Gasset, Besteiro, Azaña, Prieto, Negrín o Torcuato Luca de Tena.
En el Congreso extraordinario socialista de junio de 1920, en el que se debatió el viraje hacia el comunismo o el socialismo de perfil liberal, Araquistáin criticó los postulados rusos y, desencantado, se alejó de las cuestiones políticas. Mientras los asuntos de Marruecos eran prioritarios en la prensa española, él dedicaba mayor tiempo a hablar de los asuntos europeos, perfilando que la regeneración de España era la europeización.
En 1929 retorna a las filas del Partido Socialista y concurre a las elecciones en 1931. Fue subsecretario de Trabajo con el ministro Largo Caballero y tenía un gran afán de lograr que la Constitución fuese una de las más justas y originales del mundo, con un especial esfuerzo en que se declarase República democrática de los trabajadores de toda clase como así se reflejó en el art. 1º
He expuesto de modo sinóptico un acercamiento a la personalidad y cometido de Luis Araquistaín que nos sirva de acicate para vislumbrar y conocer su obra literaria, su pensamiento y su acción política marcada por las circunstancias de diversa índole que él vivió en su trayectoria humana y en la especial historia de nuestro país, que él observo minuciosamente y que pudo contrastar con lo apreciado en otros países a causa de su labor profesional o viajando y que contribuyeron a cincelar su pensamiento y espíritu en un intelectual autodidacta, voraz lector y experto conocedor del mundo internacional, emprendedor y laborioso, que nunca se encerró en la burbuja del escritorio, sino que se comprometió con la transformación social de su país.
Su radicalización más acentuada en la República responde a su fe ciega en que contribuiría a superar el fracaso, el marasmo y la miseria de España.
En su etapa como embajador en Berlín, vio con inquietud el ascenso nazi y la derrota de la socialdemocracia. Anteriormente, había vívido la claudicación de la hoja de ruta pacifista del socialismo europeo en la 1ª Guerra Mundial.
Su viaje en 1919 a Washington, representando a la UGT junto con Largo Caballero y Fernando de los Ríos, le incitan a vislumbrar el peligro del imperialismo yanqui que cimentará y corroborará con sus posteriores viajes al Caribe y a México.
En resumen, Luis Araquistáin fue una personalidad que expresó libremente lo que pensaba, polemizó y discrepó cuanto consideró oportuno y ante quien fuese, como un iconoclasta y un socialista heterodoxo; con sus altibajos, pero siempre comprometido con pensamiento propio e hijo de las circunstancias históricas que sufrió.
Su obra literaria extensa y la diversidad de artículos en periódicos y revistas nos permiten conocer mejor a un español por los cuatro costados, promotor de la hispanidad, apasionado político, aventurero, dramaturgo. En el exilio recurrió al género epistolar con Indalecio Prieto y Largo Caballero, entre otros.
Periodista de raza y vocación, reclamó la implicación de las democracias modernas, tras la 2ª Guerra Mundial, para recuperar las libertades democráticas en la España de la Dictadura. No rehuyó, con el mismo fin, el diálogo con los monárquicos contrarios al régimen franquista y dispuesto a aceptar la Monarquía parlamentaria si ese fuera el resultado de un plebiscito, con tal de acabar con el régimen de Franco y de instaurar en España una democracia duradera.
Muchos han mostrado testimonios acres y despiadados sobre Araquistáin. Como muestra, el retrato realizado por el poliédrico y con frecuencia ambiguo Salvador de Madariaga en su obra “Españoles de mi tiempo”, con quien polemizó con frecuencia.
“La agudeza, no a primera vista evidente, era sin embargo, rasgo casi dominante en Araquistáin, cuyo intelecto era muy activo y penetrante. La lectura de sus artículos y libros y la experiencia de su vida me confirmaban, sin embargo, que no iba descabellada mi primera impresión. Era en efecto su agudeza casi exclusivamente intelectual, por lo cual solía quedarse pasivo y romo ante cosas del ánimo o de la naturaleza que no se entregan, así como al primero que llega (…)”
“Era evidente que, para él, la sensibilidad artística se hallaba embotada y como olvidada por falta de ejercicio y de predisposición natural; de modo que todo lo que tenía de agudo, y no era poco, se confinaba a aquellos dominios del intelecto en donde cabe operar con el silogismo. Se le veía en la cara. Los ojos le irradiaban inteligencia, sátira, regocijo ante el error del otro; y la boca y la mandíbula expresaban agresividad. Tanto en sus escritos como en su persona, era Araquistáin agresivo, y uno se daba a pensar en las riñas púgiles con las que solían antaño distraer su aburrimiento los marineros. Daba, pues, siempre la impresión de ser hombre de alta presión agresiva, de modo que para él la brega política como la polémica desgranaban sus episodios siempre al borde de la riña de gallos”
Como podéis comprobar, si nuestro personaje produce estas vitriólicas reacciones, es digno de ser conocido. Os animo a que os acerquéis a su bibliografía y a sus artículos de prensa, se lo merece.
Carmen Barahona Prol
Secretaria de Organización del PSOE-M. Diputada en la Asamblea de Madrid.