El primer diputado andaluz del PSOE: demócrata, reformista, humanista y socialista
- Escrito por Carlos Losada Ortiz
- Publicado en Historalia
“En España lo único pendiente es la revolución del respeto” Fernando de los Ríos Urruti
Fernando de los Ríos es el primer andaluz electo en el Congreso de los Diputados representando al PSOE. Nació en la localidad malagueña de Ronda. Catedrático, reformista, humanista y liberal, se nutriría de personajes tan importantes como el anarquista Fermín Salvochea (con el que, con total probabilidad, adquiría una mayor concienciación sobre el movimiento obrero), el filósofo Ortega y Gasset o el pedagogo y mentor suyo, Francisco Giner de los Ríos, entre otros. Ya lo dijo Raúl Roa, alumno y discípulo de nuestro protagonista: “Gran parte de lo que fue don Francisco (Giner) se hizo carne espíritu en don Fernando, y casi cuanto éste dijo, fue eco de don Francisco”. He aquí que podamos llegar a entender la influencia que tuvo la Institución Libre de Enseñanza en Fernando de los Ríos.”
El sentido humanista del socialismo (1926) de Fernando de los Ríos Urruti es -sin dudas- la obra más detallada sobre su pensamiento intelectual y político. Entre los distintos capítulos del libro, nos encontramos con consideraciones históricas llamativas, recalcando -por ejemplo- acontecimientos importantes para el autor como el Renacimiento y el Humanismo, que marcarían el comienzo de una mayor libertad individual, progresando y finalizando en el liberalismo. El autor nos habla sobre la antítesis que existe entre el Capitalismo moderno y el Humanismo que defiende, dos términos antagónicos a los que considera irreconciliables por sí mismos. Se precisa, además, un posicionamiento alejado del marxismo, una base ideológica que -por otra parte- estaría implantada fuertemente en el PSOE de los años veinte y treinta. No sería hasta el año 1979, en el Congreso extraordinario de los socialistas, cuando el marxismo fue retirado de los estatutos como ideología oficial. La concepción filosófica del marxismo sería antagónica a la de Fernando porque este último concebiría al ser humano como un ser espiritual, que aboga mayormente por el ámbito de la moral individual y la creencia en la subjetividad como motores de cambios sociales. Marx, sin embargo, percibiría que nuestra conciencia estaría determinada por la naturaleza y el materialismo filosófico.
Como hemos reiterado, la tendencia ideológica de Fernando de los Ríos es generalmente contraria a la de Marx. Aunque en el libro, asimismo, se aprecian algunas posturas similares, si no tanto en las resoluciones que proponen, sí en las problemáticas explicadas, residentes en el capitalismo y, consecuentemente, las privaciones que tienen las personas para una mayor autorrealización personal. En su otra gran obra, Mi Viaje a la Rusia Sovietista, el rondeño nos habla sobre la cosificación general que sufre la humanidad en el sistema capitalista:
"Que el capitalismo ha adulterado la idea de libertad al ligarla a sus tráficos y explotaciones, es evidente; pero cuando el Socialismo habla de libertad no pone sus ojos en las cosas, sino en las personas; y así, como el capitalismo ha significado exaltación de la libertad aplicada a los objetos económicos, con el fin de hacer más fácil la servidumbre de los hombres; el Socialismo, en cambio, representa el sometimiento gradual de la economía a un régimen disciplinario para hacer posible un mayor enriquecimiento de la libertad de las personas <…> tenemos dos tríadas frente a frente; nosotros elegimos las 3 estrellas ideales: trabajo justicia y respeto, y frente a ella la triada del capitalismo: renta explotación y vasallaje".
Volviendo a El Sentido humanista del Socialismo, se aprecia claramente la visión socialista que tiene Fernando de los Ríos. Podemos sintetizar la anexión del socialismo con otros elementos: una ideología de carácter liberal; regeneracionismo y modernización en toda España, con la mirada puesta en algunos países europeos, como puede ser Alemania (donde viajó y estudió al estar becado en su juventud); una concepción humanista y la defensa del parlamentarismo, como garante de la representación y soberanía españolas.
La cuestión religiosa, regeneracionismo y modernización
Fernando de los Ríos Urruti sería en parte responsable de la secularización y laicidad del Estado español, políticas que -para él- eran fundamentales, para el progreso y devenir de España. Buscó fórmulas conciliadoras con representantes de nombre de la Iglesia, eso sí, sin llegar a un concordato. Promovería la modernización del Estado, dejando atrás a personajes como el cardenal Pedro Segura, que presentó una fuerte intransigencia contra la II República desde un principio. El catedrático identifica el problema religioso en España con ciertos elementos históricos, creyendo, por ejemplo, que los católicos conservadores tuvieron una oportunidad importante en el siglo XVIII para ampliar sus libertades y adentrarse progresivamente en concepciones liberales. Pero todo quedó truncado con el Syllabus errorum complectens praecipuos nostrae aetatis (listado de los principales errores de nuestro tiempo), redactado por Pío IX, donde en una de sus partes se afirmaba: “...no se puede reconciliar ni transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización”.
Aunque pudiera parecer extraño, el andaluz era un hombre con fuertes convicciones religiosas, pero concebía a Dios desde una posición intimista, emocional y sentimental (compartiendo con Unamuno la visión más mística sobre Dios). Y en este contexto, consideraba que el Estado no tenía por qué entrometerse, tal y como lo hacía en aquella España. El socialista recalcaría lo importante de: “el interior, la búsqueda de la fe, el lado íntimo, el apartado afectivo...”
La decadencia española y la falta de progreso en comparación con otros países europeos, se intentó solventar mediante el llamado regeneracionismo. Este movimiento pretendería impulsar algo tan indispensable como la educación (pretensión que llevó a cabo en su etapa ministerial). La conciencia de los trabajadores, la progresiva educación de la población española y la libertad serían elementos trascendentales que harían de España un país más próspero y eficiente. De los Ríos vio en la Institución Libre de Enseñanza -de la que fue alumno y profesor- una metodología atractiva para impulsar la formación individualizada del alumnado y así promover las cualidades subjetivas y el espíritu crítico, para así alejarse del dogmatismo imperante en la educación del siglo XIX y principios del XX. Por tanto, jamás procedería a utilizar vías relacionadas como la revolución, la lucha armada o la dictadura del proletariado para la concienciación del proletariado como fomentaban principalmente los marxistas; sino que creería en las vías de la pedagogía individualizada ,concienciación, impulsos reformistas y valores laicos.
Humanismo jurídico
De todo lo explicado anteriormente, Fernando de los Ríos sacaría conclusiones muy importantes para incorporar en su obra la teoría socialista-humanista relacionada con el ámbito jurídico. Dos exigencias serían fundamentales, que se dieran las condiciones para la actividad del espíritu humano, lo inmanente; y las necesarias para la vida civil, en sociedad. La esencia del humanismo jurídico, para De los Ríos, sería el propio liberalismo. Dentro de este ámbito, se tendría que dar un binomio para conformar “La moderna civilización política de Occidente”:
1. Los derechos inherentes del individuo para una toma de conciencia personal y moral.
2. Los derechos políticos o civiles que tendrían un asentamiento histórico mayor.
Si no se cumple el primero, habría una carencia esencial respecto al humanismo jurídico (libertad jurídica y política del hombre). La concepción humanista para el profesor de Derecho, en definitiva, es la realización de lo humano, tanto universal como individualmente.
“El humanismo es la síntesis originaria en que se contiene orgánicamente la idea de la finalidad armónica de los seres; de aquí que todo empeño de conducta haya de buscar en él su justificación y sea el humanismo la idea normativa de la vida cultural”
Parlamentarismo y libertad
Durante un debate de totalidad sobre la Constitución de 1931, Fernando de los Ríos afirmaría: “En una autocracia, la desobediencia es un deber; en una democracia, la obediencia es una necesidad”. Un hombre comprometido con la Democracia parlamentaria, que se opuso contra el modelo soviético y la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, llegando a renunciar incluso a su cátedra mientras éste estuviera gobernando, a pesar de que muchos compañeros socialistas apoyaran al dictador español. Emigró a Nueva York a impartir clases durante un año. Y cuando regresó a España, participaría en el Pacto de San Sebastián, sería encarcelado, saliendo en libertad momentos antes de la proclamación de la II República. Mientras duró la democracia parlamentaria en España, ejercería como ministro de Justicia, de Instrucción Pública y Bellas Artes (de educación), y de Estado.
Fue un político de partido, aunque también era dialogante y hombre que procuraba llegar a acuerdos con otros agentes sociales. Uno de los mayores problemas que atravesó la II República fue el relacionado con el ámbito del independentismo catalán. Fernando de los Ríos fue el elegido y supo llegar a grandes acuerdos de Estado para conciliar el proyecto demócrata y, por ende, asentar la república.
Una de las coyunturas más destacadas por la que se conoce a Fernando de los Ríos como fiel creyente de la libertad democrática y sus derechos civiles, se debe al papel que tuvo en la URSS. En el Congreso Extraordinario del PSOE, se determinó que él y Daniel Anguiano -como comisionados- viajarían al país donde empezó a instaurarse progresivamente la revolución soviética, y por tanto apreciar si existía alguna posibilidad para que los socialistas españoles se incorporaran a la recién creada III Internacional Comunista. Fernando de los Ríos estaría en contra de la adhesión del partido, ya que -entre otras cuestiones- en una entrevista con Lenin, el andaluz le preguntó sobre cuándo terminaría el periodo de transición que conlleva la revolución rusa, para que así hubiera un régimen de plena libertad para las personas, los sindicatos y la prensa.
– El líder revolucionario ruso le respondió: “… el problema para nosotros no es de libertad, pues respecto de ésta siempre preguntamos: ¿libertad para qué?”
Para finalizar, dejamos unas palabras determinantes del rondeño sobre la libertad, adquiridas de la obra ya nombrada anteriormente, El Sentido Humanista del Socialismo:
“…cuando surge alguna sociedad que se organiza económicamente de un modo más conforme con la justicia distributiva que la sociedad actual –tal, por ejemplo, la organización jesuita del Paraguay o la de Rusia por los bolcheviques–, pero en la que el individuo está jurídicamente despotenciado por no ser reconocido el valor sustantivo de la conciencia, esa sociedad cae fuera de la línea generatriz de la moderna civilización política occidental, hija del Renacimiento, de la Reforma y de las guerras de religión, y basada en lo que es de esencia al humanismo jurídico: el liberalismo.”
Carlos Losada Ortiz
Graduado en Geografía e Historia por la Universidad Pablo de Olavide. Máster Universitario en Formación del Profesorado de ESO y Bachillerato, FP y Enseñanza de Idiomas por la Universidad Internacional de La Rioja.
Twitter: @clortiz94